jueves, 25 de abril de 2013

SOBRE EL BOCADO DE ACCIÓN DIRECTA (R. Monterreal, R. Enrique)

Os presento un experimento hípico muy interesante -e innovación-: experimento por la fase en que está e innovacion porque surge pensando en el caballo en lugar de hacerlo en el  jinete; como  debe ser en los tiempos que estamos.
Yo ya lo he experimentado con varios caballos distintos pero durante muy poco tiempo en cada uno de ellos.Consecuentemente, ni puedo ni debo expresarme. Y estoy esperando fotos y comentario de un alumno mío, pero hasta que lleguen, prefiero publicar la presentación de sus inventores, Rafael y Raul. Y cuando llegue el correo de Holanda -espero que no me lo haga llegar a caballo-, publicaré más.
Lo dicho, lo que va delante, va delante.
Como siempre, espero que os sirva. Y paz
 
 
SOBRE EL BOCADO DE ACCIÓN DIRECTA
R. Monterreal, R. Enrique
Basta ojear Mosemans’ Illustrated Guide for Purchasers of Horse Furnished Goods (New York, 1892) para apreciar, aunque sea sólo parcialmente, lo mucho que el ingenio del hombre ha sido capaz de crear para el gobierno del caballo. De entre todas estas invenciones, corresponde al bocado la mayor diversidad, pues no en vano es mediante éste que el jinete frena, conduce y ayuda al caballo. Aunque estas tres funciones básicas puedan ser realizadas de otras muchas maneras, jerárquicamente el bocado se halla en la cúspide de todas las alternativas conocidas, al menos para todos aquellos jinetes que podríamos denominar clásicos. Pero la pregunta que inmediatamente nos viene a la mente es por qué. Por qué ha suscitado el bocado ese continuado interés a lo largo de la Historia; por qué tantos modelos diferentes de bocados y, al mismo tiempo, por qué después de tanto derroche creativo, es la boca del caballo lo que más ha incomodado y preocupado a la inmensa mayoría de los jinetes de todas las épocas, incluida la nuestra. Nosotros desconocemos la respuesta, pero nos inclinamos a creer que el ser humano ha dado reiteradamente crédito a la hipótesis de que la voluntad del caballo puede ser suficientemente bien gobernada con la sola intervención de una máquina.
Movidos seguramente por la misma inquietud, hemos propuesto nosotros también un nuevo modelo de bocado, con la esperanza de que esta máquina llegue a mediar de forma diferente entre las voluntades de jinete y caballo, tan divergentes en sus orígenes, pero tan vinculadas de hecho en la vida cotidiana. Le agradecemos por ello sinceramente a José Manuel Sales el que nos haya brindado la oportunidad de divulgar en su magnífico blog las ideas que sustentan este nuevo diseño.
Todos los bocados pertenecen al género de las denominadas máquinas simples. Son máquinas que han ayudado al ser humano desde sus orígenes, dada su sencillez y uso intuitivo, tales como las palancas y poleas. De algunas de estas máquinas se ha servido el hombre para, mediante las riendas,  alcanzar la boca del caballo y actuar sobre ella con diversos propósitos. Hay máquinas simples de empleo cotidiano cuyo funcionamiento es plenamente intuitivo y su mal uso carece de consecuencias, como puede ser un cascanueces o un sacacorchos. Por el contrario, otras pueden llegar a ser bastante intuitivas también en su manejo, pero su mal uso conlleva unas consecuencias desastrosas, como por ejemplo, unas tijeras o un bocado. Muchos jinetes probablemente desconozcan que la acción de toda máquina simple y, por tanto, de cualquier bocado, puede describirse matemáticamente, de modo que la fuerza resultante de la acción del jinete a través de las riendas sobre la encía del caballo puede ser calculada con gran precisión. El resultado de algunas de las fuerzas que debe soportar el caballo sobre los asientos de su encía, incluso en bocados de uso cotidiano, son ciertamente muy intensas, y al menos una vez en su vida los jinetes deberían conocer la magnitud real de las fuerzas que su caballo soporta cotidianamente. No vamos a entrar aquí, por razones obvias, en la descripción de la física del bocado, pero proporcionaremos esta información a cualquier lector interesado[1].
El concepto de bocado que proponemos introduce algunos elementos que lo diferencian del resto de los frenos de barbada (bocados convencionales), y que se resumen en los siguientes puntos:
a)     La máquina no es una palanca de segundo género, sino de primero, de modo que la ecuación que describe su dinámica es diferente.
b)     La resultante del sistema de fuerzas en esta máquina de primer género es siempre perpendicular a los asientos de la encía, de tal forma que se mejora la eficacia del freno así como su estabilidad en la boca del caballo.
c)      El bocado no gira antes de entrar en acción lo que, unido al diseño de sus alacranes embutidos en los portamozos, proporciona un tiempo de respuesta a la acción de la mano mucho menor.
d)     Como consecuencia de lo anterior, el cañón del nuevo bocado está girado 90º respecto al del bocado convencional; ello conlleva el que la lengua se acomode permanente bajo el desveno, lo que proporciona confort al caballo.

