lunes, 11 de abril de 2016

ENVIAR A LA MANO.... Y RECIBIR EN LA MANO.



Abundando en la entrada anterior de este blog, nos permitimos añadir algún apunte sobre qué y cómo hacer para recibir en la mano lo que a ella hemos enviado.

Decimos “enviar a la mano” para expresar que en la rienda debe predominar el apoyo que la boca del caballo hace en la mano del jinete, sobre el contacto que la mano del jinete hace en la boca del caballo. Mediante la impulsión (que es el deseo continuado n el tiempo que tiene el caballo de ir hacia adelante – impulsión no es escapada o huida que son de por sí inconstantes e inconsistentes), y como resultado de ella, es el caballo el que busca la mano del jinete como referencia para orientar su propio avance en equilibrio. Pero eso no quiere decir que el caballo “pese en la mano del jinete” haciendo una fuerza no proporcionada a la velocidad del desplazamiento o al trabajo que en ese instante se le esté pidiendo: (Obviamente, no será igual el apoyo del caballo en una espalda adentro al paso que el que pueda haber justo dos trancos antes de una triple barra  de 1,50 m de alto, o en un arreón propio de la doma vaquera, pero el caballo no debe pesar a la mano en ninguna circunstancia).

En este punto es importante aclarar la diferencia entre “pesar a la mano” y “tirar de la mano” .  Decimos que el caballo “pesa en la mano” del jinete cuando se desequilibra, echando su peso en las espaldas, su andar se precipita, y da la sensación de que corre más, mientras “saca” sus pies que no entran debajo de su masa. Esto ocurre cuando el avance se origina porque desplaza su centro de gravedad hacia adelante, haciendo hacer sobre los anteriores mayor peso que sobre los posteriores (desequilibrio fisiológico). Por el contrario, un caballo “tira de la mano” porque remete los pies debajo de la masa y empuja hacia adelante “con impulsión” y repartiendo el peso de su cuerpo por igual entre los cuatro remos.

Si impulsión es el “deseo continuado de ir hacia delante”, para que esto se convierta en un avance en equilibrio debe haber progresión que es lo que permite que la energía generada por los posteriores pase de forma controlada por todo el cuerpo bien dispuesto del caballo (tanto en posición, como en flexibilidad), de forma que se produzca un aumento del remetimiento de los posteriores y la elevación del tercio anterior que lleva a un contacto suave y a una tendencia del caballo a mantenerse suspendido en el aire más tiempo. Conseguir progresión requiere un proceso lento de aprendizaje.

Una prueba para saber si el caballo lleva el apoyo correcto es aflojar (relajar la tensión con la que resistimos el apoyo del caballo, y no soltar, ni cambiar la posición o el ángulo con la boca del caballo porque abrimos el codo extendiendo los brazos hacia adelante) una – y sólo una- cualquiera de las riendas durante unos 2 ó 3 de segundos[1]. Si el caballo no cambia la postura de su cabeza y cuello, ni el ritmo, ni la trayectoria, ni la velocidad del trabajo que está haciendo y su equilibrio se mantiene igual por un par de trancos, entonces estamos enviando a la mano y el caballo no “pesa en la mano” y no necesita la mano del jinete como soporte de su equilibrio porque “se aguanta solo”. Es muy bueno hacer esta comprobación con frecuencia para asegurarnos de que nuestro trabajo no esconde defectos. Y esto puede hacerse incluso al atacar un salto no excesivamente grande.

En líneas generales, las que “envían al caballo a la mano” son, al principio, las piernas del jinete. Con ellas generamos la impulsión  necesaria para tener el apoyo deseado. Hasta que se convierte en un deseo constante[2].

Ya hemos enviado al caballo en la mano,  y ahora ¿qué hacemos con él?

Pues hay que “recibirlo” correctamente. Si no, se pierde el trabajo, la impulsión y la  confianza del caballo. Es cuestión de “mantener el caballo entre la pierna y la mano”, y que de ahí no se nos salga nunca. Si se me sale por detrás de la pierna es que el centro de gravedad del jinete está por delante del del caballo,  y éste  ha perdido la impulsión (siento que mi caballo está por detrás de mí, es decir, detrás de la mano). Si se me sale por delante, el centro de gravedad del caballo está muy por delante del del jinete y éste no es capaz de retener a su montura porque el caballo se ha dejado caer sobre las espaldas, siendo el ejemplo extremo de esto el caballo desbocado.

