miércoles, 21 de julio de 2010

ACERCA DEL TACTO

Como en el número nuestro del caballo no me gusta presuponer nada, voy a comenzar por aclarar lo que el tacto es para nosotros, las personas. Delimito, para empezar, la palabra contacto: estar en con-tacto significa estar “unidos por el sentido del tacto”, un sentido que tiene unas características completamente distintas a los demás. Por una parte, el tacto es el único sentido que no está localizado en un punto determinado de la cara, sino que está repartido por toda nuestra piel. Por otra parte, se sabe que podemos vivir sin otros sentidos –hay ciegos, sordos, personas que han perdido el olfato o el gusto, incluso sordo-ciegos (Helen Keller)– pero no podemos vivir sin tacto. Asimismo, el tacto es el primer sentido en aparecer en la vida humana, y es el último en desaparecer. Hay una ley en embriología que dice que cuanto antes se desarrolla una función, es porque ésta va a ser fundamental. Y qué duda cabe lo fundamental que es el tacto en los primeros meses de vida de un bebé. A los cachorros de los animales domésticos no sólo se tiende a acariciarlos instintivamente, sino que también ellos buscan ser acariciados. En los caballos se puso de moda hace aproximadamente un cuarto de siglo el “imprinting”, que no era ni más ni menos que el uso del tacto en los primeros estadios de la vida del potro.

Además, a través del tacto manifestamos instintivamente dos emociones importantísimas de nuestra vida, que son el amor y el odio: a las personas que amamos buscamos abrazarlas, y a las personas que, en un momento de ofuscación, “odiamos”, nuestro cuerpo nos pide pegarles. Ambas son manifestaciones táctiles, aunque contrapuestas, de dos emociones antagónicas. La educación debe encargarse de atemperar nuestros instintos.

Retomando el tema que nos ocupa, el caballo, podemos afirmar que de las múltiples funciones que puede desempeñar la mano, hay tres fundamentales para la equitación: COGER, CONOCER y COMUNICAR. Y para que estas funciones se desarrollen correctamente, lo primero que ha hecho la Naturaleza es poner los músculos que manejan los dedos justamente fuera de ellos, en el antebrazo. Esto es facilísimo de comprobar a caballo: cuando resistimos con los dedos, la tensión muscular la notamos en los antebrazos; y cuando tiramos de las riendas, lo hacemos desde el brazo, fundamentalmente del bíceps. Hace medio siglo Jean D’Orgeix ya afirmó que, en equitación, el bíceps es el músculo a evitar –al menos intentar no utilizar, o hacerlo lo menos posible–. Nuestros parientes los simios los tienen muy poco desarrollados: se cuelgan y se balancean de las ramas, pero nunca se suben a pulso. Menos mal, porque aunque son mucho menos agresivos que nosotros, a puñetazos hubieran podido extinguir alguna especie…

Nos vamos aproximando al CON-TACTO hombre-caballo. Pero aún hay dos cuestiones previas por aclarar:

1ª) El CON-TACTO hombre-caballo no se reduce sólo a la mano, sino también a la pierna y al culo, las tres superficies de adherencia del hombre con el caballo (muy interesantes los libros de Dominique Olivier sobre “EQUITATION”. Y sobre este tema en concreto, el primer tomo: “L`equilibre du cheval monté”).

