jueves, 21 de mayo de 2020

Tercera ley de Newton: Principio de acción y reacción.

Hace años escribí sobre ella en la revista Galope. Hoy voy a intentar aclarar ciertos puntos, que ahora considero muy importantes, de por qué y cómo podemos aplicarla a caballo. Hoy en día, como en todos los deportes, la precisión es cada vez más necesaria. Y ya salta a la vista en la alta competición de casi todas las disciplinas hípicas. Lo cual quiere decir que debemos ser más exigentes en la base, por aquello de "casa sin cimiento se cae presto" (PFdAndrada). Y voy a empezar por el ""contacto ideal"" que hay que conseguir; primero analizando el problema que nos encontramos al intentar ponernos en contacto con el caballo. ¿Cuál es el problema? Que el caballo no quiere saber nada de nosotros -mas bien de nuestra mano- y nos lo manifiesta con la boca. Repongo la frase que colgué el otro día de P Fernández de Andrada: "Porque los caballos no hablan para decírnoslo y cuando alguna vez por demostraciones o movimientos que hacen con sus bocas, los podríamos entender, es tan poca nuestra experiencia que no caemos en ella".. Pero sí sabemos ahora las tres maneras de manifestarnos ese desacuerdo: 1.- quedándose detrás de la mano 2.- jalando la mano, o sea, tirando hacia delante cada vez que siente la mano. 3.- pesando a la mano (¡Qué pesao!) El denominador común es que tanto huyendo de la mano como tirando o pesando, lo hacen siempre, o casi siempre, siguiendo la misma línea, la del eje del cuerpo del caballo: hacia atrás o hacia delante. 1.- ¿Cómo mantenerle el contacto a un caballo que no para de negarse a hacerlo? Muy sencillo (en teoría): aplicándole la tercera ley de Newton: lo primero, ser conscientes de que el caballo hace un único gesto: echar la boca atrás; luego sólo hacia atrás puede esquivar el contacto. Solución: subo las manos y tenso ambas riendas. Podrá mover la cara al principio, pero no podrá evitar el contacto porque tenso la rienda hacia arriba, no hacia atrás. ¿Cuál es el problema? Hacer un buen uso de manos/brazos, o sea, tener manos y brazos bien educados. Éste es el mayor problema. Como ya he dicho varias veces, la tensión de las riendas depende de los dedos, no de los brazos. Con los brazos tiramos y con los dedos resistimos. Y con los brazos cambiamos el ángulo de las riendas. Insisto, o aclaro, una vez la rienda tensa al cambiar el ángulo, ya será sólo con los dedos los cambios de tensión. Y es lo que necesita el caballo. Y los caballos, igualito que nosotros, sobre una rienda tensa -pero que no tire- distingue perfectamente los cambios de tensión y de ángulo. Lo primero que hemos de aprender, adecuar nuestra mano a la boca del caballo. Que la sienta en todo momento -mantenemos la comunicación- pero que no la sufra (sin tirones). En lugar de ponernos a hacer cosas con el caballo cuando nos montamos, si empezamos por pensar cómo lo debo hacer para que me entienda, y desde el primer momento, enseguida nos daremos cuenta que sólo tensando las riendas, pronto se nos pone a la escucha porque su atención, al no perder el contacto, la pondrá en nosotros y no en el entorno, como suelen hacer cuando no hay contacto constante. Conclusión: Al tensar (y tensar no es tirar) hacia arriba, con las manos bien altas, no le queda más remedio al caballo que tirar hacia abajo (más que tirar lo que hace es mantener el contacto cambiando la posición del Balancín) y sólo hacia abajo, con lo que su cruz y su dorso subirán necesariamente. Y los pies entrarán. Con el caballo, cuando hacemos las cosas meticulosamente bien, nos encontramos con haber resuelto más de un problema. 2 y 3 en ambos casos la mejor solución es comenzar por no tirar cuando ellos tiran y/o doblar (segunda ley). Y, como en el primer caso, para provocar un buen contacto y la estabilidad del balancín, subir las manos y las riendas tensas para que tire hacia abajo. Ese tirar hacia abajo, por el ángulo de la rienda, se queda en un simple contacto, que hace trabajar en las mejores condiciones a la línea superior del caballo.
Paz y espero que le sirva a alguien

viernes, 1 de mayo de 2020

TEMA 3. LAS TRES LEYES DE NEWTON APLICADAS AL CABALLO. 2ª parte



Segunda ley de Newton.
"El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime".
Ésta ley hay que cogerla con alfileres para adaptarla a nuestro monta diaria.
Espero, al menos al final, ser convincente para que os lo creáis y, sobre todo, que entendáis el por qué de su utilidad.
Comienzo por decir que es el origen de la espalda adentro. Y demás trabajos en incurvación.
Resumiendo, en lo que a nosotros respecta, nos aclara que la fuerza es proporcional a la masa y su eficacia se manifiesta en línea recta.
Qué aplicación hacemos a caballo? Dos totalmente opuestas y que corresponden a dos momentos distintos del proceso normal de doma de un caballo.
Al principio de la doma - educación - del caballo, los objetivos básicos son control y comunicación. Una vez superados, vendrá el entrenamiento específico de cada disciplina