A continuación sugerimos varias consideraciones de cómo nuestra mano ha de recibir el apoyo del caballo:
            1.- La mano recibe y soporta el apoyo del caballo, de forma proporcional y acompasada al trabajo que se esté haciendo y a la actitud del caballo:

                        a) el jinete no ha de tirar de las riendas hacia atrás (no usa nunca sus bíceps) agrediendo  la mandíbula del caballo y, sobre todo, encogiendo el cuello (y por ende, a todo el caballo);
                        b)- pero tampoco ha de ser una mano en exceso blanda ni que el codo que se abra con mucha facilidad –en absoluto elástico-, permitiendo que el caballo arrastre el brazo del jinete, tirando y escapándose de la mano del jinete hacia adelante o hacia abajo.

            2.- La mano ha de ser estable, lo cual no implica que sea inmóvil, sino que no da tirones ni retrocede bruscamente hacia atrás, en ambos casos porque usa incorrectamente el bíceps. Esto es importante cuando el apoyo del caballo no es constante, y de repente el caballo suelta y deja de tensar la rienda: por el principio de acción-reacción,  si el jinete no afloja a su vez igual de rápido, su mano se irá hacia atrás buscando de nuevo el contacto, castigando sin quererlo al caballo en la boca y encogiendo el cuello (lo que reafirmará la respuesta del caballo de huir de la mano y evitar cada vez más apoyarse en ella, alimentando un círculo vicioso).
Si el caballo de repente afloja y suelta el bocado, la mano ha de aflojar, relajando los dedos y los brazos (relajar, pero nunca abrir el codo) igual de rápido y quedarse en su sitio sin retroceder, para volver a resistir cuanto sea necesario si el caballo retoma el apoyo. Así el caballo aprende que la mano del jinete está siempre alerta en el mismo sitio, exigiendo su apoyo pero no castigándole. El apoyo se recupera con un apretón de piernas que ha de ser más bien rápido que fuerte (la inmediatez y el sorprender al caballo es más importante que apretar las piernas muy fuerte).

            3.- La mano ha de ser firme llevando al caballo a la postura de cabeza y cuello que quiere el jinete en función del trabajo que se esté realizando. Esta firmeza no se consigue poniendo rígido el brazo no haciendo fuerza con la mano. Sino colocándola donde le corresponde. Si quiero mayor reunión y acortar el aire, la mano ha de elevarse verticalmente lo justo; si quiero alargar la mano desciende y avanza en dirección a la boca del caballo lo justo.

Es muy importante en este punto (al igual que en el anterior) mantener siempre el codo elástico (ni rígido, ni flojo) sobre todo cuando la mano está resistiendo con fuerza un exceso de apoyo.
Si el codo se pone rígido, se bloquea todo el brazo desde la muñeca al hombro y así se transmiten las sacudidas del busto a la boca del caballo a través de las riendas (inconscientemente), y la mano no podrá reaccionar lo suficientemente rápido cuando el caballo afloje, resultando en un tirón hacia atrás que castiga al caballo en la mandíbula. Pero también si el codo está demasiado flojo y flexible, se abre sin ton ni son, perjudicando al caballo de igual modo.

            4.- Es mecánicamente imposible que el caballo tire de las riendas hacia adelante si se le eleva la nuca y se le pone su cuello cerca de la vertical. Cuanto más cerca de la vertical menor es la fuerza que siente el jinete en su mano. Cuanto más baja la cabeza, más puede tirar de las riendas hacia adelante y hacia abajo, y ganar la mano del jinete.
Por tanto, el mejor ejercicio que hay para que el caballo termine manteniendo un apoyo constante -respetando siempre la mano del jinete- es de alargar y cortar alternativa y progresivamente (a cualquier aire) elevando la mano (sin tirar hacia atrás de las riendas que pondría el cuello del caballo al revés, invirtiéndolo y hundiendo la cruz) para acortar, y después desplazar de nuevo la mano progresivamente hacia abajo y hacia adelante en dirección de la boca del caballo para alargar. Todo esto siempre sin que las riendas resbalen por entre los dedos, sino tomándolas siempre en el mismo punto: así la cabeza del caballo ha de seguir al pie de la letra lo que le indica la mano del jinete. Todos los caballos aprenden este ejercicio con mucha facilidad y rapidez y que es ideal para mejorar su boca y su equilibrio cualquiera que sea la disciplina que se practique.


Podríamos seguir abundando en cómo ha de trabajar la mano bien educada del jinete, pero no queremos extendernos demasiado. Hay mucho que añadir a lo que aquí se propone y expone. ... De todos modos, no sea el lector tímido, y cualquier comentario que pueda enriquecer lo aquí dicho, nos enseñará a todos.

