jueves, 30 de diciembre de 2010

ACERCA DE LA FLEXIBILIDAD DE LAS ARTICULACIONES

Ayer le comentaba a Julia la importancia que tiene, en el trabajo cotidiano, el control –yo diría que riguroso- de las articulaciones, tanto las del caballo como las nuestras. Y le ponía el ejemplo de las múltiples transiciones que, en una sesión de monta, le pedimos al caballo y que éste nos suele reaccionar moviendo cuello y cabeza. Prácticamente, es el mismo problema que comentaba en el artículo de la Copa Presidente del mes pasado.

Pero hoy añado dos frases que creo que os ayudarán a comprender y resolver mejor el problema.

Una es de la Dra Deb Bennett del estupendo capítulo “The Ring Of Muscles” de sus libros “Conformation Analysis” y que dice: “El entrenamiento físico de ambos (j/a y caballo como pareja de baile) consiste en la flexibilidad de las articulaciones de los miembros y cuerpo, y así distribuir los movimientos bruscos por el máximo de articulaciones posibles, pero no disminuir los movimiento bruscos”. Esto es perfectamente aplicable al caballo y a j/a, sobre todo en el salto. Por esto vemos en la élite, que aparentemente no hacen nada. Lo mismo podemos decir de las transiciones.

La otra frase es de Dominique Olivier, de su colección de artículos titulados “L'equitation raisonnee” cuando se refiere al remetimiento de los pies, y que nos aclara perfectamente el funcionamiento de las articulaciones. Lo mismo: aplicable a caballo y caballista. Dice así: “remetimiento de los pies haciendo flexionar el mayor número de articulaciones posibles, desde los riñones hasta los menudillos. Más articulaciones diferentes se flexionan para un mismo fín, menos debe flexionarse cada articulación. Este reparto del trabajo sobre todas las articulaciones facilita el trabajo del caballo. Más vale activar un poco varias articulaciones que mucho una sola. Esta sinergia facilita además, la movilidad de las otras: una articulación a mitad flexionada, dispone de mucha más latitud de acción en los dos sentidos, que una casi totalmente flexionada”

También esto ayudará a comprender mejor los artículos sobre “La columna vertebral, origen del movimiento”

Paz y espero que os sirva a alguien

sábado, 25 de diciembre de 2010

MI ORACIÓN NAVIDEÑA

Este año voy a seguir pidiéndole a Dios (Alá, Yahvé) por mis alumnos –y desde hace 360 días por mis lectores también- para que nos dé paciencia y serenidad para

- aceptar las cosas (o caballos, o nosotros mismos) que no podemos cambiar;

- fortaleza y coraje para cambiar las cosas (o caballos o nosotros) que sí debamos cambiar,

- y sabiduría para discernir ambas.

Y de paso, un poquito de voluntad de querer cambiar.

Ah! Y que tengamos siempre bien presente el verso de Juan Ramón Jiménez: “qué difícil es juntar el tiempo de frutecer con el tiempo de sembrar”. Y vale para caballistas y para padres.

Paz y Feliz Navidad. Y esta vez espero que os sirva a todos.

P. S. Esta es mi versión de la oración del Dr. Niebuhr. La leí por primera vez en un libro de caballos “HORSES are made to be HORSES” (Los caballos están hechos para ser caballos) de Franz Mairinger. Desde entonces, hasta en periódicos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

ACERCA DE LA RAMITA EN EL SUELO

Es de lo que me sirvo para enseñar a llegar a la distancia correcta en el salto. Y no falla.

La razón -o las razones-?, se me ocurren dos:

1ªLa mirada: parece ser que es muy importante en el salto, pero resulta que hoy en día ya nos vamos convenciendo de que no hay que mirar al salto. El mejor ejemplo en España, nos lo da Margaret Mollet. Al primero que recuerdo que nunc a miraba el salto en entrenamiento fué, por el año 65 del siglo pasado, al insigne Alfonso Queipo de Llano cuando entrenaba en la Escuela. Posteriormente, Michel Robert, Sally Swift y más, nos dicen que hay que utilizar la mirada panorámica ante el salto en lugar de la focal.
Pero los que me han aclarado lo que es la mirada humana, han sido Berthoz -citado por Dominique Olivier en uno de sus magníficos libros sobre caballos- que dice: "en lugar de mirar a dónde va, el individuo va a donde mira". Primer dato importante. Y el otro es Zutt, del que leí -no era un libro de caballos aunque me reveló algo importantísimo-: "Zutt ha llamado la atención acerca del hecho de que, cuando un sujeto mira un objeto en el espacio, su yo está más en el objeto mirado que dentro, por así decirlo, de su propio espacio corporal. La acción, pues, de mirar parece rebasar los propios límites de la corporalidad". Ejemplos que todos hemos vivido: cuando alguien se pega una nata a caballo -o vemos dos coches chocarse-, siempre nos impresionamos. Por qué? porque la mirada nos pone en en el lugar del accidente o del accidentado. Otro ejemplo: al ir hacia el salto, muchas veces se tiene la sensación de atropellarlo. ¿Por qué? porque nuestra mirada nos lleva a donde miramos, o sea, que acabamos llevándonos la barra con los dientes. Como cuando, conduciendo,vemos algo en la carretera que queremos esquivar y acabamos pasando por encima.

