viernes, 19 de abril de 2013

BATIDA DEL SALTO 2ª parte (Artículo publicado en la REVISTA GALOPE nº67)



En el pasado número explicaba la distancia ideal de la batida y su justificación.
En esta lección quisiera aclarar los porqués de los problemas en la batida y las soluciones 
El primer problema que se les plantea a la mayoría de jinetes/ amazonas  es el llegar inevitablemente cerca  a los saltos, sobre todo a los verticales.  Empiezo analizando las causas, que son propias de nuestra condición humana  -luego no son manías como suele decir cada jinete/amazona- y cuya solución es un problema de educación.

 Este gesto similar a la “levade” y que se repite en todos los saltos, no se tiene en cuenta  -como otros más- a la hora de entrenar el salto. Normalmente se hace el entrenamiento de una manera general, sin tener en cuenta las distintas fases, no sólo de la aproximación, sino también del salto mismo. Esto será el motivo de la próxima lección.

 Considero tres causas:
--1ª.- Como explicaba en la lección anterior, hacemos saltar al caballo con criterios humanos  y no de la manera que necesita hacerlo,  la propia de su condición de caballo. Y esto se hace notar más en los verticales en los que, en caso de duda porque la distancia es larga, se le obliga a dar un tranco de más  que suele ser muy pequeño (los fondos, instintivamente se montan, al contrario de los verticales que, de tanto cuidarlos, se acaba tirando sistemáticamente ante ellos). Desastre garantizado.
Solución posible: teniendo en cuenta que no es bueno para el caballo batir de cerca, no insistir por nuestra parte en ello, por más que “el cuerpo me lo pida”. Como vulgarmente se dice, “cambiar el chip” O sea, no interviniendo en los dos  ó tres últimos trancos, obtenemos un doble beneficio; mejor dicho, es el caballo el  beneficiado:  primero porque no se le acerca demasiado –con lo cual su gesto en la batida será confortable y económico-  y segundo, la no intervención de la mano no cambia ni el equilibrio ni la atención del caballo. Esto es el caballo contento. Más bien, encantado de la vida por no encontrar interferencias, sobre todo en el gesto brusco que supone la batida. 


--2ª.- En esta disciplina el papel del sistema límbico –el encargado de las emociones-  es preponderante, y de ello no somos muy conscientes.   En la aproximación al salto la amígdala   -fuente de “temores”-  nos dice ¡peligro!, con lo cual la actitud del cuerpo cambia –agarrotándose, bloqueándose, agarrándose-, en definitiva, poniéndole muy difícil el salto al caballo. Incluso puede durar sólo décimas de segundo obligando al pobre caballo a que meta un tranco de más en la mayoría de los casos o, siempre, poniéndole difícil el gesto confortable y económico propio del salto. Es el “voy-no voy” al afrontar el salto. La otra solución que suele dar la amígdala es el soltar las riendas –perder totalmente el contacto-  con el consiguiente desequilibrio que se le ocasiona al caballo. Conclusión: desastre.
Nuestro cerebro racional (el neocortex) sabe lo que queremos y debemos hacer, pero en el momento de la verdad lo secuestra la amígdala, quien nos obliga a reaccionar instintivamente. Creo que la diferencia entre el profesional y el aficionado está en el cardiograma: el del primero es casi siempre plano y el del segundo con muchos picos y valles. Y, lo peor de todo, la sensación de inseguridad y desequilibrio que se le transmite al caballo. Hay otra cosa peor:  echarle la culpa al caballo porque nos pone muy difícil hacer lo que quisiéramos , o debiéramos (suele ser la película que nos montamos). Claro, la culpa no la tiene nunca el jinete/amazona. Conviene tener siempre bien presente la frase de LENOBLE DU TEIL (no me canso de escribirla porque creo que debe estar  presente en la mente del jinete/ amazona en su quehacer diario): “el jinete no actúa por el bien del caballo sino para una mayor facilidad de manejo y para su confort”.