Ocurrencias Hípicas, enero de 2016


Fernando Morote Ibarrola

María Rodríguez Sánchez


[1]    Si avanzamos en línea recta, se puede aflojar cualquiera de las 2 riendas. Si avanzamos en curva, la que se debe aflojar es la rienda interior.
[2]          El grado de doma de un caballo está más en consonancia con esta idea, que con la de un caballo que realiza muchos ejercicios o figuras más o menos geométricas a base de patadas y desequilibrio fisiológico.

jueves, 3 de marzo de 2016

CUELLO Y CABEZA, BALANCÍN DEL CABALLO




Hace siete años escribía sobre “la cabeza y columna vertebral como origen del movimiento”. En ellos, lógicamente, explicaba el papel tan importante del cuello y la cabeza del caballo tanto en su locomoción como en la conducción por parte del jinete.
¿Por qué insistir sobre ello? Han pasado unos cuantos años  y cada vez soy más consciente de la importancia del balancín en la Equitación ¡y lo poco que se sabe de él!
La palabra “balancín” a mí me resulta familiar desde mi más tierna infancia. Los caballistas de entonces –mediados del siglo pasado- solían hablar del balancín cuando se referían al cuello y cabeza del caballo (sobre todo cuando se hablaba de su manejo). Hoy, tal vez, muchos aficionados –incluso apasionados- del caballo, no sepan  qué quiere decir.
¿Por qué se le llamaba balancín? Porque  se le considera el segmento equilibrador más importante   del caballo. De la misma manera que el balancín de los felinos es su cola: su posición correcta les facilita la carrera.
¿Realmente es el elemento equilibrador más importante del cuerpo del caballo? Cuando hablamos de Equitación yo creo que tan importante para el equilibrio del conjunto caballo/jinete es el balancín cuello/cabeza como las cuatro extremidades del caballo. Aún cuando no perdamos el equilibrio por ir sobre cuatro patas. Pero sí ocurre que todo movimiento específico requiere una distribución del peso  sobre cada pata y en cada momento. Para entendernos: es como ir en un monopatín de cuatro ruedas: según qué quiera hacer, tendré que saber cómo distribuir mi peso sobre cada rueda y en el momento oportuno. Ese control –conocimiento- de echar el peso sobre una u otra rueda, es lo que nos permitirá hacer los ejercicios pensados. (Y como decía San Sócrates, saber y obrar no son la misma cosa). Insisto, yo hablo –escribo- desde el punto de vista de la Equitación, o sea, el caballo montado por el caballista. De la relación pie a tierra persona-caballo lo exponen mucho mejor que yo mis amigos Lucy Rees, Vicente Franch, Edgar Guerrero, Marco Barba,  etc (algunas cosas montadas también las hacen mejor que yo ¡pero no todas!). Del control del equilibrio por medio del balancín o de las patas del caballo, hablaré –y lo justificaré- en próxima entrada.
¿Por qué es tan importante el balancín del caballo? Empiezo por lo que salta a la vista. Son cosas obvias, y de tan obvias que no reflexionamos sobre ellas ¡con lo importantes que son!
1 La primera es la gran diferencia que hay entre el cuello del caballo y el del resto de los mamíferos. Conviene aclarar  que es el único segmento de la columna vertebral cuyo número de vértebras es común para  los mamíferos: todos tenemos siete vértebras cervicales. Excepciones que confirman la regla: manatí y perezoso. (Esta aclaración se la debo a mi alumno Miguel de G., biólogo y veterinario. Gracias Michel)


2 Es el cuello más deformable. Los cuellos de los mamíferos domésticos, apenas si les cambia a lo largo de su vida.  El cuello del caballo puede cambiar en segundos en razón de la calidad del jinete que lo monte


3 Relación posición del cuello y amplitud del tranco (importante ser consciente de ella y respetarla). Tema a desarrollar

4 Es el único cuello extensible de verdad. El camello y el dromedario, enderezan el cuello, pero prácticamente no lo estiran: El caballo sí. El largo de riendas casi se duplica entre posiciones extremas, pero correctas, del balancín. Porque los músculos –sobre todo los dorsales- del cuello del caballo se estiran mucho; en cambio, los del camello, muy poco. Como nosotros cuando hablamos de alargar el brazo: es más resultado de acción de articulaciones –codo y hombro- que muscular 