2ª razón: Cuando saltamos a caballo, es muy normal hacerlo con criterios humanos. Me explico: cuando saltamos, seamos especialistas o por simple necesidad, siempre lo hace el humano desde el pie del obstáculo. Más que una parábola, el humano lo que describe en el salto es una especie de elipse: sube verticalmente, pasa el obstáculo y vuelve a bajar también verticalmente. En cambio, el caballo, lo suyo es hacer o describir un parábola totalmente curva, incluso un poco aplanada. O sea, totalmente opuesto a lo natural para el hombre. Por eso vemos en muchos recorridos de aficionados, sobre todo en los verticales, meter un tranco de más para meterlo debajo, lo que para el caballo es totalmente antinatural.

Conclusión: como ya sabemos que la distancia ideal de la batida de un caballo es, para un vertical, una vez y media dicha altura, si ponemos una ramita a la distancia correcta y la miro, la mirada me llevará a ella con un error mínimo. Después de un montón de repeticiones, en entrenamiento, en todos los saltos, una barra de llamada a un metro del pie del salto. No exagero. Y no mirar nunca la barra para no ser atraído por ella. Esta sí que es una atracción fatal. Para los fondos, la distancia de batida ideal es muy poco más corta.

Otro consejo: Muy importante pasar barras en el suelo pero, mirando más de medio metro por delante de la barra, buscando una batida que nos parece lejos. Pero que no lo es.

Paz y espero que te sirva, Israel. Y a alguno más...

martes, 21 de diciembre de 2010

ACERCA DE UN RECORRIDO PEDAGÓGICO

Os invito a que veais con detenimiento este vídeo de DANIELLE COOPER. Sé de ella lo mismo que vosotros estais viendo. Pero muchas enseñanzas podemos sacar.Os escribo mis conclusiones u ocurrencias después de haberlo visto unas cuantas veces. Y que conste, que cada vez descubro algo nuevo.
Debe ser un recorrido Hunter moderno, muy del estilo de mi prueba EquiQ.
A continuación mis conclusiones.


-Es una mezcla de recorrido de salto con recorrido de doma, sin letras, pero con transiciones a los tres aires entre los saltos.

-Primer dato que nos aporta la silueta del caballo (el “frame” de los americanos): posición del cuello y cabeza exactamente la misma a lo largo de todo el recorrido, incluídas las transiciones, la aproximación al salto y la recepción del mismo. Sólo estira el cuello durante la parábola del salto porque es el único momento en que el caballo no apoya ningún pie en el suelo (lógico). Pues tan lógico como esto es dejar que “emplee” el cuello sólo –como decía antes- cuando no tiene ningún pie en el suelo. Al primer jinete que recuerdo capaz de salir del salto con el caballo ya equilibrándose, fue al incombustible HUGO SIMON montando a Apricot. Yo juraría que fue el pionero en esta inmediata recuperación del equilibrio después del salto. Sigue siendo dificilísimo hacerlo medianamente bien. Para aprenderlo pronto, están estas pruebas entre las que incluyo a mi EquiQ, de la que estoy orgullosísimo. Es mi aportación a la pedagogía de la Equitación. Ni de salto ni de doma, sino deportiva y de respeto al caballo.

-Las transiciones las hace manteniendo cuello y cabeza en la misma posición: al caballo, el cambio de equilibrio no le queda más remedio que hacerlo con los pies

-Las dos transiciones trote galope las hace saliendo en trocado, primero a la izquierda y la siguiente a la derecha

-Las ayudas o señales de la amazona, totalmente invisibles: “que el caballo lo sienta pero que nadie lo vea”

-A la salida del caer y batir da dos trancos de galope y cae perfectamente al trote. Los dos saltos siguientes son los únicos en los que el caballo no pone los antebrazo totalmente horizontales>; señal de que está un poco más sobre las espaldas. Casi diría el propio del trote

-En el último salto se aprieta un poco pero sin llegar a correr ni a cambiar la silueta (el “frame”). Apretar el culo –impulsarse más- no tiene que ser correr. Impulsión y velocidad son dos conceptos totalmente distintos y muy fácil de confundir en la práctica. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

-Detalle importante: Danielle, apenas si baja el talón, luego no hace fuerza sobre el estribo; luego no bloquea la articulación; luego no pierde en absoluto el equilibrio en ningún momento

Paz y espero que os sirva a alguien



martes, 14 de diciembre de 2010

CONTESTANDO A CLAUDIA (sobre el equilibrio en el salto)

