lunes, 9 de mayo de 2016

8 Claves para la puesta en forma de tu caballo

Artículo escrito por Tomás Mateo Cubero y publicado en la revista Galope núm. 85
© www.tomasmateo.com

Una buena puesta en forma es la premisa básica para la práctica de cualquier deporte. Y eso incluye a deportistas humanos y equinos. Sin un mínimo de fuerza y desarrollo muscular, de resistencia (capacidad pulmonar y cardiovascular), de elasticidad y otros factores complementarios,  es imposible practicar cualquier deporte con garantías. En equitación, la puesta en forma, es curiosamente, la gran olvidada (el trabajo de pista diario nunca es suficiente), cuando debería ser el primer elemento a tener en cuenta, por supuesto en caballos jóvenes, y también en caballos de cualquier disciplina. Practicar exclusivamente los ejercicios de la especialidad a la que se destine el caballo, nunca llevará a un caballo a una puesta en forma óptima.




En cambio, un caballo que cuente con una buena forma física, estará mucho más capacitado para practicar doma, salto o cualquier otra especialidad hípica. Los planteamientos de entrenamiento en los que los caballos de doma solo trabajan doma, los de salto que exclusivamente saltan y los de raid que únicamente salen al campo a correr, no solo están obsoletos, sino que nunca sacarán todo el potencial de ese caballo.


En este artículo, que nos introducirá en las claves de la forma física equina - en la que iremos profundizando en sucesivos artículos – vamos a centrarnos pues, en aquellos aspectos que nos permitan llevar a nuestro caballo a un estado físico mucho más óptimo, de lo cual, indudablemente, nos beneficiaremos nosotros como jinetes y propietarios.


Pero antes de entrar en materia, hemos de tener en cuenta que los factores para que un caballo rinda plenamente, son tanto físicos, como mentales. Mucho ojo, porque la mayoría de personas que quieren “muscular su caballo” (es la expresión que más oigo), suelen olvidar el factor mental equino, que es tan importante como los diferentes factores físicos que intervienen en la ecuación de la puesta en forma. Pongámonos en la piel del caballo e imaginémonos que somos una persona a la que nos tienen encerrado en una habitación diminuta y a solas de la que solo nos sacan para hacer deporte y al terminar nos vuelven a encerrar. ¿Qué persona podría entrenar motivado en tales condiciones de vida? Hagámonos esta pregunta antes de iniciar cualquier programa de entrenamiento con nuestro caballo, ya que de nada servirá el mejor entrenamiento si nuestro caballo no está bien alimentado (y eso no significa que coma mucho pienso), ni tiene una vida equina digna (estar siempre encerrado en un box no es digno ni bueno para un caballo).




FACTORES CLAVE A TENER EN CUENTA PARA UNA CORRECTA PUESTA EN FORMA


Los abordaremos según el orden que creo debe ser el lógico y acertado.


1.         Análisis de sangre.
Este debería ser, el primer paso de todos cuando compramos un caballo. Una analítica nos dará importantes datos sobre el estado real de salud del caballo. Un aspecto exterior sano no es siempre garantía de que por dentro esté todo bien. Veo jinetes que se gastan varios miles de euros en un caballo, pero no emplean unos cuantos euros en hacerle una analítica. Después, es normal que vengan los quebraderos de cabeza porque el caballo no gana músculo o se defiende cuando lleva media hora trabajando y no tiene ninguna lesión. En no pocos casos, la respuesta a estas cuestiones, suelen estar en una analítica.


Si todos los valores están dentro de los parámetros correctos, podremos empezar a trazar un  plan de entrenamiento. En caso contrario, antes de empezar a trabajar en serio el caballo (sacar el caballo del box y moverlo siempre le beneficiará), habrá que ver con un veterinario competente en la materia qué puede estar fallando en caso de que el caballo esté anémico o esté arrojando valores altos en la producción de lactato, etc.