5 El balancín cuello-cabeza del caballo está en voladizo respecto de su cuerpo, que se halla apoyado sobre sus cuatro patas. Cuello a menudo en posición horizontal con un pedazo de cabeza desproporcionadamente grande  -aunque estemos acostumbrados a ello y, tanto para el caballo como para nosotros, nos resulte normal-.  Esta conformación particular del caballo crea, físicamente (o mecánicamente), un momento de la fuerza considerable. (Jose María Vazquez Goyoaga es el único al que he leído sobre este punto tan importante).  Como de lo que trato en este artículo es de cosas obvias, voy a comparar con el cuello de la jirafa y del camello. Tanto una como el otro pesan en torno a la tonelada y media, o sea, casi tres veces un caballo normal. Aproximadamente.
El cuello de la jirafa es muy largo;  muy ancho en la base, se va afinando hacia arriba hasta llegar a la cabeza que es desproporcionadamente pequeña: si la masa corporal es casi tres veces la del caballo, en cambio, la cabeza es casi la mitad. ¿Y cuál es la posición normal del cuello? Muy cerca de la vertical, luego el momento de la fuerza es muy pequeño.


El cuello del camello también es largo pero tiene forma de “L”. La rama horizontal es muy corta pero muy masiva, y la vertical es más larga y mucho menos masiva. Al final del cuello, una cabeza bastante más pequeña que la del caballo. Conclusión: momento de la fuerza muy pequeño también. Y como decía antes, el cuello se endereza pero no se estira
¿En qué consiste el momento de la fuerza? Voy a poner tres ejemplos  casi diría de nuestra vida cotidiana para poderlo entender (prácticamente lo mismo que hicieron conmigo cuando empecé a plantearme esta cuestión).
1º: Balanza romana: Antes de la electrónica era la báscula ideal para pesar por su fácil manejo. Prácticamente ya desaparecida. De un lado del punto de aplicación /sujeción, y muy próximo a él, se colgaba el saco de cebada que se quería pesar (era lo que más veía entonces) y sobre la varilla larga y con marcas se deslizaba una pieza de metal que pesaba menos de un kilo hasta equilibrarse con el peso del saco. Una pieza de un  kilo muy separada del punto de aplicación iguala los 50 del otro lado
2º ejemplo: no es lo mismo cerrar –o abrir- una puerta empujando cerca de los goznes de sujeción que del otro extremo de la puerta. Por eso las manivelas siempre las ponen en el otro extremo de los goznes: movemos la puerta con el mínimo esfuerzo
3º ejemplo y para mí el más hípico. En muchas hípicas se barren los pasillos con unos cepillos de madera que abarcan bastante espacio: el cepillo en sí mide un metro, y en el centro una barra redonda ensamblada perpendicularmente,  con la que lo arrastramos para barrer. Si lo ponemos horizontal  sujetándole a un metro de lo que es el cepillo, sufriremos para aguantarlo. En cambio, si lo ponemos vertical (cepillo arriba o cepillo abajo, pero la barra que lo sujeta  vertical), podremos aguantarle mucho tiempo. Porque hemos reducido a cero el momento de la fuerza.
Otro ejemplo casero y también hípico. Que además, podemos comprobar sin ser vistos ni tachados de nada. El mocho (fregona) bien empapado de agua (si se envuelve con una bolsa de plástico no chorreará el agua). Lo ponemos en posición horizontal  y luego vertical. Y tomamos nota de ambas por la sensación de nuestros brazos. Y luego podemos dar unos saltitos en ambas posiciones. Y también notaremos la diferencia. Y sigue siendo el mismo mocho, que pesa lo mismo (a condición de meterlo en la bolsa de plástico). Pero cambia muchísimo de llevarlo de una manera a otra. ¿Por qué? Por el momento de la fuerza
Esto es, aproximadamente, lo que siente el caballo según la posición de su balancín, o sea, de su cuello y cabeza.
También hay otras especificidades del balancín del caballo que no son tan obvias. Y el primero que nos lo mostró fué LICART (o San LICART). Pena la poca cuenta que se le echa cuando  es, sin lugar a dudas, el que nos ha enseñado el camino para conocer de verdad al caballo con una visión totalmente moderna y revolucionaria. Como debe ser.  El San SÓCRATES de la Equitación (a San SOCRATES lo condenaron a beber cicuta por cuestionar los dogmas de su época. San LICART, sumido en la ignorancia) . Casi me atrevería a decir que es el Nuevo Testamento de la Equitación. 
Lo no obvio:
.- La “S” de las vértebras cervicales. Ningún otro mamífero  se le parece ni remotamente.  Es lo que le permite, principalmente, estirar  --y NO enderezar—el cuello. Y encogerlo, según la posición de una u otra curva de la “S”. La silueta que vemos del mismo puede cambiar radicalmente en segundos: pasar de un cuello redondo a invertido y viceversa. Porque la musculatura del cuello es la que cambia radicalmente. 