"tengo un caballo desde hace casi un año. Cuando lo compré lo estaban enseñando para doma, pero (...) me dio buena impresión también para salto, ya que es un caballo grande y con mucha fuerza, y me parecía bastante rápido de movimientos. Después de dos meses de trabajarlo para salto con mi nuevo entrenador hemos visto que el caballo es un poco rígido, no es ágil en la batida,no acaba de remeter bien los posteriores para partir, salta "de flecha" y se lleva siempre alguna barra por delante, y es una pena porque el caballo tiene fuerza y no rehusa nunca frente al salto"

Hola Claudia:
Por los datos que me das: rígido, poco ágil en la batida, sin meter los pies, saltando hacia delante y llevándose barras -supongo que con las manos-, el problema del caballo es que llega al terreno del salto y bate con muy mal equilibrio. A lo mejor hasta te pesa a la mano. Y es que el equilibrio para saltar no es el que yo siento y más o menos apruebo, sino el que el caballo necesita precisamente para saltar. Por comodidad abandonamos al caballo quitándole todo apoyo y lo que realmente conseguimos es que llegue sobre las espaldas. Y así imposible saltar.

Lo primero que hay que conseguir es que aprenda a avanzar al paso con la nuca bien alta. Al principio les cuesta la vida. El mejor recurso es siempre la fusta larga pero nunca para que huya hacia delante, sino para que aprenda a meter los pies, apretar el culo y que avance. Como siempre, hay que empezar por enseñar al caballo al paso. Incluso saltaría al paso cruzadas con barra de tranqueo a menos de tres metros, y barra de llamada a más de medio metro. Y conforme le vayas subiendo el salto, ir separando la llamada. Sin ningún miedo. Esta posición, muy incómoda para el caballo en principio, es totalmente necesaria para cambiar su equilibrio y la elasticidad de todas sus articulaciones, imprescindibles para saltar bien y en las mejores condiciones para él. Estoy seguro que si te bajas de él y le saltas en libertad, verás que lo primero será subir la nuca y bajar la grupa porque mete los pies. Pues contigo montada que aprenda lo mismo: nuca bien alta y que avance.

Insisto en la barra de llamada bien salida. A partir del metro de altura, un metro salida la barra. Como mucho, se equivocará una vez y meterá la pata. Pero dudo que vuelva a cometer el mismo error. Que el caballo aprenda a aguantarse donde deba, y no donde a él y a ti os resulte cómodo. Los caballos no tienen ningún sentido del futuro. En cambio nosotros lo tenemos siempre presente. Es la base de toda enseñanza. Con los niños lo tenemos asumido; pues con los caballos también.

Paz y espero que te ayude a disfrutar más de tu caballo. Y que le sirva a alguien más.

lunes, 13 de diciembre de 2010

ACERCA DE LOS ADUCTORES

Hola, Ramón y muchas gracias por tu comentario. Espero que te sirva mi opinión sobre los aductores.

Aunque eres bastante más joven que yo, doy fe de que conoces el mundo del salto desde hace, por lo menos, un tercio de siglo largo. Y, consiguientemente, has ido tomando nota -y me consta que en ello estás- de los cambios tan vertiginosos que se han ido produciendo. Pistas más pequeñas, trazados sinuosos, obstáculos más delicados, velocidades de vértigo. En fin, amontonamiento de la faena, tanto para el caballo como para el caballista. Como consecuencia, una nueva exigencia: precisión.

Hasta hace unos años había una monta italiana, otra francesa, otra americana, otra alemana, etc, etc. Hoy en día sólo existe una monta: la precisa para que el caballo salte en las mejores condiciones y con el mínimo esfuerzo. Lo que en deporte, en ergonomía y en cualquier actividad corporal (yo creo que todo es lo mismo) es el gesto confortable. No sé si viste hace unos días el Gran Premio de Helsinki: 14 obstáculos en una pista de 60x30. No vi a nadie agobiarse por disponer de 2 ó 3 trancos en línea recta para atacar el salto. Y así uno detrás de otro. Posición de todos los participantes: si no irreprochable, sí de sobresaliente todos.

En los recorridos actuales los cambios de equilibrio son numerosos en poco más de un minuto. Y aquí no vale diferenciar el del caballo y el del caballista porque ambos deben ser uno. Y para una buena fijeza en la montura con el fin de acompañar todos los movimientos del caballo, el caballista ha tenido que acortar un poco los estribos para facilitar la fijeza en la montura gracias a los ADUCTORES, músculos que hacen que presionemos la rodilla contra la montura (en cambio, los abductores son los que separan las rodilla -la pierna- de la montura). En la alta competición es curioso ver como muchos caballistas utilizan la pierna más para equilibrarse y fijarse en la montura (rodillas apretadas gracias a los ADUCTORES) que para poner delante a los caballos. Normalmente, el ir siempre adelante y sin perder en ningún momento el equilibrio, es la base del entrenamiento de estos caballos. Están tan machacados, que ya en la pista no necesitan más que un excelente pilotaje. Esto mismo dijo Ph. Lejeune de Hickstead después de montarlo en la final del Campeonato del Mundo

Además tengo comprobadísimo en nuestra monta de estribos cortos, con alumnos desde tanda para arriba, incluso bien arriba, que si todas las transiciones -incontables las que se hacen en el trabajo cotidiano con un caballo- se hacen fijando previamente la rodilla en la montura -gracias a los ADUCTORES-, desde el primer tranco de la transición, ésta es correcta, y el caballo encantado porque no le damos culadas ni tirones. Es todo pura fluidez, como debe ser. Porque esta fluidez le permite al caballo el poder hacer todos sus gestos confortables. Para mí, el objetivo del trabajo diario, gimnasia, doma, o como queramos llamarle es, siempre, el gesto confortable del caballo. Y como tengo bien claro que, primero que nada, soy una masa transportada, como un niño llevado a hombros o como una mochila, si además soy inteligente, mejor para el caballo.

