miércoles, 25 de enero de 2012

CADA DISCIPLINA TIENE SU GALOPE (SEGUNDA PARTE)

3º. GALOPE DE DOMA

Es un galope de muy baja velocidad y muy alta movilidad . El régimen metabólico es aeróbico en todo momento. Los ángulos de la nuca, base del cuello, riñones y grupa prácticamente cerrados durante todo el trabajo cotidiano o la reprís y con una gran elasticidad en las articulaciones. En cada tranco los pies entran mucho pero salen muy poco: en las piruetas al galope, apenas si se desplaza el pie interior, y en los alargamientos, entran más que salen. Las variaciones de velocidad van de casi nula en las piruetas y algunas transiciones, a unos 300m/min, aproximadamente, en el alargamiento en la diagonal. Los cambios de equilibrio son mínimos –la silueta del caballo a penas si cambia; lo que sí varía es el aire o el movimiento-, y nunca llega a estar sobre las espaldas. Una gran elasticidad en los resortes de la espina dorsal (o columna -más bien puente- vertebral) para abrir y cerrar articulaciones tanto del tercio anterior como del posterior, como respuestas inmediatas a las órdenes del jinete.


4º. GALOPE DE SALTO Y VAQUERA

Hace 8 años, en un seminario de la Universidad de Upsala del que se concluyeron las cuatro características fundamentales del caballo de salto, una de ellas era la capacidad de acortar y alargar el tranco de galope. Es un galope de baja velocidad y muy alta movilidad con continuos –y explosivos- cambios de equilibrio y de dirección. Aunque la velocidad del mismo oscila normalmente entre los 300 y 400 m/min, el régimen metabólico es aeróbico con momentos muy puntuales en anaeróbico: en la batida del salto y en los arreones. La diferencia fundamental entre el salto y la vaquera está en que en el salto los cambios de equilibrio son inherentes al mismo: el tranco del salto el caballo lo inicia “poniéndose de manos” –es la batida- , y lo acaba totalmente sobre las espaldas –es la recepción-.

El caballo de vaquera no tiene que saltar ningún obstáculo, pero sí se le supone que tiene que sortear un obstáculo, el toro, vaca o becerro bravo; los cambios de equilibrio son mínimos y el caballo está siempre sobre los pies, incluso en las galopadas acosando Estos “obstáculos”, totalmente desconocidos para el caballo en cada momento, obligan a que, de una manera natural al contrario que en la doma, la actitud del caballo sea siempre expectante. En el tranco de batida y de arremetida, también hay un denominador común: el caballo inicia el tranco juntando ambos pies. La longitud del tranco, sobre todo en el salto, varía muy poco y suele estar en torno a los 3,5 metros, con ligeras variaciones. En momentos muy puntuales es posible tener que acortar el tranco a casi la mitad. Como el salto es, fundamentalmente, cuestión de equilibrio o, más bien, de recuperación inmediata del equilibrio después del salto y de adopción de un equilibrio exagerado en la aproximación al mismo, con el fin de que estos cambios el caballo los realice con sus pies, hoy en día, en la alta competición, cada vez se ve más una posición más estable de cuello y cabeza, una actitud casi monolítica. Es la mejor posición posible para mantener los pies siempre bien activos para no perder el equilibrio en ningún momento. Consecuencia de ello es que ahora los caballos de salto doblan mucho más la rodilla e, incluso al pasar barras en el suelo, lo que se busca es que doblen la rodilla –que las salten-, como anticipación del esfuerzo en la batida. Más en el salto que en la vaquera, la componente vertical de la parábola del tranco, es más importante que la horizontal.

Pero los predecesores han sido los caballistas de la vaquera. Últimamente hemos podido ver a HICKSTEAD muchas veces. En los trancos previos al salto, más que galopar naturalmente, se le ve como da pequeñas batidas preparatorias a la batida del salto: viene anticipando el esfuerzo. Vamos conociendo mejor el gesto confortable y económico del caballo en cada situación y la técnica del salto se va adaptando a ello. Por ejemplo, en cuanto a la distancia de la batida en el salto, lo primero que hay que pensar es que el caballo debe caber naturalmente entre su último apoyo –la batida de los pies- y las barras. Sólo así, el gesto de batir podrá ser confortable y económico. Y esta distancia nunca podrá ser inferior a un metro y medio: para que quepa cómodamente le caballo.


Paz y espero que os sirva a alguien.

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