martes, 22 de diciembre de 2015

ENVIAR A LA MANO



Esta es otra de las funciones fundamentales de nuestra mano a caballo, y su educación requiere ideas claras y repeticiones... partiendo de cero, o sea, lejos del objetivo que queremos alcanzar. Con el agravante de que nuestras reacciones de peatón son casi siempre opuestas a las reacciones del caballista (palabra que define la Real Academia como “persona que entiende de caballos y además monta bien”).

¿Qué se entiende por “enviar a la mano”?
Creo que la mejor definición nos la da el GENERAL L'HOTTE en sus “Questions Equestres”:
“Es el caballo el que debe buscar la mano y no es la mano la que debe de coger al caballo”. Y J. LICART, cómo no, nos irá haciendo las correspondientes aclaraciones. Pero eso lo dejamos para el próximo artículo...

¿Por qué creo que es tan importante el “enviar a la mano”?
Yo encuentro cuatro razones: tres de orden psicológico y una cuarta de orden fisiológico.

1)               Si el caballo está constantemente en la mano quiere decir que está pendiente de mí en todo momento. Es como llevar a un niño de 4 o 5 años de la mano por la calle. Y la mente de un caballo se asemeja mucho a la de un niño de esa edad: sólo viven el instante presente, sin ningún sentido del futuro, ni siquiera el más inmediato.

2)               El caballo, al contrario que otros animales domésticos, para mostrarnos su acuerdo o desacuerdo no nos envía señales visuales o acústicas (como los perros o los gatos, por ejemplo), sino táctiles: la aceptación mejor o peor de mi mano nos dice que está o no está de acuerdo con nosotros. Para saber lo que nos “dice” la boca del caballo recomiendo la lectura del párrafo correspondiente en las “Obras Completas” de F. BAUCHER en la edición castellana de la Editorial Lettera (página 357). Y en nuestro castellano antiguo, en el siglo XVI PEDRO FERNÁNDEZ DE ANDRADE afirmaba que “los caballos no hablan pero sí les podríamos entender por las demostraciones o movimientos que hacen con la boca” (“De la Gineta de España”).

3)               En la Doma Natural se habla constantemente del sentido de la huida como lo más natural del caballo. Y la impulsión, cualidad totalmente necesaria del caballo montado, no es ni más ni menos que el sentido de la huida educado y controlado. Y para el caballo -y para nosotros- mentalmente no es lo mismo ir aguantándole continuamente que dejarle avanzar con control. Con razón decía F. BAUCHER: “Que se crea el caballo que es nuestro amo, para que acabe siendo nuestro esclavo”. A un animal para el que lo natural de suyo es avanzar, no se le puede estar continuamente frenando, pero sí se debe controlar, o canalizar, ese avance.  

4)               Como decía, esta cuarta razón es de orden fisiológico. Y es que resulta que, si enviamos a la mano al caballo en lugar de cogerle, estamos consiguiendo que su cuerpo funcione bien, no sólo naturalmente, sino también ergonómicamente. Es lo que yo llamo el gesto confortable y económico, totalmente opuesto -creo- al rollkur del que tanto se está hablando últimamente. Me pregunto por qué se ha puesto tan de moda el rollkur.

Dos imágenes que nos ayudan a entender mejor la dificultad de lo que es enviar a la mano. Una es la bien conocida “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”; y otra es la propia del juego de cartas del “7 y medio”: “o me paso o no llego...”.

A José Manuel Pérez Arroyo que está en los cielos. Descansa en paz, amigo, y ruega por nosotros.

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