Primera condición: fijeza en los puntos de aplicación. Segunda condición: que nos sientan siempre de la misma manera, más fijeza. Recurso disponible de la persona: pies debajo del culo y ADUCTORES fijando la rodilla en la montura. Y todas la articulaciones elásticas para que el gesto de amortiguación constante a caballo al trote y galope en suspensión y en el salto, se reparta entre todas las articulaciones y no en unas pocas. Lo que bloquea las rodillas no son los ADUCTORES, sino la mala posición del pie. Cuántas cosas nos faltan por descubrir para ponerles más fácil al caballo nuestra monta.

Hace poco más de medio siglo, Desmond Morris decía que si el perro era el mejor amigo del hombre, el caballo había sido su mejor esclavo. Y digo yo: a la Historia me remito. Pero también digo y creo que estamos en una época de buscarle el cambio de condición.

Ramón, paz y espero que te sirva a ti y alguno más

sábado, 11 de diciembre de 2010

ACERCA DE LA POSICIÓN (contestador del blog: a Israel)

A Gabriel, Eduardo y Jorge (una pena Jorge que no te animes a colaborar más), tengo mucho que agradeceros porque sois mis cirineos
Israel: ¡claro que me acuerdo de tí! y de tu yegüita castaña.
Te doy mi versión de cómo mejorar postura y equilibrio. Una de las cosas que aprendí a practicar desde el primer día de mi época de seminarista -y que no he dejado de practicar desde entonces- es la meditación; reflexionar sobre mi vida pasada en todas sus facetas para intentar mejorar mi vida futura inmediata, o sea, empezando por mi presente. Y cómo aprendíamos: meditando. Como el forjador aprende forjando.

Aplicación a mi vida de caballista que quiere mejorar posición y, consiguientemente, equilibrio. Uno sin otra, no existen. Primero, saber exactamente dónde estoy o, mejor dicho, conocer mi cuerpo al dedillo para saber qué partes de él están en su sitio y cuáles hay que mejorar. Aunque nuestros gestos son mucho más sencillos que los de un bailarín, su transcendencia es la mima en cuanto a que afecta, y mucho, al equilibrio del caballo. Y reconozco que es muy difícil tomar conciencia de ello. Pero hay ejercicios muy simples que nos ayudan a darnos cuenta. Pongamos el zoom: si a caballo parado, hago como que troto a la inglesa a cámara lenta, pronto me daré cuenta si soy capaz de mantener el equilibrio sin ningún esfuerzo extra de ningún segmento de mi cuerpo: no hay tensión más que en los músculos que nos aguantan de las piernas. Los músculos de la espalda no tienen que intervenir. Si el pie está siempre debajo del culo, la espalda ligeramente adelantada para que no haya ningún segmento de nuestro cuerpo en la vertical, cada vez que volvamos a la montura, las articulaciones impedirán la culada. La culada es señal importante que nos dice si perdemos el equilibrio. Así pues, ninguna tensión muscular innecesaria y, fundamentalísimo, ninguna articulación bloqueada. Soy consciente de la cantidad de veces que he repetido la palabra "ningún". Cuando es de vez en cuando y, mucho peor a menudo, es porque lo estamos haciendo mal. Las culadas, desplazamientos del culo (adelante o atrás y hacia los lados) y colgates instantáneos de las riendas son evitables, aún cuando creemos lo contrario, en los aires más vivos.

Aquí entra lo segundo: la voluntad de cambio, el propósito de la enmienda. El gran problema del aprendiz humano es que, para incorporar algo nuevo, muchas veces nos toca reestructurar lo que veníamos haciendo. Y esto es lo que nos suele pasar a caballo. "Si llevo muchos años manejándome a mi manera a caballo, para qúe voy a cambiar, si aparentemente va a ser muy poco pero con un costo mental y físico muy grande". Es muy fácil en caer en la tentación de este pensamiento. Cuando la verrdad es que el hábito de la voluntad de cambiar y los pequeños cambios que vamos añadiendo, son los que construyen y conforman al verdadero caballista. Reflexión para conocernos mejor y conocer mejor al caballo. Tener objetivos bien claros, lo cual exige más conocimientos. Y voluntad de querer cambiar. En la Equitación nos encontramos montones de túneles y, sólo cuando estamos bien metidos, empezamos a vislumbrar la luz. Cuantos cambios de accesorios -sobre todo artilugios y embocaduras-, incluso de profesor o de caballo, cuando el primero que debe cambiar es uno mismo. Razón tenía el gran historiador Toynbee al decir que a la humanidad siempre le ha gustado más cambiar de habitat para no tener que cambiar de hábitos.
Y no hay que olvidar nunca los aductores...

