jueves, 6 de junio de 2013

SALTO: GALOPE Y VUELTAS (Artículo publicado en la REVISTA GALOPE nº68)





Amazona de salto realizando una vuelta. Foto cortesia de Hervé Bonnaud


“Actualmente, se exige a los caballos de salto que tengan solidez, equilibrio natural, elasticidad natural, inteligencia innata, un buen  mecanismo, y una calma que excluya todo nerviosismo.  Es un nuevo tipo de caballo el que se pide”

“Es necesario que la cría produzca, con la ayuda de los Haras Nacionales, caballos que, desde que nacen, presenten todas las cualidades del caballo domado. El caballo en pleno equilibrio, que se lleva a sí mismo, con un buen temperamento y que ofrece un mínimo de dificultades al jinete, corresponde a este ideal y siempre dará satisfacciones”  

Estas líneas, que parecen escritas ayer, resulta que las escribió el Dr GUSTAVE  RAU –una eminencia hípica entonces (y seguiría siéndolo ahora)-  después de los Juegos Olímpicos de 1936. Hace 77 años. Hoy, se siguen los mismos criterio y yo, por razón de edad, puedo dar fé de lo q ha evolucionado el caballo en el último medio siglo. Pero el ideal sigue siendo el mismo de entonces.

Lo que está bien claro que el caballo de hoy no se parece mucho al de hace 77 años.  Es más, yo diría que  la evolución  en el  último cuarto de siglo ha sido enorme. No hay más que comparar los recorridos –o reprises-  de hace 25 años con los de ahora. Cómo se montaba entonces y cómo se monta ahora y cómo saltaban los caballos de entonces y cómo los de ahora.

Hoy en día se tienen ideas mucho más claras sobre el caballo y las diversas técnicas deportivas, lo cual permite que haya muchísima más gente que pueda acceder a un nivel  digno de competición. Y eso que aún queda un largo camino por recorrer, sobre todo en España.

Una de las ideas claras es la de que un recorrido consta de 10/12 segundos saltando (tranco de galope del salto) y mas de 50 segundos galopando (tranco de galope normal). Y, precisamente durante el galope entre salto  y salto, es donde el caballista puede y debe intervenir. Ademas, cada vez hay menos líneas rectas y los recorridos son más sobre curvas, e incluso con vueltas de mas de 180 grados.

Conclusión: la calidad del galope es prioritaria en el entrenamiento cotidiano del caballo de salto. Y esa calidad de galope no sólo dependerá  del entrenamiento A TODOS LOS AIRES  -sobre todo al PASO-, sino también del comportamiento del  caballista, o sea, de cómo maneje TODO SU PROPIO CUERPO. Dicho de otra manera:  cómo nos siente el caballo en todo momento. Mecánicamente, para el caballo somos primero  una mochila. Y segundo, una mochila inteligente porque actuamos sobre él

Una de las diferencias entre el buen caballista y el aprendiz, la expreso con la siguiente frase:  “que nadie lo vea pero que el caballo lo sienta”  (si no copiada, sí inspirada en LICART). ¿Qué quiere decir? Que el caballista no hace ningún gesto contrario al movimiento del caballo y sus manos  no dejan de transmitir  órdenes… y de  poner orden.  Esto, nadie lo ve, pero el caballo no deja de sentirlo y, lo que es más importante, se siente la mar de cómodo con un caballista que le facilita el trabajo en lugar de entorpecérselo.

Pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman, siendo algunas veces superior a los 45 grados. Foto cortesía de Doma Vaquera de Verdad 

Dos cualidades sobre las que se insiste en el galope  del salto:  nuca más alta de lo que se venía haciendo hasta  hace pocos años –cuello por encima de los 70 grados-,  y pies superactivos. De  esta manera se consigue, además,  acercarse a los principios de la Equitación clásica: caballo equilibrado –que se aguanta sólo, luego la mano no es la quinta pata-, y caballo impulsado, siempre  dispuesto a ir hacia delante, porque siempre está con los pies dentro y activos. Con una particularidad: las piernas del caballista son, fundamentalmente, para equilibrarse  y fijarse en la montura   -para facilitar el equilibrio y la  coordinación de movimientos con el caballo-,  y sólo esporádicamente se utilizan para activar los pies del caballo.

