lunes, 5 de diciembre de 2016

CABALLOS Y GUISANTES: LOS PADRES DE MADRES O LA IMPORTANCIA DE LOS ABUELOS. Por Jesús C. A. y D.




Mi abuela, que me mimaba indecentemente, decía que tenía las manos y las orejas “igualito, igualito que el difunto de mi abuelito”.

El porqué de mis similitudes con mi abuelo lo demostró Mendel, allá por 1865, haciendo cruces con guisantes amarillos y verdes. Cuando los cruzó,  la primera generación (F1) resultó, -en su totalidad-, homogéneamente amarilla. Esto ocurrió porque el carácter amarillo era dominante sobre el verde.  Pero en otras ocasiones, puede que un carácter no domine sobre el otro. Volviendo a usar el carácter color, esto ocurre en determinadas flores rojas que al cruzarlas con flores blancas, producen una primera generación homogénea de color rosa, que no se parece a ninguno de sus progenitores, al ser un color intermedio entre ambos.




Esto puede aplicarse a la cría de caballos, ya que al igual que los guisantes o las flores, los caballos también están sometidos a las Leyes Mendelianas. Cuando planeamos un cruce entre dos caballos hay dos técnicas distintas según su conformación: Una es la técnica llamada “cruce variado positivo” o “similar a similar”. En el que se trata de buscar dos animales con una conformación similar, es decir con un fenotipo similar, y el objetivo es que nazca un potro que se parezca cercanamente a sus padres. La otra técnica llamada “cruce variado negativo” o “diferente a diferente”, que es del que voy a hablar aquí, se basa en buscar la conformación contraria, o el fenotipo contrario. Es decir si mi yegua tiene el fémur corto, busco un semental que tenga el fémur largo, para de esta manera sacar un fémur intermedio. La descendencia en este caso no es tan extrema como sus padres, y el objetivo es enrazar

El cruce variado negativo, fémur corto con fémur largo de nuestro ejemplo, o garganta empastada con garganta marcada, o dorso débil con dorso fuerte,  es ampliamente usado por el ganadero de caballos, que consciente de los defectos y puntos débiles de su yegua, elige el semental que mejor pueda contrarrestarlos, y al hacerlo posiblemente obtengamos el deseado efecto intermedio, con el que mejoramos a la madre.

Una vez que hemos conseguido el potrito o la potrita, que gracias al cruce variado negativo presenta una mejoría notable sobre la madre al haber atenuado los defectos de ésta, nos entusiasmamos cuando crece y lo dejamos de reproductor, y es en este momento cuando vuelven a intervenir las Leyes de Mendel,  diciendo que cuando cruzamos a éstos individuos con un valor intermedio para un carácter obtenido del cruce de dos valores mas extremos, una parte de su descendencia se parece a los abuelos. La proporción de esta descendencia parecida a los abuelos es variable, dependiendo de la dominancia o  recesividad  del carácter, y su valor será desde una proporción 3:1, ó un 25%  parecido a los abuelos en el caso de que un carácter sea dominante sobre el otro, hasta un 1:2:1, ó un 50% en el caso de que no domine ninguno de los caracteres. 



¿Qué aplicación tiene esto en la práctica? En el caso de usar como reproductores a animales que provienen de un cruce variado negativo, que se hizo con la intención de atenuar un defecto presente en sus padres, y aunque él mismo no presente el defecto por haber resultado dicho cruce un éxito, se debe esperar en un porcentaje considerable de sus hijos la reaparición del mismo defecto de los abuelos.

La estadística enseña que una yegua a lo largo de su vida como reproductora tiene, en el caso de yeguas “excepcionales” un 33% de hijos mejores que ella, es decir 1 de cada 3, (siempre refiriéndome a que la madre y los hijos se dedican a la misma función: carreras, morfológicos, saltos, doma). En el caso de yeguas sólo “buenas” este porcentaje desciende, siendo alrededor de un 20%, es decir necesitas tener 5 hijos para obtener uno mejor que la madre. Si ahora nosotros partimos de una yegua reproductora obtenida de un cruce variado negativo, ideado para paliar un defecto presente en sus padres, este porcentaje se verá aún más reducido, por la reaparición de los defectos. En estos casos el porcentaje en yeguas “excepcionales” se vería reducido al menos a un 25% de hijos mejores que la madre, y en yeguas sólo “buenas” a un 15%. Pasamos a necesitar entre 4 hijos para las yeguas “excepcionales”, y 6,6 hijos en el caso de las “buenas” para obtener un producto mejor que la madre.

En ocasiones, los padres de nuestra reproductora pueden tener en vez de uno, dos defectos de conformación. En éstos casos, e independientemente de que nuestra reproductora presente dichos defectos atenuados, los porcentajes de obtener un potro mejor que ella se reducen, en el mejor de los casos, a la mitad. Si se trata de una yegua “excepcional” necesitaría 8 hijos para obtener uno mejor que ella, y si la yegua es solo “buena” necesitaría 13 hijos. Esto económicamente es un desastre para el ganadero.

Por supuesto que en ningún momento hablo de las yeguas regulares o malas como reproductoras, ya que el resultado es que jamás tendrán un hijo con calidad suficiente.




 Mi conclusión ante un ejemplar reproductor, bien sea caballo o yegua, es que debe conocerse perfectamente si proviene de un cruce variado negativo o no. Es decir, si viene de un cruce planteado para atenuar un sólo defecto presente en sus padres. Incluso en el caso de que él o ella no presente dicho defecto debido a que el resultado del cruce por el que nació fue un éxito. En éstos casos los porcentajes de hijos mejores que la madre disminuyen drásticamente. Si en vez de un solo defecto corregido o atenuado, hablamos de dos defectos en la conformación de los padres los resultados son ya  horrorosos, y posiblemente el ganadero no tendrá ni tiempo de vida, ni dinero para poder soportarlos.
Por lo tanto un ganadero serio y riguroso antes de elegir un reproductor debe estudiar y conocer perfectamente la conformación de sus padres y comprobar qué defectos se han atenuado con el cruce.

Cambiando de tercio, un breve apunte sobre otro aspecto en el que los abuelos tienen una especial importancia se produce cuando realizamos un cruce entre dos razas puras distintas, como puede ser P.R.E. o Lusitano con KWPN, Silla Francés, Hann, cruces que han sido utilizados para producir caballos de deporte. En éstos cruces la primera generación o F1 suele ser bastante homogénea y tendrá a su favor que es la de mayor Vigor Híbrido. El problema aparece cuando utilizamos como reproductores a esa F1 o primera generación para dar lugar a la segunda generación o F2. Esta F2 tendrá un porcentaje de animales con rasgos parecidos a los de sus abuelos. Esta reaparición de caracteres de los abuelos hará que en la F2 el porcentaje de animales con todas las características deseadas para el fin por el que se cría sea menor del normal.

Únicamente son Ocurrencias Hípicas.

Paz y que le sirva a alguien. 

 Jesús C.A.y D.

2 comentarios:

  1. Curilla ahora se porque eres un tío excepcional por tus padres y por tus abuelos.
    Abrazo nano

    ResponderEliminar
  2. Como és posible la homogeneidad en productos del cruce entre F1,y será que se puede considerar como uma raza si se siguen cruzando entre si,? Será suficiente con sacrificar los que no correspondan a lo que se pretende?
    Muchas gracias

    ResponderEliminar