2º.-El papel del ligamento nucal + supraespinoso. Importantísimo tanto para el caballo en libertad como montado. Es el único animal que tiene la misma sinergia cuello/riñones que nosotros los humanos. Ni perros, ni gatos, ni toros, ni….  Los únicos mamíferos capaces de enroscar el dorso como nosotros y los caballos, son la ballena y el delfín. Pero ni tienen cuello ni patas (según SLIJPERS).


3º.- Papel de las nueve articulaciones del balancín, que no corresponden a lo que normalmente se dice o escribe. Cuando los seguidores de la dogmática HDV12 se preocupen de estudiarlas  --como al ligamento nucal, y más--, seguro que entenderán mejor al caballo. Una cosa es lo que nos imaginamos –o se sabía del caballo hace 100 años- y otra muy distinta lo que ya vamos sabiendo de lo que siente el caballo. Que es lo que realmente, creo,  debe interesar a todo caballista que se precie…..
.- Detalles de fisiología, mecánica, incluso sicología, a los que antes no les dábamos mayor importancia y que hoy sabemos que son importantes para los caballos. Porque ellos lo sienten o lo sufren . Es cuestión de empatía y respeto al caballo. Habrá que  buscar en todo momento el gesto confortable y económico, luego ergonómico, del caballo. En esto consiste su verdadero bienestar.
En sucesivas lecciones iré desarrollando los distintos puntos y sus por qué.

Paz y espero que le sirva a alguien

jueves, 14 de enero de 2016

MANO EXTERIOR Y MANO INTERIOR



Esta es mi cuarta reflexión sobre la mano del caballista. Y no creo que sea la última.

El origen de todas ellas es, como dice JEAN LICART, aprender a sustituir los reflejos de  peatón que incitan a agarrarse y tirar de las riendas, por los reflejos del caballista, que son totalmente contrarios, los cuales se consiguen por educación y la consiguiente práctica. Saber primero y saber hacer a continuación.

 Lo escrito hasta ahora se refería a la acción simultánea de ambas manos. Hoy voy a explicar el por qué de la importancia de distinguir la acción de cada mano. El origen está en la diferencia de movimientos de un lado y otro del caballo, es decir, de la asimetría de movimientos. ¿Esto cuando ocurre? En dos ocasiones fundamentalmente:

1ª Cuando trabajamos en pista en donde se está girando continuamente

  Al galope siempre porque es el único aire asimétrico del caballo (paso y trote son aires simétricos)

Que yo recuerde, los primeros que citan  la rienda exterior son los americanos hace poco más de un tercio de siglo cuando hablaban de pierna interior y rienda exterior. Y una de las pioneras fue Anne KURSINSKI. La escuela francesa,  mucho antes, ya hablaba de la rienda de oposición –o diversas riendas de oposición- y sus efectos sobre el caballo (del que más aprendí, del Comandante Des SALINS. Sobre todo aprendí a utilizar la rienda contraria de oposición) Pero en ningún caso se habla de los por qué ni de los distintos comportamientos de cada mano o, mejor dicho, de cada brazo. Y para entenderlo mejor nos ponemos en una situación similar a lo que va a ocurrir con el caballo. Es cuestión de imaginación. 

Así pues nos imaginamos caminando sobre un círculo – más correctamente, una circunferencia- de unos diez metros de diámetro y una persona detrás de nosotros aguantándonos de los hombros, como si le tuviéramos que llevar. 

Primera constatación: al girar en corto, y teniendo que hacer fuerza, nos damos cuenta de que nuestro gesto confortable y económico hace que con el pie de dentro nos aguantemos y con el pie de fuera empujemos. Como somos nosotros los que lo hacemos es muy fácil tomar conciencia de ello y comprobar, repito, que el pie de dentro es con el que nos aguantamos y con el pie de fuera empujamos.
Segunda constatación: Cuando tenemos que tirar de una persona que nos sujeta con sus manos de nuestros hombros, pueden ocurrir dos casos extremos: que nos aguante de nuestro hombro exterior con su mano también exterior, o de nuestro hombro interior con su mano interior. Y aquí es donde notamos una diferencia abismal. 

