jueves, 2 de marzo de 2017

PRINCIPIOS TEORICOS DEL APRENDIZAJE DE LA EQUITACIÓN



3er Principio. ENTRENAR SEÑALES FÁCILES DE DISTINGUIR
¿Tu método de entrenamiento demuestra que tus señales, instauradas por medio del condicionamiento operante o clásico, son únicas y fáciles de discriminar para el caballo? Por ejemplo:
  Transiciones decrecientes
  Variaciones rápido/lento
  Variaciones largo/corto
  Giros sobre las espaldas
  Giros sobre los pies
  Flexiones de cuello y cabeza
Asegúrate que las señales de aceleración difieren significativamente de las señales de deceleración o frenado.
Implicaciones para el bienestar del caballo: no utilizando señales claras y separadas, pueden llevar al caballo a la confusión y el estrés, y su respuesta puede comprometer el resultado esperado, e incluso la seguridad del jinete.

4º Principio. MODELAR PROGRESIVAMENTE LAS RESPUESTAS Y LOS MOVIMIENTOS
¿Tu método de entrenamiento demuestra que para enseñar un nuevo comportamiento empiezas recompensando el “intento básico” de alcanzar el objetivo, y a partir de entonces sólo recompensar las respuestas que cada vez más se aproximan al resultado final?

Implicaciones para el bienestar del caballo: un pobre modelado puede ocasionar confusión y respuestas que comprometen el rendimiento, incluso la seguridad del jinete.


Mi amigo Chus demostrando acción distinta entre un brazo y otro

¿Cómo interpretar estos dos principios? Dicho en un lenguaje más coloquial: ¿cómo, cuándo y de qué manera hay que utilizar las ayudas: asiento, piernas, manos?

Nos comunicamos con el caballo a través del tacto en su sentido más amplio (creo que no es momento de hablar del sentido háptico todavía). A través de él recibimos información del caballo y por medio de nuestros gestos -y utilizando principalmente el refuerzo negativo- le transmitimos nuestras órdenes. O sea, por presión y cesión de la presión. Todo ello lo hacemos con nuestras dos manos, las dos piernas y nuestro culo, parte de nuestro cuerpo en contacto con la montura.

Uno de los problemas más importantes que nos plantea la Equitación, a todos los niveles, es el romper la simetría natural de nuestros movimientos. Me explico: no podemos gesticular con un brazo de una manera y con el otro de otra. Ejemplo más claro: los pianistas comienzan por entrenar la mano derecha de una manera y la izquierda totalmente distinta. Además, como peatones que somos normal o naturalmente, nuestros brazos se mueven en sincronía con nuestras piernas –si hago fuerza con mis piernas, haré fuerza también con mis brazos o manos-. A caballo, nuestro cuerpo cambia totalmente. Como peatones, nuestro sustrato –normalmente el suelo- lo percibimos con la planta de los pies. Y como jinetes, nuestro sustrato -el caballo- lo sentimos principalmente con nuestro culo. A través de la montura, claro: como el suelo a través del calzado.
Volvemos a la simetría de movimientos. Normalmente se habla de la independencia de ayudas. Sin más. Incluso se citan algunos ejercicios para entrenarla. Casi, como si sólo con saberlo, conllevara el hacerlo. Si duro es el aprendizaje del pianista, parecido debe ser el del jinete. Siempre y cuando se plantee el problema y ponga medios para resolverlo. Además, insisto, nosotros debemos de aprender a romper dos simetrías: derecha/izquierda (mano interior/mano exterior) y arriba/abajo (manos y piernas). 

Empiezo por arriba/abajo, o sea, como nos dijo BAUCHER “manos sin piernas y piernas sin manos”. Un enunciado muy fácil de memorizar pero que conlleva un largo entrenamiento. Es uno de los primeros actos reflejos que hemos de cambiar, luego hay que entrenarlo, y cuanta más atención pongamos, más rápido será el resultado buscado. Como los actos reflejos son inconscientes, no nos damos cuenta que cuando empujamos con las piernas, tiramos, y cuando tiramos -o sencillamente, tensamos- las riendas, nos agarramos con talones o pantorrillas. ¿Qué es lo que siente el caballo? Un lío, porque estamos oponiendo las manos a las piernas o viceversa. Y lo primero que necesita el caballo, como nosotros, es no sentirse confundido. Por ejemplo, un caballo que de repente se para y deja de avanzar: sin darnos cuenta, nos agarramos de las riendas y nos liamos a darle patadas; incluso fustazos. Estamos pidiéndole una cosa con las piernas y la contraria con las manos. ¡Y sin ser conscientes de lo que estamos pidiendo!