2.         Genética y edad del caballo.
Los planes de entrenamiento deben ser establecidos de acuerdo a la edad y genética del individuo. Hay domadores/preparadores que tienen un mismo programa estándar para todos los caballos que caen bajo sus posaderas. Pero nada más contrario a la lógica equina. Lo primero es tener en cuenta la edad. Ya hay cantidad de estudios sobre la madurez del esqueleto equino, la cual es más tardía de lo que mucha gente cree, y viene a partir de los 6/7 años, siempre y cuando, además, ese caballo haya estado bien alimentado y ejercitado. Sigo viendo caballos menores de tres años en los que ya hay una persona encima, y nada más perjudicial para el dorso, así como para otras partes del cuerpo. Aunque un caballo siempre será mucho más fuerte que nosotros, eso no implica que lo aguanten todo. Por mi parte, y aunque suene exagerado, tengo ya claro que nunca me subiría a un caballo antes de que cumpla los cuatro años. Lo cual no quiere decir que no lo empiece a entrenar y a fortalecer mucho antes, pero pie a tierra.


Con respecto a la genética, nunca será igual el trabajo con un PSI que con un PRE, o el de un Holstein y un Há. Cada caballo, requerirá hacer más hincapié en unas cosas, y ser más laxo en otras. Y dentro de las características de la raza, también hay gran variedad entre individuos, por lo que siempre es necesario ir progresivamente para ir observando las necesidades y fortalezas de cada caballo.




3.         Estado físico actual del caballo e historial pasado.
¿Cómo se encuentra el caballo justo antes de empezar a entrenarlo?  Antes de evaluar cualquier programa de trabajo, es necesario por un lado observar pormenorizadamente su estado (insisto, el aspecto externo puede llevarnos a engaño muchas veces), y tener en cuenta el trabajo que haya desempeñado habitualmente hasta llegar a nosotros, y por supuesto, saber si ha tenido alguna lesión.


Es muy recomendable, antes de montarse en un caballo que recién ha caído en nuestras manos, los trabajemos pie a tierra de distintas maneras durante unos días, lo cual nos permitirá ver de un modo bastante exacto como emplean su cuerpo a los tres aires, en qué momento empiezan a resoplar, si hay algún miembro que no apoyan bien, y sobre todo, le daremos unos días de movimiento libre al dorso hasta que nos subamos encima. En este apartado incluiríamos el buen estado de los cascos del caballo, fundamentales para que se mueva y se ejercite con plenitud, así como un buen estado dental, para que no tenga dolores ni tensiones que se trasladarán a todo el cuerpo.


 4. Objetivo al que queremos llegar.
Poner en forma sin más o muscular un dorso, no son objetivos concretos. El entrenamiento físico, es como planear un viaje: si no nos planteamos un destino, nunca llegaremos a él, sino que iremos dando tumbos. Hemos de preguntarnos: ¿Qué queremos exactamente conseguir con nuestro caballo? ¿Con qué finalidad?


Una vez tengamos claro qué es lo queremos hacer con nuestro caballo, estableceremos el programa más adecuado, y habremos de cumplirlo. Ir a la hípica sin un programa de trabajo definido no nos conducirá a nada. Pensemos una vez más en los atletas humanos: ¿alguien se imagina a un deportista yendo al gimnasio sin tener claro que músculos entrenará, y simplemente diciendo?: “bueno, a ver qué hago hoy…”


5.         Dieta del caballo
Hace ya algunos años, inicié un programa de entrenamiento muy duro para ganar masa muscular. Era un adolescente esmirriado (metro ochenta y 72 kilos) y quería ganar peso para poder tener más físico para los otros deportes que practicaba paralelamente a la Equitación (artes marciales y windsurf). Lo primero que hice, junto con la elaboración del programa de entrenamiento, fue una reestructuración total de mi dieta y estudiar mucho sobre nutrición. Cinco años después, llegué a pesar 91,600 kilos. Era mi tope, me costó horrores llegar de un modo natural, y si quería seguir subiendo de peso, tenía que echar mano de anabolizantes. Eso me ha permitido tener claro que si entreno un caballo, debo proporcionarle una dieta que le ayude a reponer el desgaste ocasionado por el entrenamiento, y que le ayude a desarrollar su musculatura y a fortalecer su cuerpo y su salud en general. Bien, pues aun veo a muchos propietarios de caballos diciendo que van “a muscular” sus caballos pero no varían un ápice su alimentación. Así, es imposible desarrollar el potencial de un atleta.