2ª) Con el TACTO, como dice Eduardo Punset: “… ocurre algo distinto a los otros sentidos. Implica una conversación en dos sentidos: tú me das información, pero yo te doy algo a cambio”. Y mientras haya CON-TACTO con otra persona, este intercambio perdura. En cambio, con los otros sentidos, podemos prescindir de ellos en determinados momentos (hacer la vista gorda, hacer oídos sordos…). Sin embargo, no existe “tacto ignorado” porque mientras alguien nos esté tocando mínimamente, nuestra mente estará pensando en la información que recibo o transmito a través de esa superficie de adherencia, por mínima que sea. Y si no, que se lo pregunten a dos adolescentes enamorados pero que aún no se han declarado su amor. Cuando el CON-TACTO se prolonga en el tiempo y es inevitable pero no doloroso (por ejemplo, llevar una mochila –y nosotros somos una mochila inteligente para el caballo–) se produce la “habituación”. Y “habituación” no es ni más ni menos que el proceso de desbravar a un potro, es decir, enseñarle a habituarse –sin dolor, como decía antes-, a convivir con un J/A: “ganar sin luchar” (“El Arte de la Guerra” de Sun Tsu) debiera ser siempre el lema de todos los J/A.

¿Qué ocurre cuando estamos montados?

No cabe la menor duda que desde el momento en que nos montamos hasta el momento en que nos bajamos, el caballo está recibiendo constantemente información de la carga que se le ha situado en su dorso. Esta información la recibe de tres puntos distintos de nuestro cuerpo: las piernas (en los costados –abdominales, pectorales y dentellados-), del culo (en la zona torácica de la espina vertebral) y de las manos (en la boca, y su acción también sobre el cuello -anteriormente, ya hablé de lo deformable que es el cuello del caballo. Nuestra mano no para de deformar o conformar el cuello ¡es tan maleable! y ¡la mano, puro tacto!-).

La cosa empieza a complicarse, porque la eficacia del J/A depende de la precisión de cada una de estas tres partes o superficies de adherencia con el caballo. Además, cada parte –en distintas medidas– puede COGERSE, CONOCER o COMUNICARSE.

1º) COGERSE: inevitable en los primeros estadios a caballo (se hace lo que se puede y, lo primero, no caerse y agarrarse como se pueda). Pero el J/A ha de ir buscando su independencia –su NO necesidad de agarrarse– a base de mejorar su equilibrio y la coordinación de movimientos consigo mismo y con el caballo. Recuerdo la importancia del pie debajo del culo y el hábito de utilizar los aductores. Yo creo que es lo que más centauriza. Y el asiento sobre los isquiones (el grandísimo problema del J/A: somos depredadores y tenemos bíceps)

2º) CONOCER: habituarse a recibir información del movimiento y del equilibrio del caballo. Es el proceso de sensibilización y que dura mientras dure nuestra vida hípica. En el argot hípico lo llamamos “sentimiento ecuestre”. Respecto de su calidad, me fío del adagio yanqui –lo leí en una revista americana, pero perdí la referencia de su origen- que dice: “La actitud y no la aptitud, conducen a la altitud” (es mi traducción literal pero que creo que es totalmente inteligible…).

COMUNICARSE: cualidad primordial del tacto y que, de tan natural, poca cuenta le echamos. Y comunicarse implica siempre una doble dirección: información que recibimos del caballo y respuesta nuestra acorde con dicha información

Estamos de vuelta al principio: el TACTO es el primer lenguaje, la forma más elemental y primitiva de comunicarse. Pero no existe ninguna actividad humana, por elemental que sea, que no necesite educación. El TACTO y el CON-TACTO también hay que aprenderlos. Pero en la próxima lección hablaremos de ello.

Para despedirme, os dejo con algunas "frases célebres" sobre el tema del tacto:

DESMOND MORRIS: “El TACTO es la forma de comunicación más básica y primitiva del ser humano y el primer proceso sensorial que entra en funcionamiento: es el modo en que los padres se relacionan con los bebés recién nacidos. Hemos aprendido a disimular y mentir en muchos de nuestros sistemas de comunicación, pero el TACTO sigue siendo nuestra forma de comunicación más sincera.”

DOMINIQUE OLIVIER: “La Equitación, en tanto que diálogo táctil entre el hombre y el caballo, pasa pues por una cualidad de contacto pero, para que este contacto tenga una finalidad, hace falta que esté cargado de significación. Todo el problema estriba en encontrar a partir de cuándo un contacto está cargado de significación.”

