Actualmente en España la gran
mayoría de explotaciones de cría de caballos están pasando por una situación
durísima. En éstos dos últimos años, los potros machos se han ido vendiendo, la
mayoría a precios irrisorios, pero finalmente han ido saliendo de las
ganaderías, principalmente con destino al extranjero, y a día de hoy -en el que
ya no hay tanta excedencia de producto-, los precios por potros machos domados
empiezan a ser algo mejores y más defendibles. Pero para las yeguas no existe
esa demanda, tanto por la falta de costumbre en domarlas y montarlas, como por el especialmente mal momento por el
que pasa el sector de la cría de caballos. En los años de bonanza la principal salida
para cualquier yegua ha sido la cría, incluyendo una mayoría de ejemplares con
insuficiente calidad para este fin. El enorme exceso de yeguas en la cría,
ha creado una superproducción y una
oferta de productos irreal y excesiva para los tiempos que corren, y
posiblemente para los años venideros. Ahora, una vez rota la burbuja, esto supone un
drama para muchas de nuestras yeguas.
En la actualidad a una enorme
mayoría de los ganaderos ni se les pasa por la cabeza el domar y montar a sus
yeguas, ya que aparte de no tener la costumbre, es un gasto añadido. Por si
esto fuera poco, si hablamos con jinetes
de doma clásica profesionales, muchos de ellos escupen numerosísimas y
peregrinas excusas para justificar que las yeguas no valen para hacer doma al más
alto nivel - Gran Premio-, ¡como si
todos los machos valiesen!*. Y como guinda de este panorama, podemos añadir que
la mayoría de los compradores que van a las ganaderías no exigen que las madres, ni que nadie de la
línea femenina, y ni siquiera de la masculina, esté contrastada mediante su
prueba en competición, e incluso ni domada.
Este suma y sigue hace presentir el terrible futuro que les espera a
muchísimas de la yeguas de nuestro país. ¡En España ahora sobran muchas yeguas!
Mucho me temo que estamos ante un
terrible vicio en el sector ecuestre.
Todas estas desgraciadas circunstancias han
hecho que hoy nuestras ganaderías estén sobresaturadas de yeguas, para las que
probablemente no habrá otra salida que el matadero.
La mayoría de propietarios de
yeguadas e inversores en el sector ecuestre, tienen sus profesiones y fuentes
de ingresos de dinero al margen de la cría de caballos, lo que hace que muchos
de ellos estén muy limitados en sus conocimientos ecuestres y críen por
afición. Pero absolutamente todos tienen
grandes conocimientos del tema
económico, y tal vez siguiendo un razonamiento puramente económico, podamos
ayudar a un cambio en la tendencia en el sector.
Las únicas tres salidas que tiene
hoy en día una potra o yegua nacida en nuestro país son: Matadero, Cría o Doma.
·
Matadero:
Existen razas de aptitud cárnica y, nos guste o no, es una industria. Para
aquellos ganaderos que no crían caballos para carne, una potra o yegua en el
matadero, no creo que ingrese más de 250 € de precio de venta. Esto implica que
los costes que hasta ahora ha tenido esa potra, entre cubrición, gastos durante
los once meses de gestación de la madre, gastos de la potra durante el tiempo
que haya vivido, amortización de la madre etcétera, son muchos mayores que esos
ingresos, y producen cuantiosas pérdidas. Estas pérdidas, por lógica, deberían
de repercutir directamente en la otra mitad de la camada, que son los
machos. Esto quiere decir que los machos
se deberían vender a un precio mucho mayor, ya que tendrían que soportar,
además de sus propios gastos, las pérdidas producidas por llevar las hembras al
matadero a un precio por debajo de los costes.
·
Cría:
Si suponemos que existen 20.000 yeguas
pariendo en este país, parirán 10.000 hembras anuales (la mitad), si se dejan
esas 10.000 hembras para criar, al cabo de tres años habrá 15.000 yeguas
pariendo, que a su vez parirán 7.500 hembras. Con lo que al año siguiente habrá
22.000 hembras pariendo. Es decir al cabo de solo cuatro años hemos más que duplicado
el número de reproductoras, y vemos que esto crece exponencialmente. Imposible,
no existe mercado para esto. Además el ritmo de reposición de reproductoras, es
muchísimo más bajo.
·
Doma:
La salida más lógica y sensata de las tres. Además tiene que ser a través de la
doma donde se produzcan las pruebas de selección para la reposición de nuevas
reproductoras. Es aquí donde la industria del caballo se convierte en una
poderosa fuente de generación de empleo. Lo que ahora se necesita.
La conclusión de este trabajo es
que la tendencia actual que tenemos de no domar a las hembras dejándolas
simplemente como reproductoras, ha llevado y llevará al sector ecuestre a una
súper producción de animales. A una situación irreal con respecto a la demanda,
tanto actual como, al menos, de un futuro inmediato. Probablemente nuestros
abuelos eran bastante más sensatos, por lo que hasta ahora ha demostrado nuestra
mema y codiciosa generación. Las hembras
a domar, o a trabajar, porque eran necesarias para la faena diaria, y los
machos también, añadiendo como otra dosis de sensatez, que los machos eran, en
su amplia mayoría, rutinariamente castrados, con excepción de aquellos que
prometían o apuntaban cualidades excepcionales**. ¡Que listos y prácticos, nuestros mayores, no jugaban con la
especulación! Y tenían claro que los caballos servían para trabajar.
Como donde hay yeguas pariendo,
siempre nacerán potros tanto machos como hembras., desde el punto de vista
económico es insostenible ninguna otra salida para las hembras que su prueba
mediante la doma y posterior contraste en las pistas de competición, antes de
pasar a reproductoras. Este camino
además de sensato, es el de la creación de puestos de trabajo, el de la
formación de una industria ecuestre sólida y capaz de volver a atraer a
inversores.
*Normalmente suele haber mayor
número de machos que de hembras en la competición, y puede que sean más
regulares, pero todos estamos hartos de ver como la hembra que sale muy buena,
se come a todos los machos. La historia está llena de éstos casos: Zenyata,
Zarkava, Treve, Touch of Class, Black Caviar, Ratina Z, son solo algunos
ejemplos de la actualidad.
** La castración de los machos
poco prometedores a una edad temprana implica un abaratamiento de los costes de
producción. Ya que en la yeguada los machos castrados pueden ser manejados como
y con las yeguas. Con esto evitaremos los gastos de tenerlos separados, lo que
implica menor superficie de terreno, un menor número de grupos de animales
repartidos por la explotación, un manejo menos complicado, menos gastos de
tiempo y de cuidados. Por otro lado el hecho de que empiece a haber más machos
castrados, va a facilitar que aquellos jinetes que ya montan yeguas, sobre todo
de paseo, no se sientan tan acosados por el típico macho entero y caliente que,
por su falta de calidad, en su vida va a cubrir a ninguna yegua, y que no saben
comportarse durante un paseo en un grupo donde hay alguna yegua. Esto a la
larga también facilitará en gran medida que haya más yeguas domadas. Hay algún
país europeo en el que a los machos enteros que salen a las vías públicas les
exigen un seguro obligatorio de mayor
importe que a las hembras o a machos castrados.
Una piedra angular en la
contención de gastos en las ganaderías es darse cuenta lo antes posible de
quienes son los animales de menor calidad, y en éstos los gastos deben ser
hechos con un criterio más estricto, ya que de lo “malo” lo normal es hacer la
venta “a menos perder”.
Paz y espero que le sirva a
alguien.