--3ª.-  El papel de la mirada en el salto es muy importante. De hecho  en los libros modernos se habla mucho de ella, sobre todo a partir de SALLY SWIFT (“Centered riding”). MICHEL ROBERT en su último libro “Secrets et Methode d’un Grand Champion”), dedica un capítulo entero a la mirada. Ambos, y algunos autores más, hablan de su utilización, pero no hablan de  por  qué la mirada es tan problemática.  De los autores modernos, el que para mí profundiza de verdad en cuestiones hípicas  es DOMINIQUE OLIVIER.  Cita al neurofisiólogo DR. BERTHOZ quien dice: “en lugar de mirar a donde va, el individuo va a donde mira”.  A caballo quiere decir que la mirada fija en la barra del salto, inexorablemente, nos lleva al pie del mismo
Otro neurofisiólogo, el DR ZUTT, ha llamado la atención acerca del hecho de que “cuando un sujeto mira un objeto en el espacio, su yo está más en el objeto mirado que dentro, por así decirlo, de su propio espacio corporal. La acción pues de mirar, parece rebasar los propios límites de la corporeidad”.  Es, a caballo, la sensación de adelantarnos, de tener prisas por pasar el obstáculo, no dejando al caballo que se tome los tiempos que necesita para cada gesto previo al salto.
Estos doctores que dudo que sepan algo de caballos, sí que nos explican nuestro comportamiento a caballo y ante el salto: la sensación de atropellar el salto por llegar al pie del mismo y, también, la sensación de irnos adelante. Razón por la que D. OLIVIER dice que la mirada es una ayuda de anticipación.
Posiblemente la mejor solución sea mirar siempre más allá del salto, por encima de él, como sobrepasándolo ya con la mirada. Se trata de una forma de no estar demasiado pendiente del salto sino del caballo, de no pensar en si llego bien o no, sino en cómo galopa el caballo. Más aún, tener la atención puesta ya en el siguiente obstáculo. Esto último es clave. Si quieres ganar tiempo en un recorrido, tu mirada tiene que ir por delante, recorriendo anticipadamente el itinerario que quiero seguir, trazándolo con la mirada.
Podemos afirmar, sin duda, que el ser humano es un <<animal visual>>, es decir, que la visión es el sentido que tenemos más desarrollado. Esto significa que nuestro cuerpo, en definitiva nuestro equilibrio, de algún modo va acorde con nuestra mirada o, lo que es lo mismo, ésta es un gesto de nuestro cuerpo. Si yo camino mirando el suelo, me inclino. Si quiero doblar con un caballo, miro a dónde quiero ir –luego giro mi cuerpo- y me hace más caso que si sólo abro la mano. Si miro hacia arriba, reequilibro mi cuerpo. Es la mirada, por decirlo así, el timón de nuestro cuerpo y por consiguiente, del caballo.
Por la visión nos llega la representación de la realidad. Si los molinos no fueran grandes, verticales y con amplias  aspas, nunca se los hubiera representado Don Quijote como gigantes. Esto es tremendamente importante para la equitación, porque los “temores”  –producidos por la amígdala- nos llegan a través de la visión.  Si educamos la mirada estamos controlando el temor. Y es que el temor, que es producto de  una mala representación de la realidad, es el peor enemigo del j/a. Cuando a menudo decimos que el caballo <llega mal >, verdaderamente lo que pasa es que simplemente “creemos” (la amígdala nos equivoca) que llega mal;  no es ni más ni menos que este tipo de error no es de percepción sino de “representación”. Todos hemos comprobado que desde abajo se ven las cosas muy distintas que montado.
Si queremos que en el jinete/ amazona predomine el sentido del tacto sobre el de la vista, hay dos formas:   educar el tacto –más que difícil, lentísimo-, o bien, rebajar la prioridad de la vista. ¿Cómo?   quitándole protagonismo, desligándola de sus funciones típicas. Esto es, saltar sin mirar, es decir, prescindir de la vista para superar un obstáculo; de este modo te centras en el tacto, o sea, en sentir al caballo.
Si a la educación de la mirada añadimos la educación de la respiración –fundamental para una buena equitación-  y un correcto control mental, los “temores” irán desvaneciéndose hasta desaparecer.
¿Quiere decir todo lo escrito hasta ahora que la búsqueda de la distancia es prioritaria hoy? 
En absoluto. Pero resulta que “está ahí”, y en nuestro país lo ha sido hasta hace bien poco  y sigue afectando a muchísimos. Quiero decir que sigue siendo un problema  bastante generalizado. Y los problemas se resuelven mucho más fácilmente cuando se conocen las causas (y se distingue claramente la causa del efecto) . Expuestas han quedado. 
Paz y espero que os sirva a alguien

1 comentario:

  1. bonito articulo, sobre todo por su sencillez, que a los que no sabemos mucho de caballos nos viene bien, yo, como siempre a lo mio, la amigdala, esa gran amiga, ya que sin ella la humanidad ni los animales hubieran sobrevivido, ya que se encarga nada menos del instinto de supervivencia, y eso es lo que ataca precisamente el salto, supongo que la amigdala se pregunta el porque no lo rodea, y por eso protesta.
    ya hemos hablado mucho de esto, por ello no es cuestion de repetirse mucho y aportar algo nuevo, y es que veo que en muchas ocasiones no ayudamos mucho a nuestro sistema limbico metiendo presion psicologica consciente.
    el exigirse resultados en un determinado momento, o ejecuciones tecnicas perfectas, o querer quedar bien en publico y no digamos exigencias de otras personas, no ayudan al jinete a abordar una competicion en las condiciones psicologicas adecuadas. en un estado de tension precompetitiva tan desfavorable estamos tan cerca del "umbral de panico" que al mas minimo "susto" la amigdala secuestra la cabeza, como bien dice jose manuel.
    sugiero que analiceis esta frase: "los campeonatos se ganan en el entrenamiento y se pierden el dia de la competicion".
    un saludo.

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