6.         Ritmo de vida del caballo.
Hay que desconfiar de cualquier entrenador o programa de entrenamiento que solo propone sacar de su box al caballo para ser trabajado. Así, es imposible que rinda bien. El caballo es un ser super-social, y por eso necesita estar en contacto continuo con otros congéneres, salir y moverse varias horas al día y ver cielo y campo, pastar, revolcarse, botarse, etc. Igualmente, después de un día de trabajo, el caballo necesita moverse varias horas/kilómetros para activar su circulación, desechar residuos, etc. No tiene sentido y es peligroso dejar un caballo en un box varios días, pero más aún si ha trabajado duro antes. Tengamos en cuenta que queremos que nuestro caballo sea un deportista motivado, no un prisionero.


7.         Equipamiento
Un equipamiento que sea obsoleto o  inadecuado, no permitirá que el caballo rinda bien. Bocados o filetes no adecuados provocarán una tensión en el caballo que se trasladará a distintas partes del cuerpo equino que a la larga provocan lesiones. Igualmente monturas que impiden el movimiento natural de las espaldas, bastes en mal estado que provocan posturas forzadas del caballo, un protector de dorso que hace más daño que proteger, montura de medidas inadecuadas, o cinchas estrechas y sin elásticos a ambos lados que impiden que el caballo respire adecuadamente y ejercite la musculatura abdominal plenamente. Sin un equipamiento adecuado, el caballo no puede ejercitarse correctamente. ¿Algún alpinista o corredor de fondo entrena con mochilas viejas y que les provocan daño o son incómodas?


8.         Programa de entrenamiento.
Y una vez hemos tenido en cuenta todos los parámetros anteriores, nos pondremos a elaborar el programa de trabajo. En este programa, deberemos incluir trabajo sin el peso del jinete como mínimo dos días en semana. Como he dicho antes, cada vez hay más estudios científicos que demuestran que el dorso del caballo no es un yunque de acero que lo aguanta todo (de hecho ya hay estudios hasta sobre cuánto peso puede soportar un caballo sobre su dorso sin lesionarse), y debemos darle un par de días de trabajo suave pie a tierra para que pueda ejercitarse con su dorso libre (y sin riendas de atar ni artilugios similares).

viernes, 6 de mayo de 2016

LOS RESORTES DEL CUELLO



 “La calidad del cuello del caballo depende esencialmente de la dirección de las vértebras cervicales y de su unión con la cabeza y el tronco”
Las uniones de las que habla son las articulaciones de la nuca y la de la base del cuello (la cérvico-torácica)
Esto lo escribió hace casi siglo y medio GUSTAV STEINBRECHT en su “Gimnasio del caballo”, sin poder aportarnos conocimientos de los que hoy poseemos, pero sí que tenía claro el funcionamiento del balancín.  (La edición francesa, de la que me sirvo, es “Le Gymnase du cheval”  de Editions ELBÉ, traducción del Comandant Edouard DUPONT)) 
No pretendo hacer un análisis exhaustivo del cuello, sino ayudar a tomar conciencia de ciertos aspectos a los que no se les ha dado la importancia que sí tienen y que hoy en día, en pleno siglo XXI, ya conocemos
La “S” del cuello es la característica que más distingue al caballo de los demás mamíferos. Tiene cierto parecido al cuello de un ave por las dos curvas que lo forman.  Y esta especial forma de “S”, implica un funcionamiento también muy especial de las articulaciones del cuello. 