Paz y espero que os sirva a alguien más

martes, 30 de noviembre de 2010

ACERCA DEL EQUILIBRIO (a propósito de la COPA PRESIDENTE)

Este pasado fin de semana, en la Copa Presidente, les insistía a unos alumnos míos en que pusieran especial atención en MANTENER FIJA LA POSICIÓN DE CUELLO Y CABEZA del caballo. Sí se me ocurrió en ese momento, pero porque más bien me lo pedían los caballos; para hacer bien los recorridos necesitaban mantener más fijos cuello y cabeza. Se trataba de caballos poco expertos todavía en las pruebas medianas. ¿Por qué le dí tanta importancia a ese gesto o, más bien, posición del caballo?

Por lo que supone para el equilibrio y la conducción del caballo.

Hace 150 años BAUCHER dijo: “En nuestro siglo XIX, en el que todas las cosas deben ser tratadas científicamente, es normal que se le haya pedido a la ciencia el secreto del equilibrio”. Me interesa resaltar una palabra: “secreto”. En la Equitación, especialmente en la de salto en la que los cambios de equilibrio son contínuos, es muy difícil detectar cuál es el mejor en cada momento. En un recorrido, estos fallos en el equilibrio normalmente se los achacamos al caballo por la falta de entendimiento a nuestras órdenes. Estoy harto de oír repetidamente la frase: “Yo quería tal cosa pero el caballo no me ha respondido”, cuando la reflexión correcta sería: “Yo he hecho algo, el caballo ha respondido correcta o aproximadamente a ese algo, y no ha salido lo que yo quería. Debo buscar la solución buena yo, no achacarle el fallo al caballo”.

El caballo maneja su propio equilibrio, por un lado con el cuello y la cabeza –su balancín–, y por otro, con los pies. Nuestro peso y las acciones de la mano no le ponen fácil el manejar los pies, así que recurre principalmente a su balancín para los cambios de equilibrio, pero finalmente lo que hace es desequilibrarse. El símil con un coche sería el de utilizar continuamente el freno en lugar del cambio de marchas. El ejemplo más importante y a la vez más sencillo, es el de las transiciones. En toda transición, lo fundamental es que el caballo mantenga el cuello y la cabeza –el balancín– en la misma posición y que no se apoye en la mano, o sea, que se aguante a sí mismo y nunca en mi mano. ¿Cómo conseguirlo? Como todo: repitiendo no sólo cientos sino miles de veces sabiendo que las primeras –que pueden ser más de cien– saldrán un churro. “Aqua cavat lapidem, non vis sed etiam cadendo” (El agua no socava la piedra por su peso, sino por estar continuamente cayendo).

Es muy difícil detectar o sentir, como decía antes, el mejor equilibrio del caballo en cada momento, pero sí puedo ver y sentir su balancín. Si soy capaza de mantener cuello y cabeza en la misma posición, que no se apoye en mi mano más que cuando yo se lo pida y sólo tirando verticalmente, mi pierna sin MANTENERLE en el aire en que está, tengo clarísimo que todos los giros y transiciones que no paro de hacer –inevitables en una pista incluso grande– el caballo está haciendo esos continuos cambios de equilibrio necesarios en los giros y transiciones con los pies, puesto que su balancín permanece monolítico y sin posibilidad de apoyarse en la mano. Y de esta manera no existe el desequilibrio, porque los pies todo lo hacen entrando, y de delante no puede dejarse caer sobre las espaldas: garantía de equilibrio. Al final nos sensibilizamos –en esto consiste el tacto ecuestre– a ciertos gestos que nos garantizan el gesto confortable del caballo, que es de lo que se trata.

Ahora bien, si cuando estamos trabajando le dejamos que mueva la cabeza, se quede detrás de la mano (uf¡ qué cómodo) o que saque el pico (incómodo pero inevitable, así que a convivir con ello), o que pese a la mano, si no hay que saltar el control es engañosamente aceptable, porque luego en el recorrido resulta que no, que el control es muy malo, entre otras razones porque el caballo querrá utilizar su balancín para recuperar su equilibrio, cosa que le hemos permitido hacer inconscientemente en el trabajo en liso. Conclusión : “lo que sembremos desde el paso, es lo que recogeremos al galope”

La otra cuestión es que, cuando estamos saltando, si utilizamos excesivamente el balancín, subiendo o bajando, acortando o estirando el cuello, le damos pocas opciones al caballo a que utilice ¡como realmente nos interesa! sus pies. Otro símil: cuando nosotros aprendemos a patinar, por falta de control de nuestras piernas, abrimos los brazos y los movemos para equilibrarnos. Con el caballo ocurre lo mismo: al principio hay que dejarle utilizar el balancín, pero cuando ya está en situación de disponer bien de los pies, que sólo lo cambie cuando nosotros se lo pidamos. En el salto, cuando el caballo despega del suelo, es cuando necesita utilizar su balancín a tope.