La dificultad en el entrenamiento, el trabajo diario, está en enseñarle al caballo a que se aguante con la nuca bien alta y los pies activos. En lecciones anteriores explicaba un  ejercicio muy bueno –pero seguro que no el único-para enseñarle  al caballo a que adopte esta actitud totalmente necesaria para saltar. Concretamente en las que explicaba el alargar estirando el cuello y acortar subiendo  la nuca –o el cuello, por encima de los 70 grados-. Alguien pensará que buscando esta posición forzada del caballo, lo que se conseguirá será invertirlo, que es lo contrario de lo que buscamos.  La solución me la dio KATHY  KUSNER  al exponer su teoría en una revista. 
   
Dice así:
“K.K. obliga inmediatamente al caballo a mantener una posición muy elevada sin que le preocupe  las contracturas que le pueda ocasionar. Activando el tercio posterior, obliga al caballo a remeter los pies y considera que habituándose a esta actitud, el caballo poco a poco se descontraerá  y encontrará su elasticidad natural”.  Como así ocurre cuando no se actúa contra el caballo
No cabe duda que este trabajo todavía resulta bastante antinatural para muchos caballos, pero es totalmente necesario si queremos que salten en buenas condiciones. 

No hay que olvidar que el caballo, desde hace millones de años y hasta hace bien pocos,  su único trabajo era correr hacia delante, y cuanto más rápido, mejor. Esta cualidad trabajosa es la que le ha permitido sobrevivir. Increíblemente, a su supervivencia, también ha contribuído el hombre: posiblemente sea la única especie animal que sobrevive gracias a la voluntad del hombre . Importantísima la intuición de nuestros antepasados de hace unos cinco mil años no dejando desaparecer al caballo. De lo contrario, segurísimo, la humanidad no se encontraría donde se haya en este momento.


Gráfico, de la revista L’Eperon  de agosto de 1951. Son las medidas de seis importantes caballos de salto de aquella época. Entre ellos,  Vergel,  un PRE con quien ganó nuestro Paco Goyoaga el Gran Premio de Paris de aquel año 


El caballo naturalmente,  se desplaza hacia adelante y sólo por selección humana y por educación  -y por su capacidad innata de aprendizaje-,  ha aprendido a desplazarse también hacia arriba, o sea, a saltar. Y cuando estos saltos se repiten en un corto espacio de tiempo, requiere una especialización que se perfecciona con el entrenamiento.

Hoy, aunque no lo sabemos todo ni mucho menos –aún quedan  muchos velos que quitar-, sí que tenemos ideas bastante más claras sobre el salto del caballo. Y cómo colaborar el caballista para que el gesto del caballo en cada momento sea el más confortable y económico posible (creo que son las dos cualidades fundamentales para cualquier atleta).

Hace diez años, en la Universidad de Upsala  (la más importante  de Suecia en cuanto a trabajos sobre el caballo, y yo diría la más importante del mundo en lo nuestro), celebró el primer seminario sobre el salto.  En él participaron nombres bien conocidos como Henk Nooren, María Gretzer y Bo Helander. Creo interesante dar a conocer las conclusiones por lo que a nuestro trabajo cotidiano conciernen.