LUCRECIO (siglo I a. C.) “Pues el tacto ¡dioses poderosos! El tacto es el sentido del cuerpo todo entero: por él penetran en nosotros las impresiones de fuera. Por él se revela todo sufrimiento interior del organismo. O bien, al contrario, el placer provocado por el acto fecundante de Venus.”

Paz, y como siempre, espero que os sirva. Y espero también vuestros comentarios.

miércoles, 14 de julio de 2010

CONTESTADOR DEL BLOG (a Pau, Anónimo, Cristina, Carlos, Carolina y Javi)

Después de dos semanas largas de ausencia, vuelvo a casa y, sólo aquí, puedo reincorporarme a la ardua labor de escribir en el blog.

De mi experiencia en estos días, podría escribir un montón de cosas interesantes: desde la primera prueba EQUI-Q, en el Poni-Club de Granada, hasta el internacional de Casas Novas, pasando por el Campeonato de España de juveniles y jóvenes jinetes, y una interesante experiencia en Los Porches de La Coruña.

Pero lo inmediato es contestar las cuestiones que se me plantean en el blog.

Advierto que, en lo sucesivo, sólo contestaré a los “no-Anónimos”, es decir, a los que de algún modo se identifiquen. Si no en el blog, sí en mi correo electrónico hermicasanova[arroba]hotmail.com podéis identificaros


PAU: Moltes gràcies. ¡¡¡Te necessite, afillolat!!! Espero que los interesados en la “visualización” habrán tomado buena nota.


ANÓNIMO: sobre el caballo belga que corre ante el salto.

Yo utilizo dos técnicas para corregir este defecto:

1ª Tomando buena nota de cuándo empieza a arrancarse, para corregir –no tirando sino cerrando dedos- precisamente en ese tranco y no en los siguientes en que, por la inercia, difícilmente vas a poder controlar al caballo. Para las correcciones de los caballos es importantísimo el tiempo de latencia. Cuando os hable de las señales nuestras y las correspondientes respuestas de los caballos, os daré mi versión. Un ejemplo para que me entiendas. Si estoy enseñando la tabla de multiplicar del 7 y cuando se la pregunto a un niño me dice 7 por 5, 37, si espero al final para decirle “no”, no sabrá donde ha estado el error. En cambio, si se lo digo inmediatamente al fallo, la corrección será fácil. A los caballos hay que enseñarles de la misma manera.

2ª Cuando la primera falla, lo cual no suele ocurrir a menudo, ésta seguro que no falla. Precisamente esta semana pasada lo he podido comprobar con un cirio de yegua en Los Porches. ¿En qué consiste? En que un experto coja al caballo de una rienda y, primero con las barras en el suelo, las pase con el acompañante, obligándole a que baje la cara y se mantenga al paso. Cuando ya lo haga bien, se hace al trote sobre cruzaditas. Repetir –seguro que muchas menos veces de las que nos imaginamos- hasta que lo pase con la cara baja y relajado. La citada yegua no necesitó ni diez repeticiones. Algunos os acordareis del LATENDO de Fanfa (Manuel Fernández Saro): empezó a saltar bien acompañándole pie a tierra en el salto. Yo lo he podido comprobar bien con más de dos docenas de caballos y ponis, y jamás me ha fallado. Condición fundamental: que el J/A coja las riendas de la hebilla. La mano, consciente o inconscientemente, es la causante de todos los males. Si tienes ocasión de leer “EL ARTE DE LA GUERRA”, en la Introducción, lee la historia de los tres hermanos médicos.