Si nos aguanta con la mano exterior, nos obliga a empujar más con el pie exterior, pero seguimos el trazado de la circunferencia.

En cambio, si nos aguanta con la mano interior nos vemos obligados a empujar con el pie interior cuya misión es aguantar pero no empujar. Conclusión, acabamos girando sobre nosotros mismos. Imposible seguir el trazado de la circunferencia prevista.

Exactamente es lo que siente el caballo según le aguantemos, en una vuelta o al galope, con una mano o con otra. Y, desde luego, nosotros caballistas no podemos sentir lo mismo. Pero si lo sabemos, seremos conscientes de que cuando nos agarramos de la rienda de dentro en una vuelta nos estamos engañando. (Los buenos vaqueros lo tienen claro y no se engañan)

Dificultad añadida: instintivamente utilizamos la rienda de dentro sistemáticamente. Ya lo decía LICART.

Paz y espero que le sirva a alguien

viernes, 8 de enero de 2016

Número 3 de 0Puntos

En el que se hace un repaso al pasado Campeonato de España, se analiza la técnica de Michael Jung y se examina cómo ha sentado el paso del tiempo a la Escala de Entrenamiento Alemana.


miércoles, 30 de diciembre de 2015

MI FELICITACIÓN NAVIDEÑA 2015

MI FELICITACION NAVIDEÑA 2015
Mi deseo de vivir una feliz Navidad y un próspero año nuevo. Y también como siempre, que sigamos creciendo como personas y como caballistas.
Acompaño la “Plegaria del Caballo” y el poema “The Horse” de RONALD DUNCAN, para disfrutar y reflexionar sobre estas bellas palabras dedicadas al Caballo.
Las traducciones son mías, y sólo pretenden ayudar al que lo necesite.
“La Priére du Cheval” es del libro “Ils ont dit…” de NATHALIE D’ORGEIX, editorial Lavauzelle.
El texto completo de “The Horse” lo he encontrado en internet


“La Plegaria del Caballo”

Oh maestro mío,
No pienses que soy tu conquista:   
Yo soy tu compañero.
Háblame: yo te entiendo
Guíame: yo sé obedecer.
Fíate de mí: yo soy sincero.
Cárgame de fardos: yo soy fuerte.
Llévame a la guerra: yo soy valiente
Confíame tus hijos: yo soy noble.
Haz de mí, no tu servidor,
sino tu amigo: no encontrarás otro mejor
(Texto de una tarjeta postal vendida en Franches Montagnes)


“The Horse”

¿Es posible encontrar en el mundo alguien que sea noble sin orgullo,
amable sin ser envidioso, o bello sin vanidad?
Aquí se encuentran unidas la gracia con el músculo y la fuerza con la gentileza.
Él sirve sin ser servil; él combate sin animosidad 
Nadie es más poderoso y nadie es menos violento.
Nadie es más rápido ni más paciente
El pasado de Inglaterra él lo ha llevado sobre sus lomos.
Toda nuestra historia está en su diligencia.
Nosotros somos sus herederos.
Él es nuestra herencia.
¡El CABALLO!



Paz, feliz Navidad y próspero año nuevo

martes, 22 de diciembre de 2015

ENVIAR A LA MANO



Esta es otra de las funciones fundamentales de nuestra mano a caballo, y su educación requiere ideas claras y repeticiones... partiendo de cero, o sea, lejos del objetivo que queremos alcanzar. Con el agravante de que nuestras reacciones de peatón son casi siempre opuestas a las reacciones del caballista (palabra que define la Real Academia como “persona que entiende de caballos y además monta bien”).

¿Qué se entiende por “enviar a la mano”?
Creo que la mejor definición nos la da el GENERAL L'HOTTE en sus “Questions Equestres”:
“Es el caballo el que debe buscar la mano y no es la mano la que debe de coger al caballo”. Y J. LICART, cómo no, nos irá haciendo las correspondientes aclaraciones. Pero eso lo dejamos para el próximo artículo...

¿Por qué creo que es tan importante el “enviar a la mano”?
Yo encuentro cuatro razones: tres de orden psicológico y una cuarta de orden fisiológico.

1)               Si el caballo está constantemente en la mano quiere decir que está pendiente de mí en todo momento. Es como llevar a un niño de 4 o 5 años de la mano por la calle. Y la mente de un caballo se asemeja mucho a la de un niño de esa edad: sólo viven el instante presente, sin ningún sentido del futuro, ni siquiera el más inmediato.