Normalmente los jinetes saben si un hierro es duro o no, pero realmente desconocen en qué cuantía. Creemos que es importante saber cuán fuerte es el hierro que vamos a utilizar y, además, en qué se diferencia de los demás a la hora de llevar a cabo una determinada elección. Para cuantificar el grado de dureza del bocado hemos de recurrir a la denominada Ventaja Mecánica (VM) de la máquina simple. La VM, adaptada al caso particular del bocado, la definimos como el cociente entre la fuerza resultante que actúa en dirección perpendicular a los asientos de la encía y la ejercida por el jinete al tensar las riendas. Su interpretación es sencilla: si un bocado tiene VM = 3, significa que si el jinete tira de las riendas con una fuerza equivalente a 1 kg de peso, el caballo recibirá sobre las barras de su encía la equivalente a 3 kg. Todo bocado, como máquina simple que es, tiene su propia VM. Cuando diseñamos este bocado pensamos que sería muy útil para el jinete poder cambiar la VM sin cambiar de bocado, en función del tipo de monta que fuera a realizar y, por supuesto, conocer en todo momento la VM de su hierro. El resultado ha sido un bocado de piernas intercambiables sin el auxilio de herramientas, calibradas y grabadas de tal forma que el jinete puede conocer siempre la VM que está empleando o vaya a utilizar en diferentes situaciones (figura 1).

Fig. 1 Montaje y vista final del bocado de Acción Directa

Fig. 2 Diseño CAD del bocado de Acción Directa y su ajuste en un PRE

         Este bocado, tal y como se preguntarán muchos lectores, exige un ajuste diferente, así como un aprendizaje inicial por parte de jinete y caballo, ya que proporciona una sensación al contacto y al apoyo algo distintas. Las acciones de la mano, cualquiera que sean, son más inmediatas, y el contacto puede parecer inicialmente demasiado firme, aunque esta sensación se modera progresivamente con el uso. Según nuestra propia experiencia, así como la de los (muy pocos) jinetes que desinteresadamente nos han hecho el favor de probarlo, creemos que probablemente este bocado ayudará a los caballos que presentan en general dificultades con la embocadura.
         Gracias de nuevo, José Manuel, por haber probado nuestro hierro, por tu enorme interés y comentarios, así como el ofrecimiento de tu blog para ayudarnos a divulgar a los demás jinetes lo que sin duda es otra ocurrencia hípica más que añadir a la ya larga lista.

R. Enrique (enriqueorts@gmail.com)


[1] Monterreal, R. “Sobre el bocado de Acción Directa para enfrenar caballos”.

viernes, 19 de abril de 2013

BATIDA DEL SALTO 2ª parte (Artículo publicado en la REVISTA GALOPE nº67)



En el pasado número explicaba la distancia ideal de la batida y su justificación.
En esta lección quisiera aclarar los porqués de los problemas en la batida y las soluciones 
El primer problema que se les plantea a la mayoría de jinetes/ amazonas  es el llegar inevitablemente cerca  a los saltos, sobre todo a los verticales.  Empiezo analizando las causas, que son propias de nuestra condición humana  -luego no son manías como suele decir cada jinete/amazona- y cuya solución es un problema de educación.

 Este gesto similar a la “levade” y que se repite en todos los saltos, no se tiene en cuenta  -como otros más- a la hora de entrenar el salto. Normalmente se hace el entrenamiento de una manera general, sin tener en cuenta las distintas fases, no sólo de la aproximación, sino también del salto mismo. Esto será el motivo de la próxima lección.