Mano interior/mano exterior. ¿Por qué? Porque en una pista estamos girando continuamente. Y si el caballo gira al paso y al trote –los dos aires simétricos—con el pie de dentro se aguanta y con el de fuera empuja. Igual que nosotros cuando giramos. Al galope –aire asimétrico--, tanto en recta como en curva, con el pie adelantado se aguanta y con el retrasado empuja. Y nuestras manos, cada una está actuando sobre el pie correspondiente. Un ejemplo para salir de dudas: voy caminando y una persona, detrás de mí con sus dedos índices me va presionando sobre los hombros. ¿Dónde notaré los cambios de presión de un dedo o de otro? ¡En los pies! Si me presiona con el izquierdo, me iré hacia la derecha; si con el derecho, a la izquierda. Y si con los dos al a vez, iré más rápido. Con el caballo, lo mismo. Luego no podemos hacer lo mismo con ambas manos: hay que romper la simetría natural o instintiva. La rienda exterior, la que corresponde al pie que empuja, es la que coge a todo el caballo, y la rienda interior se limita a manejar el balancín (una décima parte de la masa del caballo) y colaborar con la rienda exterior. ¿Qué sentimos cuando hemos roto la simetría, o sea, manejamos rienda interior y exterior como tales? Distinta tensión en nuestros brazos (la tensión del brazo interior normalmente mínima) y que somos capaces de simultanear ángulos distintos a las riendas: la rienda de dentro nunca debe actuar sobre el pie de dentro, para dejarle avanzar –pasar- siempre. Es lo mecánicamente correcto, luego el caballo lo entenderá inmediatamente. Dificultad añadida: que las espaldas trabajen bien en las vueltas (y en todo momento). Es decir, que en los giros y al galope la espalda que más peso aguante debe ser la exterior; para facilitar que salga más fácilmente la mano interior con lo que permitirá al pie de dentro que entre debidamente.



Mi alumno Marcos, sin interferencias de manos y piernas

Todo esto se puede aprender por oficio –echándole muchas horas—o por conocimiento del proceso. Sin lugar a dudas, el resultado de este último, es mucho más rápido. También aconsejable estar dirigido por un buen profesor.
Otra aclaración para entender bien el punto 3º es la posición de nuestras manos y piernas para “aclararle” al caballo lo que le pedimos. Y elijo dos ejemplos que cita: la pirueta inversa -giro sobre las espaldas- y la pirueta natural -giro sobre los pies-. Lo bueno de estos ejercicios, además al paso, es que nos obligan a precisar gestos de cada mano, de cada pierna y del asiento -culo inamovible-. Y un detalle importante: si yo quiero desplazar la grupa del caballo, mi pierna -talón- tiene que sentirla muy cerca de su pie. Y si quiero que desplace las espaldas, mi pie tiene que presionar muy cerca de la mano. ¿Razón? Sólo así entenderá a los pocos intentos lo que se le está pidiendo. Esto, que tal vez resulte poco ortodoxo para la Equitación clásica, mecánicamente es totalmente inteligible para el caballo. 
También nos aclara el “modelado” del 4º punto: conforme vamos educando al caballo, las señales se van atenuando. Hasta llegar al “que nadie lo vea pero que el caballo lo sienta”. Esto es lo ideal. Pero al principio, no cabe duda, hay que exagerar los gestos. En definitiva, el mismo proceso que todos y cada uno hemos seguido para aprender a escribir. ¿Y quién no se acuerda de ello? Yo, sigo reviviéndolo con mis nietos biológicos y del corazón (que no son pocos…).
Aprovecho para hacer una aclaración, creo que interesante, sobre la espuela. No tiene que ser un elemento de castigo. Pero sí tiene que ser para el caballo un instrumento de presión que le permita entender lo que le pedimos. No es la misma presión de un niño pequeño que la de un adulto. Ninguno de los dos nos hará daño: pero el adulto nos dejará claro el movimiento –más o menos nuevo para nosotros-- que nos pide. Con esta idea podemos y debemos utilizar la espuela con el caballo. Unas cuantas repeticiones hechas con precisión, pronto las entiende el caballo. Porque naturalmente son inteligibles. Conclusión: cuanta menos fuerza haga con la pierna, más precisión tendré con ella para utilizar la espuela en el punto justo, en el momento oportuno y con la presión exacta para que el caballo entienda lo más exactamente lo que se le pide. Un animal que pesa diez veces nosotros –o siete, o doce—está claro que por la fuerza, sin ninguna idea clara, no le vamos a ganar. Ni hacernos entender.
Intento básico (“La Verdad sobre los Caballos” ANDREW McLEAN. Ed. Blume). En la primera etapa del entrenamiento, el caballo ofrece una respuesta aproximada a las señales. La calidad de la respuesta no importa, lo importante es que el caballo responda….. La respuesta puede tardar un tiempo en con seguirse en las primeras etapas, pero es esencial no eliminar la presión hasta que el animal ofrezca la respuesta correcta.

Para mí la Equitación consiste en aprender a hacer gestos correctos para que el caballo me entienda. El caballo nos garantiza que si entiende, hace. Y cuanto más complejos e inteligibles sean los gestos, más complejos y perfectos serán los movimientos del caballo. Por ello, nunca se deja de aprender con el caballo.

Paz y espero que le sirva a alguien  

2 comentarios:

  1. Maria Antonia Matamalas si me dejas una curas girl2 de marzo de 2017, 23:51

    Por eso,nunca se deja de aprender contigo Jose, eres el mejor��������

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  2. si, me gustaria a;adir que los caballos son extremadamente miedosos y que lo unico que quieren es saber lo que tienen que hacer, es entonces cuando se tranquilizan y colaboran para todo aquello que tu les pidas, lo digo porque es importante que el animal este tranquilo para poder interpreter al jinete.
    No puedo por menos que elogiar tan noble animal....

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