CRISTINA: “El que se empeña, lo consigue”. Y tú seguro que eres de esa peña. Hay una frase –que debo incluir en su apartado correspondiente– que leí en un libro americano pero que perdí –o me robaron– y que dice: LA ACTITUD Y NO LA APTITUD NOS LLEVA A LA ALTITUD. El camino es arduo y depende del esfuerzo o, más bien, de la constancia en el esfuerzo. Y añado una frase de los Evangelios y que, como no tengo a mi hijo a mano, no puedo dar más datos de ella, pero sí la entenderéis: “Mis caminos, no son vuestros caminos”. Para aclararlo, en breve os transcribiré una historieta que me impresionó hace justo medio siglo y que, con otra versión, encontré hace poco.


CARHERLO: Carlitos, me encanta de nuevo estar en contacto contigo. Después de un largo paréntesis, el reencuentro es parecido al del hijo pródigo. Más arriba he dejado mi correo. Bueno, el de mi mujer con la cual sigo compartiendo todo desde hace cuarenta años.


CAROLINA: llámame y lo vemos in situ. Los caballos no son inteligentes (a buenas horas nos iban a aguantar lo que nos aguantan), pero sí un poco listos –tampoco se pasan– y nos prueban. Y hay que superar la prueba. ¿O no, Cristina? (la de arriba)


JAVI: acabo de leer tu comentario. De la misma manera que Jesucristo dijo a los que querían lapidar a la mujer adúltera “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, también podía habernos dicho a los hípicos que “el que no tenga limitaciones, que tire la primera piedra”. . He sido testigo de la evolución durante muchos años de amazonas y jinetes que ahora están en el equipo o lo han estado. Y dicha evolución no ha sido un camino de rosas precisamente. Limitaciones, todos tenemos. Lo importante es conocerlas y saber lo más exactamente posible hasta dónde podemos llegar… y sobrepasar lo que se pueda. El mundo del caballo es lo suficientemente grande como para encontrar un puesto en él. Busca el que mejor te cuadre. Hace pocos días les decía a unos alumnos profesionales que a la perfección se llega con la progresión desde donde estamos. San Agustín decía que “lo primero en el orden de la intención es lo último en el orden de la ejecución”. Y reflexiona sobre lo que he escrito más arriba. Una pregunta que debes hacerte: ¿hasta qué punto estás dispuesto a sacrificarte?


Paz y espero que os sirva

jueves, 8 de julio de 2010

REFLEXIONES SOBRE ARTÍCULOS ANTERIORES

A continuación os ofrezco algunas pequeñas reflexiones a modo de resumen de gran parte de las cosas que hemos ido comentando hasta ahora.

1. La Equitación es un “saber hacer”. Y no se puede hacer bien lo que no se saber. Hace siglos San Agustín ya nos advertía que lo primero en el orden de la intención, es lo último en el orden de la ejecución.

2. Al montarnos en un caballo lo primero que hemos de buscar es que nos lleve y que se lleve bien, para lo cual hay que procurar que todas sus acciones sean a partir de gestos confortables. Requisito que es indispensable para todo atleta de cualquier especialidad o disciplina.

3. El cuello del caballo es la parte más deformable de su cuerpo. Y también es el mamífero con el cuello más deformable. Tal vez por ello el Profesor Marey dijo en un discurso en la Academia de Ciencias de París, hace poco más de un siglo, que había llegado a la conclusión de de que el caballo era el animal en el que la economía del esfuerzo había alcanzado la mayor perfección. Una de las razones de lo que el caballo ha supuesto en la Historia de la Humanidad.

4. Nuestras manos, principales agentes de la conducción del caballo (primer estadio de la actividad hípica) actúan sobre los resortes (articulaciones) que hay entre la boca del caballo y la mano de jinete/amazona, conformando o deformando el cuello del caballo desde la mandíbula (articulación témporo-mandibular) hasta la base del cuello (articulación cérvico-tórácica). El asiento -posición y equilibrio- y las piernas colaboran para que las sinergias (concordancias) musculares del caballo hagan que toda su maquinaria funcione más o menos ordenadamente según la pericia del jinete/amazona.