2)               El caballo, al contrario que otros animales domésticos, para mostrarnos su acuerdo o desacuerdo no nos envía señales visuales o acústicas (como los perros o los gatos, por ejemplo), sino táctiles: la aceptación mejor o peor de mi mano nos dice que está o no está de acuerdo con nosotros. Para saber lo que nos “dice” la boca del caballo recomiendo la lectura del párrafo correspondiente en las “Obras Completas” de F. BAUCHER en la edición castellana de la Editorial Lettera (página 357). Y en nuestro castellano antiguo, en el siglo XVI PEDRO FERNÁNDEZ DE ANDRADE afirmaba que “los caballos no hablan pero sí les podríamos entender por las demostraciones o movimientos que hacen con la boca” (“De la Gineta de España”).

3)               En la Doma Natural se habla constantemente del sentido de la huida como lo más natural del caballo. Y la impulsión, cualidad totalmente necesaria del caballo montado, no es ni más ni menos que el sentido de la huida educado y controlado. Y para el caballo -y para nosotros- mentalmente no es lo mismo ir aguantándole continuamente que dejarle avanzar con control. Con razón decía F. BAUCHER: “Que se crea el caballo que es nuestro amo, para que acabe siendo nuestro esclavo”. A un animal para el que lo natural de suyo es avanzar, no se le puede estar continuamente frenando, pero sí se debe controlar, o canalizar, ese avance.  

4)               Como decía, esta cuarta razón es de orden fisiológico. Y es que resulta que, si enviamos a la mano al caballo en lugar de cogerle, estamos consiguiendo que su cuerpo funcione bien, no sólo naturalmente, sino también ergonómicamente. Es lo que yo llamo el gesto confortable y económico, totalmente opuesto -creo- al rollkur del que tanto se está hablando últimamente. Me pregunto por qué se ha puesto tan de moda el rollkur.

Dos imágenes que nos ayudan a entender mejor la dificultad de lo que es enviar a la mano. Una es la bien conocida “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”; y otra es la propia del juego de cartas del “7 y medio”: “o me paso o no llego...”.

A José Manuel Pérez Arroyo que está en los cielos. Descansa en paz, amigo, y ruega por nosotros.

domingo, 13 de diciembre de 2015

REFLEXIONES SOBRE EL ARTE ECUESTRE (J. LICART)


Al igual que G. LEBON y L. de SEVY pienso que la Equitación y el conocimiento del caballo son susceptibles todavía de mejorar mucho si este progreso se hace con criterios científicos.
"La Equitación no es una ciencia, es un arte", se oye decir a menudo. Esta frase enseñada se propaga, se repite hasta la saciedad, acabando como una verdad absoluta, un dogma inatacable. Hay muchos que ni intentan franquear esta barrera construida a base de palabras y que se les coloca delante como un muro infranqueable.

¿El resultado de esta manera de pensar?: que no hay ningún investigador, no hay quien razone la Equitación con espíritu científico.


Pienso que el enfrentar estos dos conceptos es un error: ciencia y arte. Al contrario, yo creo que ambos conceptos debieran ir cogidos de la mano. ¿Acaso la Equitación no es un arte científico?

A cada ciencia principal se le unen una o varias artes. A la geología, la metalurgia y el arte lapidario; a la física, la óptica, la acústica; a la zoología, la medicina, el arte veterinario, etc. La Equitación, como las otras artes científicas, no es distinta de las ciencias aplicadas, su objetivo principal es la aplicación de la mecánica, zoología y sicología. El arte, aquí, es la aplicación de los conocimientos adquiridos; esta concepción del arte dentro de las artes científicas, hace decir justamente a D’Alembert que "el arte se adquiere por el estudio y el ejercicio".


Demos al César lo que es del César y a este don que se le atribuye a los maestros en Equitación, su verdadero nombre: habilidad. Y esta habilidad debe tender incluso a reducirse a la teoría. Una gran parte de habilidad existirá siempre en Equitación, ciertamente, pero no será más que profundizando en el aspecto científico cuando la Equitación progresará. El doctor Gustave Lebon escribió a este propósito que "La habilidad en la Equitación es ciertamente importante, pero el empleo metódico de los principios seguros conduce sin lugar a dudas a resultados superiores".