Y -al necesitar controlarlo- lo primero que hemos de tener en cuenta es que el caballo tiene una masa, aproximadamente, diez veces la nuestra. Luego es diez veces más fuerte que nosotros. Y que esta fuerza se manifiesta en línea recta.
Luego quiere decirse que sólo cuando el caballo está derecho, será diez veces más fuerte que yo.
Luego si  le rompo su eje, -le doblo, a ésto a caballo le llamamos incurvar-  esa fuerza diez veces la mía, puedo convertirla en menos de la décima parte. De esta manera, y sin luchar, el caballo no me gana. (Lo primero que hacemos cuando tenemos que empujar muy fuerte sobre algo,  es alinearnos porque en cuanto nos salimos de ese eje notamos que somos menos eficientes).
De ésto debieron darse cuenta los hombres de a caballo cuando se empezó a utilizar el pilar único en el siglo XVII, porque mantenía al caballo siempre incurvado, lo que les haría sentir el poder que les daba.
Enseguida se puso en práctica por toda las pistas de las academias de entonces. Y se le llamó "la cabeza en la vuelta y la grupa afuera".
En 1658 el Duque de Newcastle escribe: "hay que darle a la cabeza un pliegue total desde la nariz hasta la grupa, para romper todas las resistencias".
En 1599 (59 años antes), Pedro Fernández de Andrada ya  recomendaba el ponerles la boca en el estribo a los caballos que se defendian.
Lo que nos dejaron claro es que la primera función de la incurvacion del caballo era la de evitar defensas o resistencias y, para ello, doblar (o incurvar), o sea, romperle el eje al caballo. Es decir, servirse de la segunda ley de Newton pero al revés y que por cierto, las dió a conocer creo, el mismo año en que Newcastle publicó su libro.
A principios del XVIII, el barón d'Eisemberg habla de este ejercicio,  todavía con la mentalidad correctora: " para caballos caprichosos, que se defienden, turbulentos o poco atentos al caballero".
Pocos años después, La Guerinière, impuso el concepto de"espalda adentro", poniendo el énfasis en la consecuencia del primer motivo (o causa), el control y, como consecuencia, el flexibilizar al caballo. (También hay que tener en cuenta que los caballos que le llegaban a él eran de la mejor calidad). Su descubrimiento fue la estilización del ejercicio original.
Y conviene tener claro, cuando montamos, que el primer efecto que siente el caballo es el de no poder salir huyendo o agarrarse porque le hemos roto su posibilidad, o capacidad,  de hacer lo que quiera. Es una llave de jiu jitsu suave y controlable. Porque podemos acrecentar su fuerza conforme aumentamos el doblar. Como consecuencia - y gracias al espíritu colaborador del caballo-, es la apertura a la flexibilidad, atención y adhesión. Otra consecuencia importante: las embocaduras se fueron dulcificando.
Pedro Fernández de Andrada tenía muy claro lo que quería conseguir, pero aún no sabía cómo. Por eso su recomendación: "Hazle en el cerebro la mortal herida", como queriendo decir que al caballo, siempre, hay que ganarle sin luchar.
Y la segunda ley de Newton nos lo enseña, sólo que al revés.
Segunda aplicación de la segunda ley de Newton: cuando llega el momento de poner al caballo bien derecho para que todo su potencial sea eficaz.
Porque el caballo, desde que nace, está más o menos torcido, lo cual exige su enderezamiento - rectitud- para alcanzar la eficacia total de sus fuerzas.
Desde D'Auvergne, fines del siglo XVIII, hasta Licart, siglo XX, todos los autores insisten en la importancia de la rectitud en el caballo. Y, lógicamente, también todos los autores adictos a la Escala de Entrenamiento alemana.
Conclusión: al principio de la doma del caballo nos servimos de la segunda ley de Newton, rompiéndole el eje, para dejarle bien claro que nuestra relación no se basa sobre la fuerza sino sobre la comunicación y colaboración.
La segunda etapa será la de aprovechar las ventajas de la incurvacion para ponerlo flexible.
Y la tercera será la de buscar la rectitud.
Y durante todas estas etapas, siguiendo estrictamente el consejo del rey absolutista de El Principito:
No pedirle al caballo, en ningún momento, nada que no pueda hacer.
Y si a la segunda ley de Newton le añadimos el momento de inercia, y aplicamos ambas leyes en la educación y entrenamiento del caballo, conseguiremos nuestro objetivo: que sea
"Deleyte de Cavalleros y placer de los Cavallos"
Título del libro que publicó Lucas Maestre de San Joan en 1735

(Foto retocada por ADA)

Paz y espero que le sirva a alguien