La sinergia muscular más importante del caballo es la de la base del cuello con los riñones, la misma que actúa en una persona que tiene que llevar una carga sobre su espalda. Esta cualidad le hace completamente distinto a los demás mamíferos (a excepción de delfines y ballenas).

5. Como en el toreo, a caballo hay que hacerlo todo hacia adelante. Facilísimo de decir y dificilísimo de hacer, pues nuestra mano, por naturaleza, en absoluto colabora a ello. De hecho, una mano no educada es la que más retrasa nuestro progreso en la equitación. Sobre todo en la disciplina del salto, donde los cambios de equilibrio del caballo son constantes y muy bruscos, y donde la pretensión del común de los jinetes/amazonas es la de “echar el peso hacía atrás”, como si esto fuera posible. Y es que, la representación mental que nos hacemos es la de que hay que tirar de las riendas para, creemos, echar el peso del caballo atrás. Mientras el jinete/amazona pese entre una séptima y una décima parte de lo que pesa un caballo, esto es imposible. Lo que sí puede y debe hacer –sólo que es un problema de aprendizaje arduo- es retener con las manos y dejar que los pies entren. De esta manera, el caballo, de manera natural, naturalmente cambia su equilibrio.

Utilizando el símil del coche, sería la diferencia entre utilizar sistemáticamente el freno por el cambio de marchas: el freno lo sabe utilizar todo el mundo, y el cambio de marchas lo utilizan los más expertos. Igualmente los humanos, cuando corremos, los cambios de velocidad los hacemos no frenando, sino cambiando nuestro equilibrio, lo que en una máquina equivale al cambio de marchas. De la misma manera los cambios de velocidad del caballo deben hacerse no tirando de las riendas -frenando- sino resistiendo para que pueda cambiar su equilibrio y así reducir la velocidad.

Al hablar del movimiento hacia delante del caballo, me quedo con la definición que dan los franceses de la IMPULSION, porque creo que no tiene desperdicio: “deseo constante (en el caballo) de ir hacia delante”.

6. En la disciplina hípica en la que más se notan las deformaciones del cuello del caballo es en la de salto. Cuando entre obstáculo y obstáculo hay muchos trancos, es fácil ver a un caballo con el cuello redondo. En cambio, en la aproximación a la batida normalmente llegan a invertir el cuello y poner la cara en la horizontal. Esta posición es totalmente natural porque predispone al caballo al equilibrio ideal para la batida del salto. Lo que en lenguaje deportivo es la anticipación del esfuerzo. Sin embargo en la doma la posición del cuello y cabeza es prácticamente invariable en toda la reprís, fundamentalmente porque las variaciones del equilibrio del caballo son mínimas.

Un defecto grave por el poco valor que se le da (aunque de relativa fácil solución) es la falta de acuerdo entre la posición del cuello y la amplitud del tranco, que se nota sobre todo en los alargamientos y en el paso: ocurre que se le empuja al caballo para que acelere y, sin embargo, no se le deja que estire el cuello en la medida que lo necesite. Como consecuencia, el caballo no adopta el equilibrio más idóneo al nuevo aire. En cambio, como ya hemos comentado más arriba, nosotros utilizamos los cambios de equilibrio, de manera natural, para acelerar o frenar. De hecho, cuando pregunto a un alumno cuál es su primer gesto para salir caminando de parado, todos me contestan que lo primero es echar un pie adelante…, y no es verdad: lo que realmente hacemos es inclinarnos ligeramente hacia adelante y a continuación avanzamos un pie.

Así pues, el que un caballo esté “sordo a la pierna”, no suele ser un problema de falta de respuesta a la misma, sino que es la mano la que no le deja avanzar, con lo que en una situación de conflicto el caballo llega a “pasar” totalmente de la pierna. Con razón decía Baucher que hay que montar “PIERNAS SIN MANOS Y MANOS SIN PIERNAS”: la mejor manera de no confundir al caballo.

Paz y, como siempre, espero que os sirva.