 
Escribe L. de Sevy en la “Revu de Cavalerie”:

"Si, como hace resaltar el General L’Hotte, los más grandes maestros de la Equitación han formado pocos alumnos, hay que reconocer que la falta no viene solamente de estos últimos. Particularmente favorecidos por los dones de la naturaleza, los virtuosos de la Equitación no parece que hayan buscado 'el razonar su arte'. Han evitado sistemáticamente caer en la tentación de analizarlo, temiendo estropear su ideal al someterle a un análisis demasiado preciso y riguroso. Su instinto, estoy seguro, les hace presentir que la perfección del acto reflejo nada va a ganar con la investigación. Más próximos al ideal que al apóstol, se apresuran a proclamar que 'la nota del arte no puede encerrarse en una fórmula'. Queda por fijar los límites de este arte inalcanzable por el análisis rebelde a toda enseñanza".


"Actualmente –continua L. de Sevy-, el cine a cámara lenta, verdadero microscopio del movimiento, permite un estudio minucioso del movimiento que escapa completamente al ojo humano y se presta, por consiguiente, a un estudio experimental en profundidad. Además, el progreso sobre los estudios de mecánica animal permiten interpretar científicamente todos los fenómenos observados.

A partir de aquí nada parece oponerse a la puesta a punto definitiva de una doctrina segura, establecida a la vez sobre los datos experimentales más certeros y sobre las bases científicas más seguras. Es, por esta vía, por la que se encuentra el progreso de mañana".



Mi comentario:

Estas reflexiones forman parte del libro “Le Cheval Barbe et son Redressage” escrito por el entonces Teniente JEAN LICART durante la década de los años veinte del siglo pasado. Y lo escribió a raíz de su destino al regimiento o escuadrón de “spahis” en Marruecos y tomar nota de cómo se montaba al caballo berberisco: cuellos invertidos, corvejones fuera y sufriendo. En el epílogo expone brevemente lo que tuvo que aguantar de las autoridades militares –él un simple teniente recién salido de la academia- pero no se arredró y al cabo de ocho años de investigación –el que lea el libro me dará la razón- lo publicó. Las autoridades pertinentes debieron encargarse de dejarlo en el baúl de los recuerdos, porque ya nunca más se supo. Yo lo descubrí en Fonds.Ancienne.Equestre-info, biblioteca digital de libros de caballos anteriores a la segunda guerra mundial. Muy recomendable para el que controle el francés. El libro y la biblioteca.


Estamos en el 2015, y El Libro Blanco sobre la Profesión Docente está recién estrenado. Y no sé lo que, en principio, pueda afectar a los profesionales de la enseñanza a través del caballo (ya no me atrevo a decir sólo enseñanza de la Equitación), mis colegas jóvenes. Sí que voy a transcribir una frase de su director JOSÉ ANTONIO MARINA, leída en su página web:

“Más que un Libro Blanco es una propuesta inicial para ser debatida, completada, desechada o aceptada. Mis colaboradores y yo pretendemos revisar la mejor documentación disponible sobre el tema, ponerla a disposición de todo el mundo y consultar a personalidades expertas, pero sin pretender dar una visión completa, exhaustiva o consensuada”


Sigo viendo en nuestro mundo del caballo muy poca orientación en el mundo de la enseñanza. En los cursos de técnicos veo más preocupación por enseñar lo que se sabe y muy poca por enseñar lo que se debe. Y esto depende más de instancias superiores.

En mi breve –sí, breve- discurso cuando la Federación Nacional me impuso la medalla de oro de la Formación Ecuestre, insistí en la necesidad de enseñar lo que se deba, no contentarse con lo que se ha ido aprendiendo –con muy poco rigor, la verdad, y documentación casi nula- y, en el mejor de los casos, perfeccionar lo aprendido. Claro, sin cuestionarlo. Esto exigiría documentación (y en España, idiomas), tiempo de estudio, discernimiento, discusión, tanteos y elección. Hace 24 años empecé mis “Apuntes para Caballistas”. Iba traduciendo de unos cuarenta libros lo más importante que pudiera servir a mis alumnos aspirantes a monitores territoriales (por lo menos que tuvieran algo de buena documentación). Al final del libro incluí un artículo personal que venía a ser, creo, algo así como conocernos para montar mejor. La primera frase de los Apuntes, del libro del GENERAL L`HOTTE “Questions Equestres”, decía: “En Equitación, incluso para enseñar los principios, hace falta saber mucho”


No recuerdo la definición de “enseñar” de nuestra Academia de la Lengua, pero sí me sé de memoria la de “aprender”, porque de lo que yo enseñe aprenderán mis alumnos. La transcribo una vez más:

APRENDER: incorporar nuevos conocimientos que nos ayudan a cambiar nuestro comportamiento.

Paz, y espero que sirva a alguien.