 Considero tres causas:
--1ª.- Como explicaba en la lección anterior, hacemos saltar al caballo con criterios humanos  y no de la manera que necesita hacerlo,  la propia de su condición de caballo. Y esto se hace notar más en los verticales en los que, en caso de duda porque la distancia es larga, se le obliga a dar un tranco de más  que suele ser muy pequeño (los fondos, instintivamente se montan, al contrario de los verticales que, de tanto cuidarlos, se acaba tirando sistemáticamente ante ellos). Desastre garantizado.
Solución posible: teniendo en cuenta que no es bueno para el caballo batir de cerca, no insistir por nuestra parte en ello, por más que “el cuerpo me lo pida”. Como vulgarmente se dice, “cambiar el chip” O sea, no interviniendo en los dos  ó tres últimos trancos, obtenemos un doble beneficio; mejor dicho, es el caballo el  beneficiado:  primero porque no se le acerca demasiado –con lo cual su gesto en la batida será confortable y económico-  y segundo, la no intervención de la mano no cambia ni el equilibrio ni la atención del caballo. Esto es el caballo contento. Más bien, encantado de la vida por no encontrar interferencias, sobre todo en el gesto brusco que supone la batida. 


--2ª.- En esta disciplina el papel del sistema límbico –el encargado de las emociones-  es preponderante, y de ello no somos muy conscientes.   En la aproximación al salto la amígdala   -fuente de “temores”-  nos dice ¡peligro!, con lo cual la actitud del cuerpo cambia –agarrotándose, bloqueándose, agarrándose-, en definitiva, poniéndole muy difícil el salto al caballo. Incluso puede durar sólo décimas de segundo obligando al pobre caballo a que meta un tranco de más en la mayoría de los casos o, siempre, poniéndole difícil el gesto confortable y económico propio del salto. Es el “voy-no voy” al afrontar el salto. La otra solución que suele dar la amígdala es el soltar las riendas –perder totalmente el contacto-  con el consiguiente desequilibrio que se le ocasiona al caballo. Conclusión: desastre.
Nuestro cerebro racional (el neocortex) sabe lo que queremos y debemos hacer, pero en el momento de la verdad lo secuestra la amígdala, quien nos obliga a reaccionar instintivamente. Creo que la diferencia entre el profesional y el aficionado está en el cardiograma: el del primero es casi siempre plano y el del segundo con muchos picos y valles. Y, lo peor de todo, la sensación de inseguridad y desequilibrio que se le transmite al caballo. Hay otra cosa peor:  echarle la culpa al caballo porque nos pone muy difícil hacer lo que quisiéramos , o debiéramos (suele ser la película que nos montamos). Claro, la culpa no la tiene nunca el jinete/amazona. Conviene tener siempre bien presente la frase de LENOBLE DU TEIL (no me canso de escribirla porque creo que debe estar  presente en la mente del jinete/ amazona en su quehacer diario): “el jinete no actúa por el bien del caballo sino para una mayor facilidad de manejo y para su confort”.