Cualidad fundamental en el trabajo: CONCENTRACIÓN ¿sé lo que le debo pedir al caballo y se lo estoy pidiendo continuamente bien? Los caballos tienen una mente parecida a la de un niño de cinco años: su concentración es tan inestable que depende totalmente de la nuestra. Y nos engañan con una facilidad pasmosa.

Cambio el contexto de la frase de San Agustín y la aplico en mí mismo para resolver la mayoría de nuestros problemas con los caballos: “tú estabas dentro de mí y yo te buscaba fuera desesperadamente”. El problema está en nosotros y, mucho menos, en el caballo

Paz y espero que os sirva a alguien.

jueves, 25 de noviembre de 2010

CONTESTADOR DEL BLOG: a Pedro y Manuel

PEDRO: tu filosofía de la Equitación es buena, pero sin conocer al jinete ni al caballo, es muy difícil hablar de un método de trabajo. Mi pretensión con el blog es dejaros bien claros los principios para que luego cada uno los aplique a su manera y dentro de sus posibilidades. Te aporto ideas:
- El trabajo al paso es importantísimo. Te sugiero que leas "Acerca del paso", "Lo que sembremos al paso..." y "El cura montado..."
- El trote es menos importante para el caballo de salto. Sí que es muy bueno empezar por saltar al trote.
- El galope es el aire propio del salto, además de dar el fondo y la forma. Lo ideal sería, para un aficionado, llegar a galopar 20 minutos, con una recuperación intermedia como mucho. Pero hay que conocer al caballo. Y te recuerdo que el galope de salto es, o debe ser, peculiar de la disciplina.
- Salto: la técnica -más del jinete que del caballo- se aprende sobre saltos pequeños, incluso sobre barras en el suelo. Y esto se puede hacer casi a diario. Habituarse a galopar con barras en el suelo dispersas. De esta manera se entrena el seguir un trazado; es de las cosas más importantes que debe aprender el j/a.

MANUEL VÁZQUEZ: Mi amigo Manolo anima a los jóvenes -no sólo de edad sino también de espíritu, y aquí entramos ambos- a que indagueis y pregunteis. Nosotros, Manolo y yo, aportamos nuestra experiencia para que los jóvenes progreséis más rápidamente en el conocimiento y respeto del caballo y a ser mejores caballistas. Y mientras tanto nosotros seguimos cultivándonos. Gracias Manolo. Aprovecho para volver a poner la definición de CABALLISTA: "Persona que entiende de caballos y, además, monta bien". Yo aspiro a ser buen caballista. Para colmo de bondades, la palabra es asexual.

martes, 16 de noviembre de 2010

LA MANO COMO MONOMANDO (artículo escrito para la revista Galope)

Este es el artículo que he escrito para el último número de la revista El Galope.

Cuando montamos a caballo, el primer problema que se nos plantea es el de tomar conciencia de las diversas acciones a realizar con las manos. En los primeros estadios del aprendizaje de la Equitación, ante la falta de equilibrio, para sentirnos más seguros nos agarramos de las riendas, o sea, de la boca del caballo. Sin embargo se trata de un error que a menudo perdura en estadios mucho más avanzados, normalmente de manera inconsciente.

El manejo de un coche es más sencillo: el freno para frenar, el volante para girar, etc, y sólo el cambio de marchas requiere dos movimientos, apretar el embrague y cambiar (ahora, con el cambio automático, ni eso).

En cambio, a caballo, tan sólo cuando ya empezamos a sentirnos seguros, la mano es capaz de aprender a frenar y hacer girar al caballo, lo que es totalmente necesario para su control. Y más adelante, cuando además de sentirnos seguros –equilibrados—, somos capaces de coordinar nuestros movimientos con los del caballo, entonces aprendemos a equilibrarlo. Es ahora el momento de sustituir el freno por el cambio de marcha, sustituir los “tirones” por el control de la resistencia y del equilibrio. Y es que en el caballo, como en nosotros mismos, acelerar y frenar es un problema de equilibrio y no de fuerza.

Cuando ya todas estas cosas sabe hacerlas bien la mano, hay que aprender a des-contraer todas las articulaciones del caballo. Y, de paso, revisar también las nuestras. Es inconcebible un atleta (el caballo) o un deportista (el j/a) no debidamente relajado. A mí me gusta utilizar el concepto de “eutensión”, que lo aprendí del gran Vittorio Gassman, y que significa la tensión ideal para cada acción. Por supuesto, él lo aplicaba al teatro. A mí me sirve con el caballo.