Cuatro rasgos fundamentales del buen caballo de salto:
1º ténica del salto: línea superior redonda y espaldas yendo hacia delante (yo añado lo que más salta a la vista en el buen manejo de las espaldas: antebrazos horizontales)
2º batida explosiva (lo que equivale a una importante componente vertical  en el tranco de batida)
3º habilidad en el galope para acortar y alargar el tranco sin perder el equilibrio en ningún momento. (Como decía antes, esta es la habilidad que más tiempo lleva en el entrenamiento. Y, por ello, es la que más se valora a la hora de comprar un buen caballo de salto)
  carácter: querer ir hacia el salto sin perder la calma. (Ni el equilibrio)

Al final, lo que predomina es el equilibrio. Con el caballo más, porque no razona. Y su equilibrio síquico depende, fundamentalmente, de su equilibrio físico (el nuestro depende en mucha parte pero no en toda). El caballo puede echar mano de su memoria, pero no de su razonamiento –como nos ocurre a los humanos- por la sencilla razón de que no lo tienen. En cuanto al carácter del caballo, hay que tener en cuenta que es mucho más sencillo que el del hombre –insisto, los caballos, mentalmente, son mucho más simples que nosotros- pero sí los hay con mejor o peor voluntad. Pero ¿hasta qué punto depende de nosotros que somos su piloto? No cabe duda que dentro de unos años sabremos mucho más sobre este tema y otros.
Hace unos años todo –a caballo- era hacia adelante. Hoy es, primero hacia arriba –equilibrio-  e inmediatamente hacia delante. Porque lo difícil –o dificilísimo- es ir hacia delante sin perder el equilibrio. Y es lo que no nos podemos permitir en ningún momento en un recorrido de salto: perder mínimamente el equilibrio. 

Creo que fue con Hugo Simon y Apricot cuando tomé conciencia de la recuperación del equilibrio , justo cuando se estaba recibiendo del salto (¿hace un cuarto de siglo?). El primer tranco de galope después de la recepción , el caballo lo daba ya con un equilibrio perfecto. Hoy es  bastante común verlo en jinetes muy buenos o caballos con un equilibrio natural excepcional.  Pero para que sea un denominador común  aún falta tiempo. 

Una de las dificultades con las que nos encontramos, creo, es que nos resulta mucho más fácil percibir los cambios de velocidad –que, a menudo, confundimos con impulsión- que los de equilibrio. Porque estamos hablando del equilibrio del caballo –que, además, es horizontal- y no del nuestro propio . La percepción mejora, lógicamente, con el entrenamiento, intentando y queriendo ser conscientes del mejor equilibrio para el caballo. Y con la ayuda de un buen profesor, mejor.

VUELTAS.   Siempre se había hablado de dar las vueltas redondas, incurvándose el caballo de nuca a cola; hoy sabemos que la realidad es otra. Como muestra de ello las dos fotos, una de una amazona de salto y la otro de un jinete de vaquera, coincidentes ambos en la inclinación –y  tan importante, la alineación- del binomio.    En esta posición el caballo mantiene su columna vertebral bien derecha y enrosca el dorso para que avance mucho el pie de dentro que es el que aguanta. Y yo creo que pocos caballistas son conscientes de la inclinación que toman, siendo algunas veces superior a los 45 grados. Esto es perfectamente cuantificable incluso en estas fotos.

En galopes lentos, como los de las reprises de doma, sí que es posible mantenerse en una posición vertical, pero sigo dudando de la incurvación; por una razón fundamental: la columna vertebral del caballo no se incurva como nosotros creemos porque, sencillamente, no puede. Como compensación, el caballo enrosca el dorso para meter más el pie de dentro.

Paz y espero que os sirva a alguien 
    

3 comentarios:

  1. Que verdad más grande!!!

    ResponderEliminar
  2. Como siempre, me encanta leerte, y eso que no es de mi especialidad, pero hablando de caballos eres el mejor, más didáctico no los hay.
    Sigue con tus enseñanzas, que los caballistas te seguimos incondicionalmente y con admmiración.
    Saludos de Gabriel.
    http://ggjineteraid.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. Apreciado Gabriel,
    Me gustaría que expusieras esta serie de artículos en nuestro programa de radio Equisalud.
    Un cordial salud
    Alejandro Pascual Puig

    ResponderEliminar