JEAN LICART es el primer autor hípico que se preocupó por conocer el funcionamiento correcto del cuello del caballo. Y, para ello, en lugar de limitarse a juzgar de lo que veía  desde fuera –como se venía haciendo desde BAUCHER a L DE SEVY pasando por STEINBRECHT, LEBON, L’HOTTE  y un corto etc- se dedicó a investigar por dentro para conocer correctamente su  mecanismo. Su primer libro fue “Le Cheval Barbe et son Redressage”, publicado en 1928 y en él dedica casi cincuenta páginas a un estudio detallado de la anatomía y fisiología del cuello del caballo. También, a cómo funciona bajo las órdenes de un jinete. Lo descubrí por casualidad en Fonds. Ancienne. Equestre. Info, (de donde se pueden descargar un montón de libros antiguos franceses). Un libro que debió pasar –y sigue pasando- muy desapercibido porque no he leído ninguna referencia acerca del mismo. Me imagino que la jerarquía militar se debió de encargar especialmente de ello a juzgar por el epílogo del libro. Una pena porque como digo, hace un importante estudio del cuello del caballo al salirse de los criterios que se seguían hasta entonces para explicar la doma del caballo.  Absolutamente todos los autores clásicos de la Equitación nos hablan de lo que ven y sienten, pero ninguno se preocupa de estudiar el funcionamiento interno. De  su segundo libro “Equitation Raisonnée” –de pronta publicación en castellano por LETTERA Editorial- dice PHILIPPE  KARL, uno de los autores actuales de mayor renombre mundial: “para el estudio en profundidad de la anatomía y la locomoción del caballo, sin lugar a dudas,  la obra más recomendable  es la del COMANDANTE LICART “Equitación Razonada”. (En esto, poco caso se le ha hecho a KARL)






Este libro, en el que  se hace un estudio detallado de lo que vemos, de lo que no vemos y de sus por qué –insistiendo en la importancia del cuello en la práctica de la Equitación- hace posible para el común de los mortales la recomendación de BAUCHER: “Comencemos pues  su educación (la del caballo) por el acondicionamiento y flexibilidad del cuello, y pronto seremos dueños de las otras partes del cuerpo”. Gracias a LICART sabemos muchísimo más del caballo. Y saber es poder.
Entre la boca del caballo y la mano del jinete está el balancín con las nueve articulaciones que lo forman y que constituyen los resortes que estamos continuamente manejando. LICART  nos habla de tres articulaciones fundamentales: la de la mandíbula    (témporo-mandibular) , la de la nuca (atlanto-occipital) y la de la base del cuello (cérvico-torácica). Las otras seis (las que corresponden de la C1 a la C7) lo son en función de las tres principales. Ver primera figura
En el excelente libro “Conditioning Sport Horses”, la Doctora Hilary M CLAYTON  ( publicado en Sport Horses Publications) nos muestra un cuadro –que adjunto- sobre los movimientos de las articulaciones intervertebrales y que ratifica lo que, más de medio siglo antes, trataba de explicarnos LICART. A falta, lógicamente, del rango de  movimiento de la articulación témporo-mandibular, o sea, de la mandíbula, porque no es una articulación intervertebral; pero sí interesa conocerla por su gran importancia: es uno de los tres resortes importantes del balancín; también conviene recordar que está  muy pocos centímetros por debajo de la articulación de la nuca (y su ángulo máximo de apertura dudo que supere los 15/20 grados). 




Yo creo que este cuadro hay que tenerlo bien presente en nuestra mente a la hora de montar  porque nos ayuda a saber lo que hacemos sobre el balancín del caballo en todo momento. Lógicamente, al principio no nos enteramos de nada. Pero muy poco a poco vamos tomando conciencia de lo que hacemos sobre cada articulación, especialmente sobre las tres más importantes. Y finalmente, al cabo de bastante tiempo, nos diremos: ¡qué fácil es esto! 
Primera constatación: en “flexión y extensión” se ve la gran diferencia de amplitud de movimiento de la nuca respecto de las otras articulaciones: más del doble.
Segunda constatación: las últimas vertebras cervicales también tienen mucha movilidad tanto en flexión y extensión como lateralmente (aunque yo voy a hablar sólo de la flexión y extensión)
Tercera constatación: ¿sabemos dónde están las últimas vértebras cervicales? O, lo que es lo mismo, ¿la articulación cérvico-torácica?   Resulta que esta articulación no la vemos ni la sentimos porque no la podemos tocar; ni ver, claro: está tan hundida entre los omoplatos –espaldas- del caballo, que es muy difícil determinar su situación exacta…… pero que no para de funcionar –seamos conscientes  o no de su existencia-, de eso no cabe la menor duda. Quiere decirse que es tan importante como las otras articulaciones que sí vemos: mandíbula, nuca, incluso la C2/C3, que es por donde se “rompe” el cuello en la hiperflexión. ¿Y por qué está tan hundida la articulación cérvico-torácica? Porque a partir de la primera torácica –la T1-, cada vértebra tiene un huesecito superior –una apófisis- que se va alargando en cada vértebra y que son, finalmente, los que forman la cruz. Aproximadamente de la T4 a la T9, son los huesos  que tocamos de la cruz. Y si no fuera por ellos, difícilmente podríamos montar a caballo. La cruz, entre otras cosas, es la que estabiliza la montura.