Finalmente, la misión fundamental de la mano, con la ayuda del asiento y de las piernas lógicamente, es procurarle el gesto confortable al caballo en cada uno de sus movimientos o acciones. Esto es hacer feliz a un caballo: no pedirle nada que no pueda hacer (os recuerdo el capítulo X de “El Principito”), y ponerle en la mejor disposición de hacerlo. Baucher lo expresó concisa y perfectamente: “colocar y dejar hacer”. Steinbrecht, al “colocar” le dedica un montón de páginas en su “Gimnasio del caballo”.

Hay tres partes del cuerpo del caballo que mucho caballista desconoce y cuyo conocimiento ayuda a conseguir más correcta y rápidamente el gesto confortable:

- El ligamento nucal y su prolongación, el supraespinoso, en su papel de sostén. Para llevarnos y que se lleve bien. Como el humano.

-Los músculos abdominales, y sus antagonistas, los del dorso, en su papel locomotor y de sostén. También como el humano.

-Y la articulación “cérvico-torácica” (la de la base del cuello), tan importante como las articulaciones de la mandíbula, la nuca y el dorso –“la lumbo-sacra”–, y que como no se ve, no le echamos la cuenta que tiene. Veo a muchos caballos en apariencia “redondos” pero que no lo están correctamente porque les falta trabajar mejor dicha articulación. Como consecuencia, la tendencia es siempre a precipitar, más o menos sensiblemente, el paso, el trote o el galope. Así difícilmente se aguantan solos y lo normal es que pesen a la mano o que vayan detrás de la mano. Ya en otra lección anterior señalaba que el caballo es el único animal que tiene la misma sinergia cuello-riñones que tenemos los humanos, y es una de las principales características que lo distinguen de los otros animales domésticos.

¿Qué otras cosas dificultan la tarea de nuestras manos en la comunicación y control de nuestro caballo?

- El hecho de mandar desde el punto más lejano de su cuerpo; como, por ejemplo, la orden de que los pies entren más o menos según pidamos desde su boca.

- Las manos sólo actúan directamente sobre las partes del cuerpo del caballo que están entre su boca y nuestras manos. Es decir, sobre la cabeza, el cuello y espaldas del caballo. Sobre el resto se funciona por acuerdo con piernas y asiento, y por sinergias musculares, como decía más arriba.

- Al contrario que el resto de los animales domésticos, las señales que nos envía el caballo para mostrarnos sus desacuerdos o para temperar nuestros excesos, son señales táctiles –las resistencias–, y no auditivas (como gruñidos), ni visuales (poner una cara agresiva). Este tipo de desacuerdo, más difícil de discernir, hace que seamos capaces de convivir con él toda una vida: es la clásica mala boca. Al final, la culpa siempre del caballo: mala voluntad o mala boca.

- La mano del hombre –a caballo– es la propia de un depredador: la tendencia natural, y por eso tan difícil de corregir, es la de “agarrarse”, como acción agresora.

- La relación del j/a con el caballo se plantea más como la comunicación de dos sistemas musculares –eso sí, muy desproporcionados–, que como la comunicación de dos sistemas nerviosos. Es mucho más fácil utilizar la fuerza que el gesto correcto para que el caballo entienda lo que se le pide, y que pueda hacerlo. La inteligencia del caballo se parece a la de un niño que aún no ha llegado a lo que llamamos el uso de razón. Sí que es capaz de entender aquellos gestos del j/a que le predispongan a hacer lo que en ese momento son capaces de hacer. El caballo tiene una capacidad de aprendizaje enorme, pero siempre a partir de lo conocido. Y, desde luego, la fuerza enseña bastante poco. Al contrario que el hombre, el caballo progresa como si subiera una escalera peldaño a peldaño, y sin posibilidad de saltarse ninguno.

Hace relativamente pocos años comprobé que es posible enseñar a los principiantes a utilizar gestos que “comuniquen” a partir del momento que han adquirido el equilibrio a caballo que se lo permite. El “so” y el “arre”, las primeras acciones que se aprenden, pueden ser muy pronto “que el caballo las sienta, pero que nadie las vea”. Esta discreción es posible por la ausencia de la fuerza correlativa a una buena educación de la mano. Sigo dando todas las semanas alguna clase de tanda porque me ayudan a montar mejor. Nos preocupamos tanto de los objetivos finales que, a menudo, nos olvidamos de los principios. Mi trabajo cotidiano desde hace años, con mis alumnos profesionales, no es ni más ni menos que remacharles los principios para que su base sea bien sólida. Y no solamente para esto, sino también para mantener esa solidez. Creo que es lo que hacen todos los entrenadores deportivos. Como todo deportista que se precie, el caballista debe conocer su cuerpo a la perfección, no sólo para manejarse mejor a caballo sino también, y sobre todo, para comunicarse mejor con el caballo. Y el universo en el que nos movemos es, fundamentalmente, el táctil.

Actualmente, la élite del salto, disciplina en la que estoy más involucrado y mejor conozco, utiliza embocaduras más severas que hace unos años. Tres razones las justifican:

1ª Los caballos van mucho más revolucionados. La selección que ha hecho el hombre en el último tercio de siglo, ya le predispone a ello de natural.