--3ª.-  El papel de la mirada en el salto es muy importante. De hecho  en los libros modernos se habla mucho de ella, sobre todo a partir de SALLY SWIFT (“Centered riding”). MICHEL ROBERT en su último libro “Secrets et Methode d’un Grand Champion”), dedica un capítulo entero a la mirada. Ambos, y algunos autores más, hablan de su utilización, pero no hablan de  por  qué la mirada es tan problemática.  De los autores modernos, el que para mí profundiza de verdad en cuestiones hípicas  es DOMINIQUE OLIVIER.  Cita al neurofisiólogo DR. BERTHOZ quien dice: “en lugar de mirar a donde va, el individuo va a donde mira”.  A caballo quiere decir que la mirada fija en la barra del salto, inexorablemente, nos lleva al pie del mismo
Otro neurofisiólogo, el DR ZUTT, ha llamado la atención acerca del hecho de que “cuando un sujeto mira un objeto en el espacio, su yo está más en el objeto mirado que dentro, por así decirlo, de su propio espacio corporal. La acción pues de mirar, parece rebasar los propios límites de la corporeidad”.  Es, a caballo, la sensación de adelantarnos, de tener prisas por pasar el obstáculo, no dejando al caballo que se tome los tiempos que necesita para cada gesto previo al salto.
Estos doctores que dudo que sepan algo de caballos, sí que nos explican nuestro comportamiento a caballo y ante el salto: la sensación de atropellar el salto por llegar al pie del mismo y, también, la sensación de irnos adelante. Razón por la que D. OLIVIER dice que la mirada es una ayuda de anticipación.
Posiblemente la mejor solución sea mirar siempre más allá del salto, por encima de él, como sobrepasándolo ya con la mirada. Se trata de una forma de no estar demasiado pendiente del salto sino del caballo, de no pensar en si llego bien o no, sino en cómo galopa el caballo. Más aún, tener la atención puesta ya en el siguiente obstáculo. Esto último es clave. Si quieres ganar tiempo en un recorrido, tu mirada tiene que ir por delante, recorriendo anticipadamente el itinerario que quiero seguir, trazándolo con la mirada.
Podemos afirmar, sin duda, que el ser humano es un <<animal visual>>, es decir, que la visión es el sentido que tenemos más desarrollado. Esto significa que nuestro cuerpo, en definitiva nuestro equilibrio, de algún modo va acorde con nuestra mirada o, lo que es lo mismo, ésta es un gesto de nuestro cuerpo. Si yo camino mirando el suelo, me inclino. Si quiero doblar con un caballo, miro a dónde quiero ir –luego giro mi cuerpo- y me hace más caso que si sólo abro la mano. Si miro hacia arriba, reequilibro mi cuerpo. Es la mirada, por decirlo así, el timón de nuestro cuerpo y por consiguiente, del caballo.
Por la visión nos llega la representación de la realidad. Si los molinos no fueran grandes, verticales y con amplias  aspas, nunca se los hubiera representado Don Quijote como gigantes. Esto es tremendamente importante para la equitación, porque los “temores”  –producidos por la amígdala- nos llegan a través de la visión.  Si educamos la mirada estamos controlando el temor. Y es que el temor, que es producto de  una mala representación de la realidad, es el peor enemigo del j/a. Cuando a menudo decimos que el caballo <llega mal >, verdaderamente lo que pasa es que simplemente “creemos” (la amígdala nos equivoca) que llega mal;  no es ni más ni menos que este tipo de error no es de percepción sino de “representación”. Todos hemos comprobado que desde abajo se ven las cosas muy distintas que montado.
Si queremos que en el jinete/ amazona predomine el sentido del tacto sobre el de la vista, hay dos formas:   educar el tacto –más que difícil, lentísimo-, o bien, rebajar la prioridad de la vista. ¿Cómo?   quitándole protagonismo, desligándola de sus funciones típicas. Esto es, saltar sin mirar, es decir, prescindir de la vista para superar un obstáculo; de este modo te centras en el tacto, o sea, en sentir al caballo.
Si a la educación de la mirada añadimos la educación de la respiración –fundamental para una buena equitación-  y un correcto control mental, los “temores” irán desvaneciéndose hasta desaparecer.
¿Quiere decir todo lo escrito hasta ahora que la búsqueda de la distancia es prioritaria hoy? 
En absoluto. Pero resulta que “está ahí”, y en nuestro país lo ha sido hasta hace bien poco  y sigue afectando a muchísimos. Quiero decir que sigue siendo un problema  bastante generalizado. Y los problemas se resuelven mucho más fácilmente cuando se conocen las causas (y se distingue claramente la causa del efecto) . Expuestas han quedado. 
Paz y espero que os sirva a alguien

