martes, 12 de marzo de 2013

El desbrave del potro. 2ª parte. Por VICENTE FRANCH



El equilibrio del potro
Esta es la otra parte fundamental dentro de un desbrave que debe estar presente cada día de trabajo. Adiestrar un potro no solo es enseñarle a ser montado. También se trata de prepararlo físicamente para que pueda llevarnos cómodamente en su dorso y moverse sin demasiada dificultad. Si se tiene en cuenta esta idea, evitamos lesiones (dorsos rotos, cojeras, caballos ensillados a edades muy tempranas…), problemas de comportamiento derivados y desde un punto de vista funcional, alargamos la vida “útil” del caballo.
El trabajo sobre el equilibrio reside fundamentalmente en que el potro aligere y levante las espaldas y fortalezca su parte posterior, tanto la grupa como los abdominales. Así desplazará su equilibrio hacia atrás y aligerará la parte delantera.
La parte posterior es el motor. La delantera la dirección. El dorso la transmisión. El peso de un jinete en un dorso sin muscular rompe la transmisión. Fortalecer la parte posterior da potencia al motor. Fortalecer el dorso garantiza una buena transmisión con o sin jinete. Levantar la parte delantera aligera la dirección.
Podríamos profundizar sobre la biomecánica del caballo y cómo funciona pero ya existen libros especializados sobre el tema y sobretodo, tenéis al Cura.
El trabajo de reequilibrio se puede empezar en un picadero redondo donde el animal deberá ir algo incurvado. La misma incurvación provocará la necesidad del potro de buscar la mejor forma para moverse sin perder el equilibrio. El trabajo de fortalecimiento y reequilibrio puede continuar en las salidas de campo, primero al paso y buscando subidas y bajadas, donde el potro deberá estirar el cuello, meter los pies bajo su masa y aligerar sus manos para superarlas. A medida que va fortaleciéndose, podrá realizar lo mismo a un aire más rápido.
El trabajo de campo puede formar parte de los trabajos a riendas largas. Se pueden aprovechar las primeras salidas para trabajar la confianza y el ser dirigido, el moverse por lugares desconocidos y el trabajo de fortalecimiento. Si ya lo hemos montado, siempre empezaremos al paso.
La morfología del potro puede condicionar su capacidad o facilidad de equilibrarse. Además de la genética, el entorno donde crece puede condicionar el buen desarrollo de su musculatura, ligamentos y tendones. Los espacios como cuadras o corrales son demasiado pequeños para que un potro pueda galopar o llevar a cabo sus juegos y por lo tanto lo perjudican. Compensar la falta de espacio con un programa de trabajo no siempre funciona. Siempre es más fácil dejar que se desarrollen naturalmente que intervenir luego con artilugios o montados (y contando con que sabemos utilizar los artilugios y que sabemos qué plan de trabajo hacer y cómo realizarlo. Lo contrario, sería nefasto).

Un potro árabe con equilibrio natural, en sus primeros trabajos. Su dorso está recto y su cuello estirado aunque para ser montado, deberá aprender a desplazar algo más su equilibrio hacia el tercio posterior. Para equilibrase, la musculatura del tercio posterior, la del dorso, la cintura escapular en las espaldas y la del cuello, deben trabajar conjuntamente.

Otro potro árabe de más edad y con algunas sesiones de trabajo encaradas al reequilibrio. Su dorso está recto, el cuello estirado y las espaldas levantadas. A diferencia del anterior, su tercio posterior está más fortalecido. Puede llevar a un jinete.


Una potra árabe con buenos movimientos pero el cuello invertido. Si lo baja, se desequilibra.  El trabajo con ella será ayudarle a descubrir que levantando sus espaldas y bajando la grupa puede ir con la cabeza baja. Se fortalecerá progresivamente a lo largo de algunas sesiones de trabajo. Luego estará preparada para soportar el peso de un jinete.

Un paso intermedio. La potra es capaz de bajar la grupa y subir sus espaldas al trote pero no está preparada para bajar el cuello.
El caso más común es el del potro con el peso desequilibrado hacia el tercio anterior y con el dorso ligeramente inclinado en la misma dirección. Después de algunas sesiones, el potro es capaz de andar con el dorso recto y el cuello estirado. A medida que va reequilibrándose, el dorso se inclina hacia atrás: baja la grupa y suben las espaldas. Veamos otro ejemplo:

Otro potro árabe trotando. Está volcado hacia adelante.


Un eslabón más en el cambio de equilibrio. El dorso está casi horizontal.


Baja la grupa, sube las espaldas.


Estas tres últimas fotos pertenecen a una sola sesión de trabajo. Asentar el cambio de equilibrio requerirá de más tiempo y variará en cada caballo (según su morfología, el tiempo que tarde en darse cuenta de la comodidad de moverse así, y nuestra capacidad de relajarlo durante el trabajo). Ocurre a menudo que durante las primeras sesiones, la tensión del potro le mantiene con el cuello “del revés” o invertido. A medida que esta disminuya, el cuello se relajará y será más fácil el reequilibrio.
Utilizando la coordinación, podemos provocar que se relaje y baje el cuello.  Poco a poco irá descubriendo que así va más cómodo y normalizará esta forma de moverse.
En casos de caballos resabiados, se hace una redoma en función de problemas físicos y emocionales que será más eficaz en cuanto menos se parezca a los anteriores trabajos a los que se ha sometido y nunca nos ajustaremos a metodologías o técnicas aplicadas sino que buscaremos lo mejor para nuestro caballo. Si él está confiado, tranquilo y lo puedes ver alegre, después de cada trabajo, estas haciéndolo bien. No importa si lo has hecho con una cuerda, con una fusta, con tus manos, con una cabezada de cuadra, un filete, una serreta, etc. El siempre te dará la respuesta. 
Un saludo. Quedo a vuestra disposición.

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