2ª El nivel de precisión de los recorridos es también mucho mayor. El control parecido al de una jaca vaquera. Como diría Joaquín Olivera, la actitud del caballo expectante total.

3ª Amazonas y jinetes con cuerpo y manos muy educados. Incluso en momentos violentos, sobre todo las amazonas de élite, no se descomponen ni tiran. Esta educación ha propiciado el que hayan tantísimas amazonas en la alta competición. Está claro que esta disciplina cada vez es más femenina. Es un verdadero placer verlas montar.

Seguiremos la próxima lección con la mano y su educación.

Paz y espero que os sirva.

martes, 9 de noviembre de 2010

ACERCA DEL EQUILIBRIO (por Manuel Vázquez)

Esta vez no escribo yo... Le dejo la palabra a un amigo mío, médico, Manuel Vázquez. Como siempre, espero que os sirva.

"Un fin de semana de mediados de octubre he tenido el placer y la suerte de disfrutar del aprendizaje de algunos nuevos aspectos de la equitación con mi apreciado y amigo José Manuel, conocido en este mundo con el apelativo de El Cura. Al despedirnos, me ha metido el gusanillo de escribir algo en su blog, y me pongo a ello con sumo gusto.

Quiero adelantar que sólo soy un aficionadillo a la equitación, pues desde niño he sentido una verdadera necesidad de adentrarme en ese mundo del caballo y la frustración de no haber podido llegar a ser un jinete en toda la extensión de la palabra, quizás por haber tenido que dedicar mucho tiempo a formarme en mi otra actividad profesional, la medicina. Pero esta frustración se ve compensada hoy a través de mi hijo Miguel, el más pequeño de mis cuatro hijos, que ha heredado mi afición y a estas alturas de mi vida me ha hecho invertir muchos valores, como el del tiempo, y afortunadamente a mis 58 años, poder disfrutar de una manera más consciente e intensa del caballo y de todos los amigos que éste me aporta.

Debido a ello,hoy quiero escribir estas notas.

Comunmente,la mayor parte de la gente piensa que los sentidos son CINCO: vista,oído,gusto,olfato y tacto. ¿Cúantas veces he oído en mi tierra andaluza expresiones como “te quiero con los cinco sentíos”, o bien “pon los cico sentíos en hacer esto o aquello”?

Pues bien, los sentidos no son cinco, sino SEIS, pues a los anteriores hay que añadirle el sentido del EQUILIBRIO, "el sexto sentido”. El orden numérico no va en orden de importancia. Ya he visto en otros artículos,algunos incluso en este medio,que se ponderan y ensalzan otros sentidos, como el tacto, y pienso que los sentidos serían comparables a los dedos de una mano o a los hijos: ¿de cuál de ellos podríamos prescindir? Todos adquieren una importancia fundamental y primera en un momento determinado de nuestra vida de relación y en nuestras sensaciones propioceptivas.

Podemos hacer un ejercicio de imaginación y pararnos a pensar: quizás nos podemos adaptar a vivir tal vez sin olfato o sin gusto. Tal vez sin tacto, sin vista o sin oído. Aisladamente, la falta la podríamos aceptar y existirían factores compensadores que potenciarían sus pérdidas. La pérdida de más de uno de ellos sería más difícil de aceptar y de compensar, y la dificultad de adaptación al medio crecería exponencialmente ante la pérdida de más de dos de ellos y casi serían incompatibles con la vida.

Por todo lo expuesto anteriormente, ¿podríamos vivir sin equilibrio?

En el equilibrio, palabra tan usada en el lenguaje de la equitación,intervienen los sentidos de la vista, el oído y terminacines propioceptivas musculares fundamentalmente de las piernas. Por tanto son tres informaciones o aferencias fundamentales que acuden al cerebro y allí se integran para tener conciencia de la postura que nuestro cuerpo ocupa en el espacio. El órgano del equilibrio asienta en una parte del oído interno llamado laberinto posterior, donde asientan los canales semicirculares que, situados en las tres direcciones del espacio, mandan información a través del nervio estatoacústico hasta la corteza cerebral para informar de la posición de nuestro organismo. Para esto se ayuda el cerebro de las otras informaciones emitidas desde los ojos por el sentido de la vista y desde las piernas (gemelos,talones,etc), y desde este TRÍPODE INFORMATIVO, como lo podríamos llamar, se conforma el sentido del equilibrio. Naturalmente no todo es tan sencillo, pero no quiero complicar las cosas, pues me mueve un simple afán informativo más que formativo.

De esta forma,podremos comprender que la falta de una de las patas de este trípode informativo conllevarían un transtorno del equilibrio que tendría que ser compensado por las otras dos. Se puede ver que el equilibrio, palabra tan usada en la equitación, es sumamente importante para mantener una postura correcta del jinete, fundamental en la hípica, y por ello lo he querido calificar como EL SEXTO SENTIDO."

Manuel Vázquez Bobillo (Vazmanorl@hotmail.com)