viernes, 5 de abril de 2013

MOCHILA INTELIGENTE 4


En una de mis frecuentes visitas al muro del CLUB EQUITACION NATURAL GUADACORTE,  recientemente me he encontrado con un artículo compartido sobre la relación peso del jinete/peso del caballo.
Mi opinión: dice  verdad  pero no toda la verdad
En mi anterior entrada sobre lo que yo llamo la “mochila inteligente” –porque creo que es la primera sensación que percibe el caballo del jinete, dicho con lenguaje humano de la calle-, expongo las tres leyes mecánicas  que rigen la relación entre una masa transportadora, en nuestro caso el caballo, y una masa transportada, o sea, el jinete.
A estas leyes mecánicas, necesariamente, es a lo primero que nos tenemos que atener cuando montamos a caballo, precisamente por su valor universal, sin excepciones.
El único libro  de caballos –de los que yo conozco-  que habla de esta relación de masas  es  “Comprendre l’Equitation” de JEAN SAINT-FORT PAILLARD, y no me importa transcribir de nuevo estas tres leyes:
“El hecho, para cualquier ser, de llevar una carga, pronto acaba siendo normal y no altera “apenas su equilibrio, a condición de que cumpla estas tres condiciones:
“1ª  que el peso (del jinete) sea lo suficiente proporcional a la fuerza del portor (el caballo) “para que la fatiga provocada, le resulte llevadera
“2ª  que los puntos de aplicación del peso (la posición del jinete y el equilibrio consiguiente), “estén situados funcionalmente.
“3ª  que el peso  se sienta siempre de la misma manera, es decir, que la masa transportad a “(el jinete) sea  perfectamente solidaria de la masa transportadora, el caballo”
Está claro que el artículo sólo se refiere a la primera ley y parece ignorar las otras dos. Así como parece ignorar también la Historia.  Ya que solamente recordando cómo era el caballo  de la época grecorromana,  el caballo de origen mongol con el que a lo largo de toda la Edad Media no paró de conquistar media Europa y media Asia, desde Atila hasta Tamerlán,  y el caballo árabe,  nos da idea de una relación de pesos muy distinta a la que se  expresa en el citado artículo. Yo calculo que la relación de masas de estos caballos que he citado,  distara mucho  de 1 a 5, o sea, el doble de la proporción 1/10. Hoy en día, para respetar este valor ideal, la equitación aun se convertiría en  más femenina. (También podría citar a nuestra jaca vaquera, al cuarto de milla, al criollo, al caballo de guerra y un largo etcétera). Lo que no cabe duda es que hay que tender a ello, pero incluso en los ponis, pocas veces se respetará  la proporción 1/10. De hecho, la domesticación, que debió empezar por el caballo de carga, ante el tamaño exiguo de entonces, - debía ser un poni “A” y raquítico-, fue caballo de tiro durante muchos siglos hasta alcanzar un tamaño próximo a lo que hoy es un poni “C” para comenzar la Equitación, y eso debió ser a fines del segundo milenio antes de Cristo. Es de las pocas cosas  que nuestros antepasados  tuvieron claro porque, sencillamente, es lo que más salta a la vista: buscar un caballo grande para que nos lleve mejor.
Desgraciadamente, las otras dos leyes, tan importantes como la primera –la que más  salta a la vista-, aunque se desconocían (ningún clásico de la Equitación habla de ellas), los grandes maestros sí que las intuían y, a su manera, las hacían respetar . Pero estamos en el siglo XXI, y no tiene nada que ver la Equitación actual  -de ocio o de deporte fundamentalmente- con la anterior a la 2ª contienda mundial, cuando el caballo era instrumento de trabajo. Y los avances científicos están consiguiendo no sólo que el deporte se haya convertido “en otro deporte” sino que sea deporte para todos y no privativo de los mejor dotados (o privilegiados). Hoy empieza a ser posible que la actitud, y no la aptitud, nos lleve a la altitud. Y esto depende de la voluntad y conocimientos del individuo. Y del conocimiento científico es de lo que más adolece nuestro deporte.   
 Precisamente, la 2ª y 3ª ley son las bases de la buena Equitacion.
La 2ª determina la buena posición, que debe ser la mas ergonómica para el caballo. Aunque ha habido –y aún siguen habiendo- ciertas modas, cada vez hay una conciencia más exacta de la posición ideal a caballo. Hace muchos siglos que la experiencia –a la fuerza- hizo que las monturas de culturas muy distantes fueran, mecánicamente, muy similares, como las tártaras, árabes y vaqueras nuestras, que exigían al jinete una posición inamovible y un equilibrio perfecto (entonces el jinete echaba muchas horas a caballo  ¡y sobre el mismo caballo normalmente!).  Es el equivalente a caballo de los puntos de aplicación de una mochila. La posición a caballo debe ser, principalmente, la base de un perfecto equilibrio el cual debiera ser la aspiración de todo caballista que se precie. Podríamos decir: “sin equilibrio no hay caballista” (como sin equilibrio no hay deportista).