La articulación cérvico-torácica ha sido la gran ignorada a lo largo de la Historia y conviene recordarlo.
El  tiro de los carros de la época greco-romana acabó siendo de  cuatro caballos –la famosa cuadriga-  porque por entonces el caballo tiraba de un collar –no era un tiro racional como el de ahora, con el collerón y similares- el cual le hacía invertir el cuello y, al tirar de la tráquea, se asfixiaba. Como la única preocupación era evitar  la asfixia,  resolvieron el problema aumentando el número de caballos, llegando a los cuatro. Pero a la inversión del cuello no le echaron cuenta. Como tampoco se le tuvo en consideración cuando se empezó a montarlo. Esta ignorancia justifica las embocaduras que se utilizaban entonces –verdaderos instrumentos de tortura- porque el caballo se partía por la base del cuello y, en esa posición, resultaba difícil de controlar. En los frisos del Partenón se ven a los caballos con el cuello invertido, incluso las arrugas de la base del cuello. Y FIDIAS podía ser tan preciso esculpiendo como un fotógrafo moderno.





Los datos que he ido aportando ¿qué nos suponen en nuestro día a día a caballo? De momento aclararnos ideas para saber mejor a qué atenernos.
.La nuca nos parece la articulación más importante del balancín por ser la de mayor amplitud de movimiento y, tal vez por ello, es con la que se protege el caballo de las acciones incorrectas del jinete. Montados, hay que tener muy presente que el hecho de no tener voluntad de hacer mal las cosas, no quiere decir que no se hagan. Y para que funcionen correctamente los resortes del balancín del caballo, primero hay que conocerlos. También STEINBRECHT dijo: “Generalmente las mayores faltas se cometen en la manera de trabajar el cuello del caballo”.  Cuando a un caballo lo que se le pide no corresponde a un gesto confortable y económico, él se protege a través, o desde, la nuca por ser la articulación de mayor amplitud de movimiento. Es lo que vemos a diario con la tan manida hiperflexión o rollkur: la sensación de control es enorme –menuda llave de jiujitsu se le aplica al pobre caballo- pero el que lo sufre es el propio animal ya que sus gestos dejan de ser confortables y en absoluto económicos, porque la ergonomía desaparece. Le queda el protegerse de esta masacre a través de su nuca.
¿Cómo se corrige este desaguisado? En primer lugar tomando conciencia de las tres articulaciones que estamos manejando continuamente. La intuición, propia de algunos jinetes privilegiados, hay algunos momentos en que falla. Cuando falla la intuición, la ciencia ayuda a buscar la mejor solución y salir del atasco.
Dice LICART sobre los resortes del cuello en su libro “Dressage”:
“Es la palanca articulada y elástica del cuello la que permite al caballista controlar las fuerzas del caballo y su masa entera por medio de acciones mínimas”  (que nadie lo vea pero que el caballo lo sienta). “Pero esto sólo es posible cuando todos los resortes están convenientemente dispuestos y elásticos” “Los resortes de la máquina animal son como todos los resortes: sólo se les debe comprimir para dejarles explotar luego. Demasiado comprimidos o demasiado tiempo en compresión, le harán perder su cualidad de resorte, su elasticidad”  
Seguiré el análisis del cuello
Paz y espero que le sirva a alguien