Y la 3ª ley nos dice que el caballo nos debe sentir siempre de la misma manera. O sea, equilibrio y coordinación de movimientos para no interferir en los movimientos del caballo en ningún momento, respetando siempre el gesto confortable y económico del caballo, lo cual exige un buen conocimiento de la mecánica –y de la mente- del caballo.
Y aquí debo hablar de lo que he aprendido al respecto de la ESCUELA DE EQUITACION GUADACORTE.
He visto varios vídeos de los que ha colgado Mercedes en su muro: recorridos de salto de sus alumn@s  con caballos, o ponis, sin nada en la boca. Lección que he podido sacar de lo visto, o sea, de lo que me entra por los ojos: no he visto ningún caballo, o poni, que se desequilibre en la batida de ningún salto. Llegaban más o menos cerca, pero todos,  podían echarse para atrás sin problema: gesto confortable y económico en ese momento.  Este facilitar el gesto de báscula del caballo en la batida, no se ve a menudo en los recorridos de menores y aficionados. Naturalmente tenemos prisas por pasar el salto o reaccionar a lo que nuestra amígdala (del sistema límbico) nos dicta y, en ambos casos, es prácticamente imposible coordinar bien con el caballo  en las pocas décimas que dura la batida: o nos adelantamos –lo más normal- o nos “quedamos en el rabo”, causando el inevitable desequilibrio en el caballo: no se respeta la 3ª ley. En cambio, con las riendas a la cabezada de cuadra, por un lado el caballo difícilmente pierde el equilibrio –tiene complicado el apoyarse en la mano- y, por otro, el jinete se habitúa a quedarse más quieto al sentir al caballo más equilibrado y cómodo aunque la sensación de control es distinta. De esta manera se respetan mucho más la 2ª y 3ª leyes. Y es entonces, conociendo ambas leyes, cuando son mucho más fáciles de ver y, sobre todo, de darles la importancia que tienen.
Un ejemplo, el Campeonato (maratoniano) de España de Menores que finalizó ayer. La inmensa mayoría de los participantes respetaban la 1ª ley. Y muy pocos, la 2ª y 3ª. Conclusión: he visto caballos buenísimos que, a pesar de los errores de sus correspondientes “mochilas inteligentes”, iban tan sobrados que poco les afectaba dichos errores. Y tengo bien claro que un menor no está obligado a hacerlo todo perfecto y comportarse como un caballista adulto y experto. Pero se ha de ver –o notar- que tiene una buena base. Que “quiere” hacer en cada momento lo que “debe”, aunque no le salga; tienen edad de ir aprendiendo lo mejor posible, no de “ejecutar” perfectamente. 
Estos días de Campeonato le insistía a mi alumno Antonio a diario: cuanto más difícil e incómodo te lo pongas, más fácil y cómodo se lo pones al caballo. No sé las palabras que utilizará Mercedes con sus alumn@s, pero el concepto es exactamente el mismo (es lo que creo yo): ponérselo bien fácil al caballo para que pueda hacer de una manera confortable y económica lo que deba hacer  (hay quien le llama a esto el hacer las cosas naturalmente. Yo prefiero hablar del gesto confortable y económico).
Conclusión: las tres leyes son igualmente importantes: la 1ª se ve fácilmente y la 2ª y 3ª se hacen bien después de conocerlas y repetirlas miles de veces. Aquí está la verdadera Equitación
Y no me enrollo más aunque es inevitable reflexionar sobre lo que nos dijo Aristóteles:
“MIRAR es recorrer con los ojos lo que está ahí y CONOCER es buscar lo que no está ahí, el ser de las cosas”. 
El mundo del caballo, lamentablemente, sigue rondando el paleolítico. Mientras los enseñantes no cambien, seguiremos en él. Y casi diría que vivimos erncantados. Seguro que hay una diferencia abismal con otros deportes.
Acabo transcribiendo lo que considero interesante para nosotros de un artículo que leí ayer en la prensa escrito por Daniel Capó, referente a la educación en España, comparándola con la finlandesa:
“… la clave de la bóveda que sustenta el éxito del sistema es la calidad del profesorado, escogido entre las élites de cada promoción……. En Finlandia, la meritocracia llama a las puertas de los maestros”.
Y acaba el artículo:
“La transmisión del saber no funciona en nuestro país. Correctamente, quiero decir. Y ejemplos como los de Finlandia, Corea del Sur o Singapur nos demuestran que existen soluciones. Diferentes en cada caso, conforme con la realidad de cada sitio. Pero existen. Y hay que aplicarlas”
Yo además tengo la grandísima suerte de poder aprender de mis hijos y de bastantes alumnos.
Paz y espero que os sirva a alguien